Liga Interna 2015 -16 (17)

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Algo huele a podrido en Dinamarca

El título de la crónica del partido entre 4ºA y 4ºB no podría ser otro que la famosa frase que Shakespeare puso en boca del príncipe de Dinamarca (Hamlet, a la sazón). También cuadraba «Ser o no ser…», si vamos a eso.

Y el caso es que «mis» chicos de 4ºA huelen un poco mal, algo así como a materia en descomposición. Y no puede ser de otra manera en un equipo en el que el líder se lo pasa mejor jugando al escondite con la organización del torneo que dedicándose a las molestas e ingratas tareas que conlleva ser capitán. Con su ausencia y la de tres apreciables jugadores más, solo la brega y el pundonor del reciente fichaje Guillermo Rubio (nuevo comandante en jefe) y la honestidad y el señorío de Antonio Blanco, Iván Herranz y Paula Ramos lograron que la nave se mantuviese a flote (hay que recordar que este equipo ya estaba amenazado de expulsión).

Hay que hacer notar que la proverbial caballerosidad de los rivales permitió, además, que ciertos invitados actuaran en una función que se anunciaba como drama y que, gracias a ellos, tuvo un honroso final. Gracias emocionadas, por tanto, a Alejandro Mansilla y a Marta Vallejo, sin los cuales esta Liga tendría muy difícil seguir adelante.

Decir que el partido fue un monólogo de 4ºB es lo de menos, porque lo cierto es que la lucha y valentía que pusieron los de 4ºA en la batalla fue, por momentos, admirable. El resultado final, 47-8, no expresa, por ejemplo, el dato de que entre los tres jugones (y chupones, dicho sea sin ánimo de ofender) del grupo ganador sumaron 35 puntos. En su ausencia, es posible que estuviéramos hablando no de un tanteo más ajustado, sino incluso de una derrota de los favoritos para «The little ring».

Por los de 4ºA jugaron:

Antonio Blanco, eléctrico y ubicuo «correcaminos», cogió rebotes, cortó pases, corrió con y sin balón y dejó muestras de su incansable e irreductible corazón. Su gusto por llevar la bola controlada y a toda velocidad hacen de él un base (o al menos, un escolta) notable, en potencia. ¿Qué haría este chico, con fundamentos, en la cancha? (Un consejo: pelea por el rebote en ataque y mete esas que caen debajo del aro, serías un buen «pescador»).

Guillermo Rubio fue el cerebro de los suyos. Intentó subir, mover y pasar el balón y ordenó jugadas y movimientos a sus compañeros. Con gran visión de juego, es además un hábil penetrador, aunque adolece de buen tiro de cerca (¡no tienes que aprender a tirar de lejos; si ya penetras bien, mételas debajo!).

Paula Ramos, incansable también, y luchadora, como siempre, se supo buscar las lentejas, a pesar de recibir poco juego. Eso quiere decir que la pelirroja jugadora aprovechó muy bien sus oportunidades en ataque: con sus tres puntitos, fue la máxima anotadora de los «autóctonos». Excelente, y cada vez más «suelta» (sobre todo de pelo) en el campo.

Iván Herranz, correoso defensor, colaboró bien en la salida y la circulación de balón. Jugador muy seguro y potente, sabe lo que hacer y siempre elige lo mejor. Interceptó unos cuanto pases y capturó también algunos valiosos rebotes. No se prodigó mucho en ataque, pero estuvo a punto de meter alguna que otra.

Alejandro Mansilla, atracado sin piedad, cumplió sobradamente con sus compañeros «de ocasión». Ayudó sobremanera a mover y subir la pelota, defendió con ardor, cogió muchos rebotes y realizó una gran selección de tiro, aunque no tuvo fortuna (hasta tres bolas se le salieron de dentro después de pensárselo). Metió un tiro libre.

Marta Vallejo fue la segunda «atracada». Y se «atracó», porque se hartó de coger rebotes, robar balones, salir al contraataque, hacer entradas y remontar la línea de fondo (como mandan los cánones de todo «power-forward» que se precie). Metió dos bonitas canastas.

Los de 4ºB estuvieron así:

Carlos Martín defendió, reboteó, penetró, asistió y encestó. Nueve puntos para un buen partido de la «intendencia» (sirve lo mismo para un roto que para un descosido). Y todo un señor en el trato con los contrarios.

Abel Alameda, todo potencia, velocidad, pelea defensiva y robos de balón. Salió muy bien con el balón controlado. De cara al aro, esta vez se quedó en un puntito, pero pudieron ser más.

Raúl López jugó en plan estrella. Se gustó y abusó un poco de los adversarios (18 puntos de todos los colores, especialmente de penetraciones, pero también con algún «coast to coast» excesivo). Lo mejor suyo, para este que escribe, fue un tapón «marca de la casa».

Alonso Romero ha encontrado su equipo ideal. Este «trotamundos» de nuestro basket (al menos ha pasado por cinco equipos, entre esta temporada y las dos pasadas), ha asentado su juego y se hace notar cada vez más. No solo la subida de balón o la circulación en ataque, sino su finísimo tiro y sus entradas (tres canastas).

Adrián Sevilla, ya convertido en escolta de postín, disfrutó con sus alardes de manejo y bote de pelota, haciendo espectaculares salidas desde su canasta. Su regate y su magnífica protección del balón mientras bota hacen de él un potencial base y/o escolta. Como además anota regularmente (dos canastas), pues «miel sobre hojuelas».

Javier Martín colaboró como siempre con su férrea defensa, su inteligencia y su seguridad en la salida del balón y en el pase. No se asomó mucho en ataque (había muchos para tirar, y pocos balones).

Pepe Rodríguez ayudó en el rebote y se movió bien en ataque. A pesar de que le siguen gustando las penetraciones con balón (que sigue haciendo de manera algo atropellada), y de que consiguió sacar rédito de una de ellas (un tiro libre anotado), sería mejor que intentase «rebañar» puntos bajo la canasta rival y practicar el tiro cercano (sería letal desde ahí, con su estatura).

Álvaro Rodríguez hizo una nueva demostración de fundamentos y velocidad. Su segundo cuarto fue excelente, con tres canastas seguidas, una de ellas espectacular (ocho puntos en total). Magnífico en su labor de base pasador también.

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