Costumbres de la Edad Media
https://youtu.be/3Let-VBeV9U
La mujer en la Edad Media
Edad media
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HATSHEPSUT, LA MEJOR FARAON(A)
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Hatshepsut, la mejor faraona
Hatshepsut es una de las escasas reinas que la extensa historia egipcia recoge en sus páginas. Esta mujer gobernó sobre las Dos Tierras durante 22 años. Su padre fue el gran Tutmosis I, a quien le unió una relación muy cercana, que llevó al rey a integrar a la niña en la vida oficial de la corte. El faraón había tenido más hijos tanto con la madre de Hatshepsut, la esposa oficial Ah-Mes Ta Sherit, como con la concubina Mut Neferet, que dio a luz a su medio hermano y esposo, el futuro Tutmosis II. Desde la adolescencia de la niña, dos personajes secundarios marcaron con fuerza su vida. El primero fue Ineni, consejero y arquitecto real, que frustró en dos ocasiones el intento de Hatshepsut por acceder al poder en solitario. La primera ocasión en que Ineni se interpuso en su futuro se dio al fallecer su padre, momento en que el consejero logró que Tutmosis II fuera nombrado faraón y Hatshepsut se vio relegada a gran esposa real de su hermanastro. La segunda ocasión llegó con la muerte de Tutmosis II, cuando Hatshepsut fue de nuevo arrinconada y nombrada mera regente de Tutmosis III. Esta situación no se alargó y en 1472 a.C. logró deshacerse de Ineni y se erigió en reina absoluta.
El mejor hombre en su vida. Mucho más productiva fue la influencia del otro gran hombre de su vida, Senenmut, también arquitecto real y el principal apoyo de la joven desde su adolescencia y hasta su muerte. No sólo fue el artífice de la mayor parte de la espectacular obra constructiva que desarrolló la faraona, sino que, según se sospecha, su relación traspasó el límite de lo estrictamente político y fue toda una historia de amor. De hecho, se le ha llegado incluso a adjudicar –sin base sólida– la paternidad de Neferu-Ra, la hija de Hatshepsut. Durante sus 22 años en el poder, apenas se libraron batallas y las Dos Tierras vivieron uno de sus más extensos periodos de pacificación. Fueron dos los objetivos en los que Hatshepsut concentró sus esfuerzos políticos y económicos: la actividad constructora y la expedición al País de Punt. Senenmut dirigió espectaculares trabajos arquitectónicos por todo Egipto, especialmente en Tebas y Karnak, pero la obra que alzó al olimpo histórico a arquitecto y reina fue Deir el Bahari: un templo funerario incrustado en la roca, formado por terrazas y rampas, que aún hoy puede contemplarse en todo su esplendor. De la expedición al País de Punt sabemos por la decoración en éste y otros templos en los que queda patente la importancia que este hecho tuvo durante el reinado de Hatshepsut. El propósito de la expedición a estas tierras –posiblemente Somalia– era lograr la preciada mirra. Los egipcios cumplieron sobradamente y la delegación llevó a Egipto maderas, oro y un sinfín de especias naturales desconocidas hasta el momento. La luz de Hatshepsut comenzó a apagarse con la muerte de Senenmut y la adolescencia de Tutmosis III, que comenzó a reclamar su derecho al trono. Se desconoce cómo murió la reina, pero lo que sí ha quedado claro es el odio que le dedicó Tutmosis III, quien trató de borrar todo vestigio de ella para que la Historia no conociera su existencia. Sin embargo, su reinado y su legado dejaron una impronta indeleble.
