Dos organizaciones no gubernamentales, de las de peso, están «pringadas» en este asunto. Los Lunis ya se pusieron de acuerdo, hace unos años, con la Unicef, para promover el lavado de manos. Ahora, la Unesco ha nombrado a Ignác Semmelweis, el descubridor de la higiénica medida, personaje del año. Y es que se celebran los 150 años de su muerte. Su historia es la de uno de tantos genios incomprendidos que pueblan la crónica «negra» de la medicina. Su vida acabó en tragedia. Solo 20 años después, Pasteur y Koch demostraron lo que a él le negaron, bajo la acusación de que culpaba a los cirujanos de las infecciones.
Hoy día se le considera una de las grandes figuras de la corta vida de la Medicina Preventiva, pero pocos son los restos de su legado (Florence Nightingale tiene un Museo en Londres, Pasteur, un Instituto mundialmente famoso, y Fleming, una calle «de postín» en Madrid).
Su aportación ha sido, y sigue siendo, fundamental (el lavado de manos es, en la actualidad, una batalla a ganar en la prevención de las enfermedades en todos los países en vías de desarrollo).
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