El «tapado»
La Primera Fase terminó, por fin, con el partido entre 1ºA y 1ºX, que había sufrido ya dos aplazamientos. Y lo hizo con la sorprendente, pero menos, victoria de 1ºX. Y digo «pero menos», por varias razones, que explican por qué los ganadores pasan, con todos los honores, a formar parte de los serios candidatos al título. A saber:
1º) Los de Carlos Martín (capitán, esta vez) habían dado ya varios toques de atención, entre los que hay que destacar el partidazo que disputaron contra sus «amigos» de 1ºB, que, a su vez, se las habían puesto «tiesas» a sus rivales de hoy.
2º) El jugador «franquicia» de 1ºA, que, sin desmerecer a los demás, no es otro que el Sr. Carrasco (don Pedro Tomás), atraviesa un período delicado en cuanto a su estado físico. Aunque también hay que decir que cuando ganaron a sus principales rivales (hasta hoy), le pasaba lo mismo y no pió nada (y jugó un partidazo).
3º) Un factor «menor», pero también de cierta influencia, puede ser la presencia de solo cuatro jugadores en los derrotados. Y digo menor porque los ganadores solo presentaron cinco, así que tampoco pudieron descansar demasiado. A pesar de eso, da que pensar que se llegase con igualdad absoluta al último cuarto y que en 1ºX anotasen tres jugadores, y en 1ºA, solo uno (la única canasta en ese período)
4º) Coincidió un partido perfecto de 1ºX (a pesar de sus significativas ausencias), con uno bastante mediocre de 1ºA, el cual paso a comentar, a mayor abundamiento:
«Like a gun show»
Ya sabéis que no me gusta hacer sangre de los fallos, y que suelo ser más que positivo en mis apreciaciones, pero esta vez, abusando de la confianza que creo que me tienen, y, sin que sirva de precedente, voy a a hacer una acerva crítica.
La traducción es la que estáis pensando: como una escopeta de feria. Y aunque la expresión en inglés es dudoso que exista, es muy espectacular. Porque fue todo un show el chorreo de lamentables tiros de tres que se marcó el conjunto de Rubén Ajenjo. Un 0 de 13, en el que hay que destacar a Pedro Tomás (por su buena selección de tiro, ya que fue el único que consiguió que tocasen el aro sus intentos) y al mismo Rubén, que con 0 de 5 merece el dudoso título de «Pedro Picapiedra» del partido. Pero no se salvó ni «el Tato», porque también fallaron Daniel Delgado y Guillermo Rubio. Fue especialmente estrepitoso el 0 de 7 del primer cuarto. Eso sí, se lo tomaron con su habitual humor (¡y que no falte!).
Respecto al juego, estuvo muy igualado. 4-3 para el A en el primer parcial. 9-11 para el X al descanso. 15-16 seguían arriba tras el tercero. Y al final, 17-21 para ellos. Por 1ºA, el único que parecía verdaderamente concentrado (y eficaz) fue Pedro Tomás, que con sus 11 puntos aguantó lo que pudo. Mención aparte merece el dato de que solo hicieron 7 faltas (5 de Rubén), preocupados porque solo eran cuatro en pista. En 1ºX, actuación coral sobresaliente, con tres jugadores por encima de los tres puntos (y tres triples anotados, faceta en la que destacó Carlos Martín, con dos).
Los de 1ºA estuvieron así:
Rubén Ajenjo, aparte lo ya comentado, culpa no de la mala puntería, sino de la «mejorable» selección de tiro, ayudó lo que pudo en la dirección de juego (entre él y Guillermo logran una más que correcta función de base, sin serlo ninguno de los dos) y fue el único que se tomó la defensa en serio. Fue eliminado, pero queda claro que si sus compañeros hubieran defendido como él (con que solo hubieran hecho 3 faltas cada uno), el resultado podría haber sido otro. Respecto a la anotación, solo una canasta, que debían haber sido unas cuantas (¡amagas el triple, pero en vez de tirarlo, penetras y tiras de cerca, chaval!).
Daniel Delgado sigue desaprovechando el enorme potencial y la clase baloncestística que atesora. Alega también problemas físicos, pero con su envergadura debería ser el rey de los rebotes. Lamentable que en este equipo todos se peguen por no entrar en la zona, salvo cuando está vacía (en los contraataques). Puso alguna nota de cordura, ordenando de vez en cuando el juego, y metió dos canastas (una, de cuchara, fue espectacular; la última, en el cuarto definitivo, fue la única de los suyos en ese período). Aprobadillo.
Pedro Tomás Carrasco fue el de siempre, durante los tres primeros cuartos, es decir, en el tiempo en el que solo le dolió el hombro. 11 puntos, con sus penetraciones de fantasía, sus contraataques y alguna canasta tras rebote de ataque. Pero su actuación en el decisivo estuvo lastrada, además, por el cansancio. Solo así se explican su poca colaboración y su cierta pasividad ante los acontecimientos. Cogió, no obstante, muchos rebotes, y pasó siempre bien el balón. Defendió correctamente, aunque algo tímido (solo una falta).