Egipto..Tres nuevas tumbas de nobles…
Fueron descubiertas hace un tiempo, pero sólo han sido abiertas ahora. Tres nuevas tumbas de nobles del Imperio Nuevo (siglos XVI a XI a.C) pueden visitarse desde esta semana en la ciudad antigua de Luxor (Egipto). Concretamente, en la zona conocida como Qurna Marai, donde numerosos altos funcionarios de los faraones disponían su sepelio para, al menos, no alejarse demasiado de las tumbas de los reyes. Uno de ellos, de hecho, fue virrey del faraón Tutankamón en Kush, el territorio del sur. Era conocido como Huy y por los jeroglíficos que decoran su tumba sabemos que vivió en el siglo XIV a. C a las órdenes del faraón niño. Las otras dos tumbas que algunos turistas han podido pisar ya son las de Amón Im Inet y Amón Im Hep, dos sacerdotes de la XIX dinastía. Las tres fueron inauguradas por el ministro de Antigüedades, Mamduh al Damati, en el intento de dar la máxima difusión al evento. El turismo en Egipto no pasa por su mejor momento y la reciente caída de un avión ruso en el Sinaí por causas aún desconocidas no parece que vaya a ayudar. Pero las autoridades egipcias no se dan por vencidas en su intento de remontar una situación en declive desde la revolución de 2011. Y para lograrlo no les falta precisamente patrimonio que mostrar. Por eso, paralelamente a la inauguración de estas tres tumbas, también se han reabierto dos en el Valle de los Reyes que estaban en restauración: las de los faraones Hormohep y Tutmosis III.
Revelaciones sobre la tumba de Tutankamón
Tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes.
AFP PHOTO / KHALED DESOUKI
Si los cálculos del arqueólogo británico Nicholas Reeves no fallan, el hallazgo de la tumba de Nefertiti podría estar más cerca que nunca. Los primeros exámenes a los que ha sido sometida la angosta sepultura de Tutankamon han revelado indicios de una cámara oculta en su pared norte, tal y como sospechaba el experto que se ha propuesto desvelar el enigma que rodea el descanso de la reina cuyo busto fijó nuestro canon de belleza faraónica.
«Los primeros análisis indican la presencia de un área que tiene una temperatura diferente a otras zonas del muro norte», ha declarado el ministro de Antigüedades egipcio Mamduh el Damati. […]
Concretamente, el lugar de reposo del faraón niño ha sido objeto de la termografía por infarrojos, […]A través de esta técnica se ha medido la radiación de energía que emite la tumba. […]
Está previsto además que a finales de este mes la tumba sea auscultada con la ayuda de un radar.
El titular de Antigüedad insistió el jueves en las reservas que le suscita la hipótesis de Reeves. «Él dice que hallaremos la cámara funeraria de Nefertiti. Yo estoy seguro al 60% de que encontraremos algo pero no estoy de acuerdo con que sea precisamente a Nefertiti». El Damati propone, en cambio, otras candidatas: Kiya, la segunda esposa de Ajenatón y madre de Tutankamon; y Meritatón, primogénita de Ajenatón y Nefertiti que se convertiría después en esposa del monarca que protagonizó la primera y fugaz aventura monoteísta de la Historia. A pesar de las cautelas de los funcionarios egipcios, Reeves insiste en que su teoría transita la senda correcta. «Habría una cámara lateral debajo de la decorada pared oeste de la cámara funeraria y una prolongación de la tumba más allá del muro norte», detalló Reeves en una extensa entrevista concedida a este diario en agosto. En el primer caso -camuflado bajo el mural de los doce monos, símbolo de las doce horas nocturnas que debía transitar el monarca antes de renacer-, la puerta conduciría a un almacén contemporáneo al resto delo ya hollado. En el segundo, el pasaje llevaría hasta una cámara funeraria. «Mi hipótesis es que nos encontramos ante una tumba dentro de una tumba. El enterramiento de Tutankamon se habría realizado en la parte exterior de una sepultura que ya existía y que se habría adaptado para tal fin».
Según sus cálculos, la mujer que comparte vida de ultratumba con el faraón niño sería Nefertiti, consorte, corregente y probable sucesor de Ajenatón. Las elucubraciones de Reeves disponen de más pruebas de las que pudieran parecer. Su teoría responde a los interrogantes que desde el hallazgo de la KV62 han enunciado los eruditos a propósito de las pequeñas dimensiones -inusuales para un monarca de la dinastía XVIII- y el anómalo esqueleto del enterramiento. «Su plano, con el giro a la derecha incluido, es claramente el de la tumba de una reina con evidentes pretensiones regias a juzgar por el ensanchamiento del segundo pasillo».
