Un mes antes de morir, Oliver Sacks confesaba en «My periodic table», un artículo publicado en «The New York Times» en julio de 2015, que desde pequeño se sentía fascinado por la física, una rama de la ciencia en la que «no hay vida, pero tampoco muerte». Cuando su tiempo estaba a punto de consumirse, el famoso neurólogo y escritor decía sentir alivio en el misterioso orden de los elementos químicos, a los que definía como «pequeños emblemas de eternidad». No es solo que los componentes de una estrella pueden acabar siendo parte del cuerpo de una persona, sino que allá donde estén estos elementos químicos siempre conservan un orden, y tienen unas propiedades químicas concretas.
La comunidad científica amplió recientemente lo que se sabe acerca de este orden. El 30 de diciembre la Unión Internacional de Química Aplicada y Pura (IUPAC), un organismo formado por representantes de las sociedades nacionales de química de todo el mundo, anunció el descubrimiento de cuatro elementos químicos que completan la séptima fila de la tabla periódica.
Aún en la era de los átomos superpesados la tabla periódica ideada por el químico ruso Dimitri Mendeleiev en 1869 sigue en vigor. El gran logro de este esquema es que entendió el orden de los átomos: no solo permite clasificar los elementos en función de sus propiedades químicas, sino también predecir cómo serán los que siguen. Cuando este científico publicó su tabla se conocían 63 elementos químicos. Hoy en día ya son 118.