El rebelde, el iconoclasta, el transgresor, el creador de tendencias, el artista total, ha muerto, tras una silenciosa batalla de año y medio contra el cáncer. Como músico, nadie se ha librado de su influencia. Desde Madonna o Michael Jackson, hasta Prince, Bon Jovi, Nirvana o Lady Gaga, todos le deben algo de lo que son o han sido.
Sus primeros años, los mejores, en mi opinión, ya dejaron clara su creatividad y su espíritu innovador. Introdujo la música electrónica en el rock, sentó las bases del heavy, de la new wave, del tecno… Dominaba la escena como nadie, y cantaba baladas lo mismo que música disco (en la segunda época de su carrera).
Músico genial y extraordinario compositor, tocaba el piano, la guitarra y la armónica, aunque todo empezó cuando sus padres le compraron un saxo. Su voz no era prodigiosa, pero con un timbre precioso y dominaba como nadie el falsete.
Persona equilibrada y con la cabeza siempre muy bien amueblada (y ayudado económicamente, como no, por esa legión de fanáticos seguidores que siempre compraba sus discos, aunque hiciera cosas más que discretas), rompió el tan manido tópico del músico raro, caprichoso e intratable. Todos sus compañeros de profesión le apreciaban, hasta el punto que ha sido de los pocos en colaborar (y llevarse bien) con los Beatles y con los Rolling Stones. Tina Turner, Queen, Eric Clapton o David Gilmour (Pink Floyd) también saben lo que fue compartir el escenario con él.
Y qué decir de su «supuesta» ambigüedad sexual. Con más sentido comercial que otra cosa, hacía buenas migas con su «lado femenino». Sin embargo, sus grandes amores fueron mujeres espectaculares: Angie, su primera mujer, a la que cantaron los Rolling, e Imán, la modelo somalí con la que ha permanecido unido hasta su muerte. Los que le conocían hablaban de que fue un hombre afable y familiar (además de muy culto). Deja dos hijos, uno de ellos, cineasta de prestigio en el cine independiente, Duncan Jones.
Y hablando de cine, su carrera como actor le mostró como apreciable intérprete. Inolvidable su papel de genio en «Dentro del Laberinto», su mejor actuación fue la del prisionero de los japoneses en «Feliz Navidad, Mr. Lawrence». Y recientemente, le vimos en un papel a su medida, rodeado de rayos y truenos, como Nikola Tesla en «El Truco Final».
La música triste, enigmática, casi siniestra, de sus últimas canciones, refleja su infructuosa lucha contra la enfermedad. Pero hasta en eso ha triunfado, porque ha conseguido, después de muerto, lo que siempre le fue negado en vida, llegar al número uno en USA.
Ahora descansa en el sitio donde más le hubiera gustado estar, en las estrellas. No te olvidaremos. Por siempre, Bowie.
Ahí van tres vídeos de su primera época y su inenarrable colaboración en el «Tonight» de Tina Turner.