Crónica con bufanda (pero solo un poquito)

Heurtel, (nombrado MVP de la Final), rodeado de Ayón y Campazzo

Olvidaré por esta vez esa hipócrita corrección política que me obligaría a mostrar una objetividad imposible. Evitaré, por tanto, calificar lo sucedido en la Final de la Copa del Rey de Baloncesto 2019 con las palabras «polémica», controvertida» o «discutible» y me expresaré con toda la sinceridad que me permite mi corazón madridista.

RECONOCIENDO:

1º) Que Pesic es un sabio de este deporte, que ha sabido hacer equipo de un grupo de mercenarios mal avenidos, dotándole de una solidez y una confianza impensables hace un año.

2º) Que la táctica de  jugar con velocidad en ataque, haciendo circular el balón de manera endiablada y corriendo como una exhalación siempre que fue posible, ha sido, a la postre, el antídoto perfecto para un Madrid que atacó muy bien, por una vez, en estático (una selección de tiro excelente, a pesar del irregular acierto) y cuya garra le mantuvo arriba en el marcador (muy arriba incluso, 16 llegaron a ser) hasta que no pudo más. Ello fue posible, además de por el cansancio acumulado de los de blanco (tres partidos en tres días), por la fe inquebrantable y la tenacidad de los blaugranas, que estuvieron, no obstante, al borde del K.O.

3º) Que esa velocidad les hizo perder a los de Pesic balones en momentos importantes, lo cual se unió a errores inusuales en los tiros libres. Si no sucumbieron fue por su gran defensa y por esa pérdida de «piernas» que el Madrid fue sufriendo conforme avanzaban los minutos, y que permitió unos triples salvadores a su secular enemigo. Los de Laso compensaron, en parte, ese problema, con una efectividad impresionante en los tiros libres.

4º) Y que la falta no pitada a Anthony Randolph sobre Chris Singleton fue, a falta de segundos para el final de los 40 minutos, flagrante e incluso mereció castigo de antideportiva. Baste el siguiente vídeo para demostrarlo:

 

EXPONGO:

1º) Que el no señalar esa falta, cosa habitual en el arbitraje en los últimos segundos de los partidos, daba al Madrid solo la posibilidad (quedaban escasísimos segundos) de forzar la prórroga o ganar. Yo, árbitro en tiempos mozos y poco listo en estas lides, la hubiera pitado. Los ACB, con más cerebro y menos corazón (porque, seamos sinceros, no se necesita ser valiente ya para pitar estas cosas en el baloncesto actual),  piensan, en esos momentos: «van abajo de 2, van a perder igual, pero es que si me mojo, les doy la puntilla; pues que sigan jugando». Aparte de lo cual, hay que dejar claro que no es una situación que admita un vídeo-arbitraje, pues se trata de un error de apreciación. El hecho de que no la pitaran ninguno de los tres colegiados hace sospechar que la cosa estaba ya hablada entre ellos.

2º) Que la deuda pendiente con el Madrid en esta Competición viene del año pasado, del partido en el que no se pitó una falta «de libro» de Víctor Claver (sembrado ayer, por cierto). La diferencia con esta situación es que la injusticia del año pasado (y repito que es casi un «dogma» en el arbitraje no pitar esas faltas) sí que decidió el resultado final, mientras que en la que citamos solo le daba al equipo que perdía una posibilidad más o menos remota.

3º) Que la jugada del final de la prórroga fue juzgada solo en apariencia, porque los árbitros estaban locos por la música (remediar la injusticia cometida minutos antes contra el Barça). No eran, evidentemente, los mismos árbitros que le «robaron» de manera flagrante, en París, en 1996, la Copa de Europa a los de Aíto, al no conceder canasta un balón, en la entrada de Montero, que, tras golpear en el tablero, se disponía a entrar y que Vrankovic golpeó de manera ilegal. Aquí la cosa tuvo su guasa, porque: a) La velocidad de la jugada en directo nos hizo pensar, a todos los que estábamos en el Wizink, que, cuando menos, era una jugada dudosa. Y b) lo confuso de las imágenes del videomarcador dejaba la mente abierta a múltiples interpretaciones.

Al llegar a casa, los resúmenes de Youtube no dejaban lugar a dudas. En este que os pongo, basta el primer minuto.

Está claro, pues, tras ver que el balón da en el aro y que no iba a entrar, que el título fue un regalo para los blaugranas. Criticable, también, la torpeza de Randolph, que, en su intento de poner un tapón, no se dio cuenta de que solo había que esperar un pelín para coger el rebote más cómodamente.

Y CONCLUYO:

Si todo se resume en la reparación de una injusticia, esta Copa le correspondía al Madrid, en devolución de la que le negaron los árbitros el año pasado. Un equipo que juega como los ángeles, que tuvo al rival noqueado y al que solo le pudo el agotamiento,  no se mereció perder. Eso sí, el partido fue fantástico. De eso hablare otro dia. Si eso.

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