Liga Interna de Baloncesto (y 16)

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Acto final con la entrega de trofeos.

El Cuadro de Honor ha quedado así:

Máximo encestador: Samuel Jara (3ºA)

Jugador más valioso (MVP): Raúl Orejana (2ºB)

Equipo ganador del Grupo B: 2ºX (recogió el trofeo la capitana, Paula Valdés)

Equipo subcampeón: (recogió el trofeo el capitán, Carlos Bodega)

Equipo campeón: 2ºB (recogió el trofeo el capitán, Miguel Arjona)

Partido de las Estrellas

Los leones indomables

La selección de fútbol de Camerún tiene ese sobrenombre. Desde este junio, en la historia del deporte de este colegio, ese será el apodo con el que se conozca al equipo de 2ºB. Al menos en mi memoria, así les recordaré. Sin ninguna duda, el mejor equipo de baloncesto que ha pasado por la Liga Interna en los muchos años que esta competición lleva celebrándose. Una pareja de eléctricos escoltas, tiradores, penetradores, bases cuando se requiere (le da igual al equipo no tener un base puro, se apañan bien sin ello), un pivot atlético y saltarín, un ala-pivot reboteador y tirador (hasta de tres), un bajito vivaracho, inquieto y peleón y varios reservas de lujo (dos de ellos no estuvieron en el partido), grandes defensores todos ellos y que meten siempre sus canastitas.

Y es que según sesudos críticos, no eran favoritos en el encuentro que les enfrentaba a los mejores elementos de los demás equipos. La mejor base del Campeonato, incluídos chicos (Paula Valdés), el mejor reboteador y taponador (Carlos Bodega), dos tremendos aleros, rápidos y potentes, uno de ellos máximo anotador del torneo (Pedro Tomás Carrasco y Samuel Jara), acompañados de «secundarios» de lujo: Óscar de Pablo, Andrés Valera y Raúl Mínguez. Pero les dió igual, salieron a comérselos, con el insaciable ansia de los leones indomables. Con una defensa dura e implacable  y un ataque metódico y controlado. Y con verdaderos deseos de ganar.

El primer cuarto fue espectacular, con fuerte intercambio de canastas de calidad  y Carlos, Pedro y Paula enchufadísimos. Enfrente, solo la réplica de Alejandro y un triple de Miguel salvaban los muebles (11-12 para la selección).

Ajustáronse las defensas, sobre todo la de 2ºB, y ataron en corto a las estrellas contrarias en el segundo cuarto. El bajito vivaracho e inquieto (Fernando Trigos) hízose notar (tenía ganas, después de ausentarse prácticamente todo el Campeonato), así como el Sr. De Llano (su canastita no fue ya sino algo normal), y se llegó al descanso con 19-16 para los de Miguel.

El tercer cuarto fue igualado, pero una pequeña ventaja de los de 2º llevó el marcador a un 25-19 que hacía presagiar sangre, sudor y lágrimas a la selección si quería ganar.

Hubo lucha, por tanto, en el último período. Remontaron las «estrellas», con un Samuel decidiendo, además de participando, en el juego. Los empates se sucedieron hasta los instantes finales. Con quince segundos por delante, una pérdida de balón de la selección provocó su derrota.

Entre las causas de la victoria de los campeones está, sobre todo, su deseo de ganar. Les anularon el contraataque, les impidieron las penetraciones, los intentos de canastas fáciles eran respondidos con garrotazos… Todo ello, y el tanteo final, habla bien a las claras de la gran defensa de los derrotados, pero es que sus rivales defendieron aún mejor, y, aunque sufrieron en ataque, se mostraron más concentrados en los momentos decisivos.

Los de la Selección jugaron así:

Raúl Mínguez, algo abrumado por la responsabilidad, no fue el mismo que en otros partidos. Se olvidó de penetrar y no tiró, a pesar de que tiene una gran puntería a tres metros. Lucho mucho, defendió bien y ayudó en la circulación del balón.

Álvaro Rodríguez estuvo timorato y algo nervioso. No fue tampoco el de otras ocasiones. No tiró, y su acierto a media distancia lo hubiera necesitado su equipo. En defensa estuvo bien y también movió la pelota con acierto.

Samuel Jara estuvo en el partido en las jugadas clave, pero sus compañeros notaron su ausencia, sobre todo en la anotación, durante todo el partido. Un máximo encestador de la competición no debe conformarse con solamente 3 canastas. Bien es cierto que en el último cuarto asumió bien la responsabilidad.

Paula Valdés confirmó sus habilidades, que son muchas, y llevó bien las riendas de su equipo. Metió dos canastas, pero quizás debió tirar más (su tiro de tres estuvo bien defendido). Mantuvo un divertido pique con el capitán rival, pero eso no se si hay que comentarlo en la prensa rosa (o amarilla).

Andrés Valera colaboró mucho en el rebote y estuvo en su línea habitual, aunque no tuvo mucha suerte en ataque. Metió, eso si, la canasta del partido, tirando de espaldas. Por cierto, para espectadores profanos y mal informados (hubo cierta rechifla), diré que eso se lo he visto ensayar, acertando con cierta frecuencia, en las clases de baloncesto.

Pedro Tomás Carrasco fue el timonel de la nave. Tiró del carro durante todo el partido. Reboteó, defendió, movió el balón, entró a canasta, asistió y encestó con regularidad. Fue el que con más ahinco buscó la victoria de los suyos.

Óscar de Pablo no fue el de otras veces, aunque suplió con suficiencia a los «monstruos» de su equipo. Defendió con su garra habitual, y aunque no se prodigó en ataque, al final se entonó, con una canasta valiosa.  Ayudó lo que pudo en el rebote.

Carlos Bodega estuvo bien durante todo el partido, en su papel de «center». Entró con valentía a canasta y reboteó con acierto. Solo un punto negro: su ausencia de la cancha en la decisiva jugada final (alegó lesión).

Y así jugaron los ganadores:

Miguel Arjona, el mejor 4 del torneo, buen defensor (por necesidades del guión tuvo que defender a Paula), buen reboteador, buen tirador (no se prodigó, pero metió el único triple del encuentro) y muy seguro moviendo el balón.

Raúl Orejana, imperial. Ayudado en ocasiones por Miguel, casi siempre se las tuvo tiesas contra todos los enemigos (que eran muchos) bajo los aros, y salió victorioso de casi todas las refriegas. Colocó  algún espectacular tapón y fue el máximo anotador del choque. Sin ninguna duda, MVP del partido.

Juan Carlos Bernardino y Alejandro Serrano, estupendos en defensa, multiplicándose para evitar penetraciones y tiros de tres, fueron claves en la victoria. En ataque estuvieron algo más discretos, ante la inexpugnable zona contraria, pero los cuatro  puntos de cada uno tuvieron su importancia también.

Álvaro de Llano defendió (y molestó) con su eficacia habitual y metió una canastita que solo sorprendió al ignorante público (a mi, no).

Y Fernando Trigos, imprescindible en este partido. Defendió muy bien, y sus tres canastas fueron de oro, sobre todo la del último cuarto. Teniendo en cuenta lo caro que estuvo el contraataque (su especialidad, pero no hubo apenas), su actuación fue magistral.

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