Campeonato de Ajedrez 3º- 4º ESO (15)

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Jornada 20

Con Yolanda García contrariada, (a ella le gusta mucho jugar, y más contra su amiga), por la victoria por incomparecencia sobre Marta Vallejo (¡qué no falta nunca, ese padre!), comenzaron las sorpresas, que fueron muy significativas, en esta jornada.

La partida entre Santiago Prieto y Alberto Sebastián fue, al principio, un ejercicio de caza mayor, pues, ante la prematura salida de la dama enemiga, Santi se dedicó con saña a perseguirla (suele ser víctima fácil una reina que sale «a por uvas»).  En el intento, y en un descuido, perdió un caballo.

Consiguió remontar, no obstante, y el encuentro se volvió igualadísimo, como se aprecia en el siguiente diagrama:

Negras: Alberto Sebastián

Blancas: Santiago Prieto

Mueven negras, que están al borde del mate si De7. La opción TxA no parece mala, pues si el peón se come la torre, fallece inmediatamente a manos de la reina negra, y, además la amenaza posterior sobre el peón de c3 es más que cierta.

Sin embargo, Alberto opta por De5?, con la vista puesta en el peón, y un posible doble jaque rey-torre con su dama. Santi juega DxC, y Alberto, que parece haber contado mal las piezas, obcecado en su plan, come el peón con su dama y da jaque.

La ventaja obtenida, lógicamente, le parece suficiente al líder, que intercambia las damas sin ningún problema.

Unos minutos después, finalizaba la partida por tiempo, con la victoria por puntos del Sr. Prieto.

Acoso y derribo

No, no me refiero al dudoso «arte» y/o «espectáculo» consistente en acosar y alancear un toro bravo, pero bien pudiera denominarse así a lo no menos típica faena instaurada desde hace unas jornadas en el Campeonato de Ajedrez y que, a falta de saber las coincidencias del simpático (y no hay que olvidar, a veces genial) jugador con el astado animal, basada en derrotar a Álvaro Granizo. Esta vez le tocó a Silvia Rodríguez, como antes fueron los simpares Pedro y Alberto.

Y es que el segundo clasificado está viendo cómo se reduce la diferencia, que era muy apreciable, con unos perseguidores que ya «huelen» la sangre. A falta de otras emociones, el puesto de subcampeón está en un sinvivir. Pero no adelantemos acontecimientos, que lo del presunto «principal perseguidor», viene después.

La partida empezó con la chica de 2º plantando un sólido armazón de peones centrales. Además, con un aventurero caballo conseguía capturar una torre enemiga. En el momento del primer diagrama, la ventaja de las negras ya es apreciable:

Negras: Silvia Rodríguez

Blancas: Álvaro Granizo

Mueve Silvia. Con 6 puntos de ventaja, mandan los cánones que se intercambien piezas «a cascoporro», reina por reina, por ejemplo (lo cual haría al rey salir de su guarida). Tener que poner el rey en e2 significaría, además, para las blancas, prescindir de la ayuda que podría prestarle el caballo y, lo que es peor en su situación, impediría el enroque largo, única maniobra defensiva posible. Es decir, iniciativa garantizada para las negras.

Pero las negras mueven Ad7, que no es mala cosa, pero retrasa las operaciones (cosa importante habitualmente en el inmarcesible juego de Silvia; ¡y no protestes, Álvaro, que ya la conoces y en otras te las has visto mejor con ella!).

No muchas jugadas después (aunque transcurrió bastante tiempo), nos encontramos con esta otra posición, en la que las cosas se han igualado considerablemente, principalmente porque se ve que Dios castigó a Silvia con la pérdida de la dama que no quiso intercambiar antes.

Las blancas, a pesar de contar con su reina, tienen un alfil muy torpe y una torre encerrada. Las negras, a pesar de su «minusválido caballo, tienen bien defendida la línea 8 y solo pueden atacar.

Y lo hacen. Silvia mueve Td7¡ y asesta un golpe decisivo, pues la dama de Álvaro no tiene más remedio que morir en la batalla.

Quedaban 5 minutos escasos para el final, y las negras se limitaron a conservar la ventaja.

El cuento de la lechera

Fue solo un cuento de tres páginas, de esos con letra grande para niños pequeños, porque se acabó en un suspiro. Así se fueron las ilusiones de nuestro protagonista por colocarse a medio punto del segundo puesto del Torneo.

Y es que la partida entre Pedro Sánchez y Pepe Rodríguez, que comenzó un pelín antes de terminar la que acabo de comentar, empezó, y continuó, y terminó, de manera catastrófica para el jugador de 3º. Su rival, que ya le ganó hace unos meses, volvió a conseguirlo, con un ajedrez sólido, sin fallos apreciables, al menos hasta el final.

Negras: Pedro Sánchez

Blancas: Pepe Rodríguez

En este primer diagrama se muestra que la superioridad de Pepe es asombrosa. La reina negra a duras penas consigue defender la posición. Escaso bagaje el de le Torre de a1, que, ante las urgencias defensivas, parece inalcanzable. Y una pena lo del peón central, que en otras circunstancias, con la columna e despejada (más parece una autopista que una columna), merecería más de un esfuerzo.

Mueven blancas. Pepe opta por defender la torre con el alfil, en vez de atacar el caballo con la torre. Es un caballo, de todas formas, sin mucho futuro. Pedro no tiene más remedio que jugar CxT, y perder al noble equino a continuación. Eso da un respiro a las negras, que juegan bien: Rf7. Las negras han perdido la ocasión de asestar un golpe definitivo, el que hubiera supuesto la jugada Ce7, que hubiese arrastrado a Pedro, irremisiblemente, a intercambiar las reinas.

Momentos después, con ambos jugadores jugando de manera precisa, se produce esta situación:

Le toca mover a Pedro: Dh2+. Pepe defiende con acierto: Tg2.

Hay que hacer notar que si la posición de la reina negra y su torre de h estuviesen invertidas, otro gallo hubiese cantado (mate en pocas jugadas), pero la película no fue así.

Llegan los errores: Pedro juega Pe4?, pero Pepe mueve aún peor, con Ac6??. La reina negra suspira con honduras (capital Tegucigalpa) y hace «mutis por el foro»: Dg4.

Lo demás fue un querer y no poder de Pepe, en una baldía persecución con jaques sin cuento al rey enemigo, en una estrategia que, sin orden ni concierto, más parecía  buscar el final por puntos que el K.O.

Y así sucedió, con el Sr. Sánchez maldiciendo a los cielos por el (inoportuno) mal día, y un Sr. Rodríguez que logra mantenerse, un día más, por delante de su hermana en la clasificación (que es, al fin y al cabo, lo que él quiere).

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