Los aficionados al baloncesto estamos enfrascados en una ardua polémica, y eso nos pasa por comparar dos cosas que no tienen nada que ver, que son la NBA y la ACB.
Llull no es el líder del equipo, aunque a veces lo parece. Curry es un crack (ya lo avisé dedicándole un post el año pasado), a pesar de que tira hasta las zapatillas y de que en su equipo saben a la perfección lo que es un «aclarado» . Salvando las distancias, el equipo que presentó Golden State en Oklahoma era el de los días de fiesta (o sea, un equipazo). No se puede comparar el Madrid con ellos, pero si es de justicia decir que contra el Pamesa (líder de la Liga) no estaban ni Sergio Rodríguez, ni Rudy Fernández, ambos lesionados, y que, tanto en la conducción del juego, como en la anotación, son fundamentales. Que el mallorquín hubiera estado más aliviado y con menos responsabilidad en el juego es un hecho. Pero eso no quiere decir nada. Jaycee Carroll o Andrés Nocioni se las pintan solos para machacar a cualquiera con una racha de las suyas. Con lo cual queda un tanto tramposo decir que el Pamesa solo le tenía que defender a él y que Oklahoma tenía a muchas grandes estrellas a las que defender.
Otra trampa es decir que Llull en la NBA no haría nada. Ya ha habido muchos españoles de su nivel que han triunfado allí, y no hay que olvidar tampoco que rechazó, el año pasado, un contrato garantizado, por parte de los Houston Rockets, de 25 millones de dólares por tres años (eso es más de lo que gano yo en un mes). No sabemos si Llull, con sofisticados sistemas de juego pensados para él, haría diabluras. Puede que no las que hace Curry no (el tiro, el manejo de balón y el sentido del espectáculo que tiene el americano son únicos), pero haría otras (posiblemente, hincharse a asistencias). Y, evidentemente, con mucha modestia, como la que usó para decir que su tiro fue un churro, cuando cualquier entendido en baloncesto sabe que para que entre el balón a esa distancia primero hay que tirarlo bien, en esa dirección, y con la parábola adecuada. Luego, claro, influye la suerte, pero esto también hay que matizarlo, porque no es la primera vez que lo hace. Digamos que tiene muy bien pillada la dinámica del tiro a muy larga distancia (con lo cual de vez en cuando le entra uno)
Dicho lo cual, ahí os dejo con los dos monstruos: Llull primero, con un resumen de las «cositas» que hizo durante el partido (atención a su canasta a cuatro segundos del final). Después, nueve minutos estupendos de la actuación de Stephen Curry contra Oklahoma, es decir, un mano a mano espectacular entre el mejor tirador de la NBA y el segundo, un señor llamado, Kevin Durant. No debo decir (pero lo diré), que la celebración, en la cancha de los rivales, sería impensable aquí (se pasan, él y sus compañeros, tres pueblos). Ahí si le gana, sin ninguna duda, nuestro Sergio. Elegancia y modestia.