Clase C Clásica
En una época en la que la medicina estaba aún por desarrollarse, en un tiempo en el que los antibióticos sintéticos no existían y en el que nuestros antepasados se enfrentaban a situaciones como las que en estos días vivimos, los antiguos romanos tenían un modo alternativo para prevenir la lucha contra enfermedades y pandemias.
Me refiero a los amuletos, y en concreto a aquellos amuletos en forma de pene volador (sí, de pene con alas), encontrados en numerosas excavaciones y ciudades esparcidas a lo largo del vasto imperio romano.
Dichos objetos no sólo ayudarían a combatir la enfermedad sino que, sobre todo, podrían prevenir al individuo del contagio y de repeler aquellas influencias consideradas negativas, como por ejemplo el mal de ojo o la mala suerte.
No olvidemos que los romanos eran extremadamente supersticiosos, por lo que además de este tipo de amuletos, sobre todo los niños, llevaban collares llamados bulas o bullae, que en latín venía a significar “burbuja”, ya que se trataba de un colgante con un medallón hueco, que en su interior podía contener un mechón de pelo del infante o alguno de sus dientes de leche. El poder apotropaico del objeto sería mayor si a la bula se le añadía otro tipo de símbolo u amuleto como los penes alados a los que anteriormente hacía referencia.
Los más pequeños podían llevar este amuleto hasta los 16 años, que es cuando el niño pasaba a ser adulto y podía vestirse con la toga viril.
Os dejo algunos ejemplos de este tipo de amuletos y representaciones, provenientes de Pompeya, y de algunos niños con bula que pueden verse en la amplia colección de los Museos Vaticanos. Se trata de relieves de época romana o estatuas como las del del Amorcillo Carrara o la del Amorcillo Graziani, que son en cambio de factura etrusca.