Laia, el eslabón catalán de la evolución
La historia evolutiva de simios y monos se reescribe en Cataluña
Laia, una pequeña hembra de entre cuatro y cinco kilos, era un simio que trepaba a los árboles de los espesos bosques que ocupaban Cataluña hace 11,6 millones de años
Hace casi 12 millones de años, el territorio que ahora ocupa Cataluña era muy distinto del actual. Era un bosque cerrado, con un ambiente más cálido y con pequeños cambios climatológicos entre estaciones. Allí vivían parientes de los elefantes, rinocerontes e incluso ardillas voladoras, y una especie de simio que puede arrojar luz sobre un momento de la evolución en que se separaron los monos del viejo mundo y los grandes simios, los animales vivos más próximos a los humanos.
Los restos fósiles del nuevo simio, buena parte del cráneo y los dientes y una parte del brazo izquierdo que incluye varios elementos de las articulaciones del codo y la muñeca, fueron encontrados en enero de 2011, en un vertedero de els Hostalets de Pierola, Cataluña, y se han presentado hoy al mundo en un artículo publicado en la revista Science. Sus descubridores, paleontólogos del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, han bautizado como LAIA a esta hembra que cuando estuvo viva debió de pesar entre cuatro y cinco kilos. Su nombre científico es Pliobates catalonia, y tiene una edad de 11,6 millones de años.
Los hominoideos actuales, entre los que se encuentran los humanos o los gorilas, no tienen cola y su cuerpo les permite erguirse. Estas características podrían haber estado ya presentes en el ancestro común de los homínidos y los hilobátidos, un grupo en el que se encuentran primates como los gibones. Además, los nuevos hallazgos sugieren que aquel ancestro, del que también procedemos nosotros y que debió existir hace entre 15 y 20 millones de años, se parecería más a los pequeños gibones que a los grandes antropomorfos actuales como chimpancés o gorilas.
Es muy destacable que la anatomía del brazo de Laia, en particular la articulación entre el húmero y el radio, y los huesos de la muñeca, ya presenta el diseño básico de los hominoideos actuales. Su inteligencia no daba para mucho: su grado de encefalización era similar al de los monos y gibones actuales y muy inferior al de los grandes falsantropomorfos y ni digamos a nosotros.
Más que un animal poderoso, LAIA sería una criaturita de aspecto similar a un loris, los pequeños primates perezosos actuales del sur y sudeste de Asia. Su vida habría tenido unos horizontes muy limitados, dedicada a coger fruta madura (la dieta frugívora la acreditan las marcas microscópicas dejadas por los alimentos en la superficie masticatoria de los dientes) en las ramas de los árboles y atenta siempre a la amenaza de los numerosísimos depredadores que acechaban en unas selvas semitropicales llenas de fauna de lo más extraña y peligrosa (incluidos los tigres dientes de sable y hienas). Los investigadores sospechan que la monita de nuestros orígenes, una hembra (se sabe por los dientes, el alveolo revela un canino pequeño), un ejemplar adulto, pasada ya su mejor época, quizá de 7 u 8 años, pudo haber acabado sus días en las fauces de algún carnívoro. Es a lo que parece apuntar el que se conserven mejor los huesos de su parte izquierda: el depredador se hartó con la parte derecha de Laia. Ella y sus congéneres, señalan los científicos, se moverían de manera lenta y cautelosa columpiándose por las copas de los árboles con una gran flexibilidad de movimientos y cierta capacidad de colgarse de las ramas.
“Los hominoideos actuales se caracterizan sobre todo por ser trepadores verticales y suspensores, y esto es posible gracias a una estructura corporal muy determinada”, explica David Alba, autor principal del estudio. “En el caso de Pliobates, tenemos un brazo completo con sus huesos que nos muestra una combinación de caracteres en la articulación del codo y la muñeca que estaría adaptado a un comportamiento trepador lento y cauteloso”, continúa. “Se colgaría de las ramas, pero no de forma tan acrobática como los grandes antropomorfos actuales ni los gibones”, añade. […]
[…] Laia está millones de años más allá de cualquier proceso de hominización […] explicó que el hecho de que hayan aparecido primates del Mioceno en Cataluña y no en otros lugares de España se debe a cuestiones geológicas y paleoambientales. “Cataluña era entonces el extremo más hacia el sur de una paleoprovincia que se extendía por centroeuropa y en la que el clima era más húmedo que en el resto de la península ibérica, lo que explica que aquí hubiera primates y fuera no” […]
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