Guillermo Rubio, el escolta que hace de base, manejó el balón con criterio, subiéndolo con velocidad y desborde (con la colaboración de Rubén), cortó algún que otro pase (uno muy bueno al final) y, jugador inteligente, buscó siempre bloquear en ataque, movimiento no ensayado y que sus compañeros no siempre entendieron (y hubiese sido fundamental para mejorar la selección de tiro). Capturó también unos cuantos rebotes, aliviando del tema a sus dolientes pivots. Cero personales, con cero riesgo en defensa, pero una correcta labor en esta faceta. Tímido ante la canasta contraria, debió tirar más (y de dos, pues sabe penetrar con velocidad).
En 1ºX jugaron así:
Carlos Martín fue el culpable del salto en el marcador («il sorpasso») de su equipo. Sus dos espectaculares triples pusieron a los suyos por primera vez por delante (en el segundo cuarto), puesto que ya no abandonaron. Pero es que, además, esos tiros llevaban un mensaje claro: ¡vosotros no los metéis, nosotros sí! El equipo que lleva 0 de 7 en el primer cuarto y que ve cómo le caen tres seguidos (estos dos de Carlos más otro de Luis en el tercero), observa de cerca los negros nubarrones de la derrota. 9 puntos en total, una lucha incansable y una defensa ejemplar (haciendo faltas siempre necesarias), para una gran actuación, que le convirtió en uno de los artífices de la victoria.
El coloso
Iba a poner «de Rodas», pero como sois «mu» graciosillos, ya sé lo que me ibais a contestar. Iván Ortiz. No tengo palabras. Ayudó a subir el balón, regateando incluso con fundamento y estilo (por derecho, como los toreros), defendió con garra y ardor, bloqueó en ataque y metió una merecida canasta (pudieron ser unas cuantas), pero donde destacó sobremanera fue en el rebote. No sé si fue el máximo reboteador del partido, pero le debió de andar cerca. Por momentos recordó a Felipe Reyes, cogiendo la posición y cuerpeando con los pivots rivales. Se creció tanto en esta faceta que se atrevió a intentarlo incluso con Pedro Tomás delante. Soberbio.
Abel Alameda juega ya como un experto, con una confianza y un desparpajo tremendos. Además de defender como una lapa y ayudar a subir y a mover el balón, lo que hace siempre con seguridad no exenta de rapidez, busca bloquear y penetra en la zona contraria con habilidad, lo que le valió para provocar una falta de tiro (encestó un punto, detalle de buen tirador) y para conseguir la canasta del partido, en una preciosa entrada remontando la línea de fondo. Excelente.
La vertiginosa lentitud
La forma de jugar, o más bien, la forma de llevar el balón controlado de Luis Sanchidrián solo tiene un símil, y está en el fútbol, no en el baloncesto. Johan Cruiff se ponía a andar, despacito, con el balón pegado al pié, y el defensa que le cubría ya se tiraba el primer pedete (de terror). Inmediatamente pegaba un acelerón y, no sabías por dónde, se había ido como un avión. Le perseguías y entonces frenaba en seco, y tú te ibas al suelo (donde ya te podías hacer la caquita con toda tranquilidad).
Luis lleva el balón y tiene varias velocidades. Domina el acelerador y el freno, y sus estupendos fundamentos (con dos formas peculiares de botar el balón, la alta y la baja), hacen muy difícil el trabajo del defensa rival. En este partido dio, al fin, el salto de calidad que todos esperaban (esperábamos). Fue el dominador del «tempo» y la mente pensante de su equipo en el campo. Tiró de genio cuando hizo falta y ejerció de líder, pidiendo siempre la bola y asumiendo la responsabilidad de subirlo y moverlo. Cogió unos cuantos rebotes, y en ataque estuvo genial también, con un triple (en el tercero), que hirió de gravedad a los contrarios, y una canasta, en el cuarto definitivo, que fue la puntilla. Extraordinario, y, con permiso de Carlos, MVP.
Adrián Saugar, esforzado y duro defensor (haciendo siempre lo necesario, incluso la falta), colaborador en el movimiento de balón, escolta imprescindible, inteligente siempre en sus movimientos en ataque (si no cruza, busca siempre bloquear), seguro en el pase, fue el comandante en jefe de la intendencia. Además, se dio el leñazo del encuentro, al intentar cortar un contraataque de Pedro Tomás, cuando éste se iba en «superdirecta» hasta la cocina. El suelo no le pudo ni saludar, a pesar de que la costalada fue monumental, porque se levantó como un resorte y mandó seguir el juego como si nada. Su valentía no cayó en saco roto, pues sus compañeros tomaron buena nota y redoblaron sus esfuerzos, que al final vieron recompensados.