No envié mis barcos a luchar contra los elementos
La frase, atribuida a Felipe II al enterarse de la derrota de la Armada Invencible, es muy manida para ocasiones como la que se tercia. Y es que se acumularon imponderables en contra de 1ºX, y el agónico desenlace de su partido contra 1ºB no le hizo suficiente justicia.
Ambos contendientes lucharon denodadamente por empatar, y cuatro prórrogas solo dejaron claro que los 5 integrantes del equipo de Raúl López (los elementos) fueron superiores, ¡por una canasta! a los 3 irreductibles jugadores de 1ºX (los barcos españoles) que aguantaron en el campo hasta el final.
Circunstancia previa, que a la postre se mostró decisiva, fue el «cambio de capa» de Alonso Romero, que, apenado por la presencia de solo 4 jugadores en el equipo contrario, decidió alinearse, con la anuencia de todos (incluido el corrupto árbitro), con ellos. Es muy de agradecer la deportividad de los de 1ºX, al dejar ir a «su capitán» (según él).
El tiempo normal registró igualdad a 25 puntos, después de mucha y equilibrada lucha entre amigos. Un extraordinario, pero bien secundado, Carlos Martín, opuso su calidad y acierto a un 1ºB en el que destacaron Raúl López (a pesar de estar bien defendido) y Adrián Sevilla. Se repartieron (además de estopa en regulares dosis), los tanteos parciales: para 1ºX el primero y el cuarto, y para sus rivales el segundo y el tercero.
En los momentos finales, dato relevante para la historia, se cantaron 5 segundos desde la mesa de cronometradores, e instantes después Raúl encestaba, ante la indignación de las víctimas, que reclamaron inmediatamente que había transcurrido sobradamente el tiempo anunciado. El árbitro, como no podía ser de otra forma, recurrió «ipso facto» al «instant replay» (hay que recordar que, además de árbitro (profesional), es profesor de Tecnología (aficionado), que demostró que la última canasta entró claramente fuera de tiempo.
La primera prórroga se consumió con un 5-5. La segunda, con un 6-6. Así las cosas, los de 1ºX, que ya habían sufrido minutos antes la ausencia de Abel Alameda por un inoportuno sangrado nasal, vieron cómo su valioso intendente era eliminado por faltas. Zeus, sin tener en cuenta que estaban en cuadro (en «cuatro», quiero decir), mandó otro rayo justiciero, en forma de espectacular lesión (dolorosa contractura) a Iván Ortiz. Los tres heroicos actores restantes de la tragedia aguantaron el empate a cero de la tercera prórroga, pero no pudieron evitar la puntilla de Raúl en la cuarta, con una canasta, esta vez legal, que decidió el partido (36-38).
Por 1ºX jugaron:
Adrián López, que, aparte de su regular acierto cara al aro (solo 4 puntos), intentó pertinazmente (como debe ser) entrar a canasta y contraatacar con velocidad (sus fuertes). Controló con gran serenidad el ritmo de juego (es el mejor «metrónomo» de la Liga), y fue, aparte de luchar infatigablemente en defensa, autor de una de las jugadas del partido: un prodigioso rebote en ataque entre las torres enemigas, saltando por encima de Raúl y Pepe. Aún me estoy preguntando cómo lo hizo, boquiabierto sigo.
Carlos Martín recordaba aún el partido en el que los suyos ganaron a 1ºA, en el que metió tres triples, pero no sabía lo que le esperaba. Su partido fue perfecto, o casi, porque lo único que se le negó fue la victoria. ¡Cuatro triples como cuatro soles! Pero no es lo único que hizo, no. Su defensa del «Pau Gasol» rival fue enorme, con unas rapidísimas piernas que cerraban espacios a una velocidad endiablada. Además, estuvo estupendo en el rebote. Los 21 puntos que metió hubieran machacado a cualquiera, con algo más de colaboración de los suyos (¡ay, ese Alonso!). Extraordinario.
Iván Ortíz fue el eficaz intendente de siempre. Ayudó en el rebote, defendió con garra, colaboró en la subida y la circulación de balón, bloqueó con contundencia, y, en resumen, jugó de 2, de 3, de 4, y hasta se le vió bajo el aro rival recibir el balón de espaldas y doblarlo tras un paso de baile, en un movimiento que hubiera firmado el menor de los Gasol. Aunque no anotó, tuvo el máximo de protagonismo, pues su inoportuna lesión, en la tercera prórroga, dejó a su equipo herido de muerte.
Abel Alameda estuvo soberbio. Su defensa pegajosa dificultó sobremanera el movimiento de balón adversario, pero es que donde destapó el tarro de las esencias fue en ataque, y es que algo se debe de aprender jugando al lado de Adrián López o de Carlos Martín. Sus dos puntos remontando la línea de fondo del segundo cuarto ya fueron tremendos, pero el cacho canastón que metió (también de entrada) en el tercero fue una pasada (tiritando estoy aún), todo velocidad y potencia (yo creo que algo ha visto a Sergio Llul también). 6 puntos en total. Se notó enormemente su doble ausencia (primero la de la epistaxis, y luego la de las 5 faltas).
Adrián Saugar también tuvo una notable actuación. Infatigable defensor, excelente escolta de buenos fundamentos (solo un bote de balón demasiado alto, según este modesto crítico) destacó, como siempre, por su inteligencia y gran visión de juego (pasando cuando hay que pasar, botando si es menester, bloqueando si se precisa). 5 puntos (una canasta y un triple) fueron su importante aportación en ataque.
Los «elementos2 de 1ºB me merecen estos comentarios:
Adrián Sevilla, el «clon» en la cancha de Adrián López (quizás el «Sevilla» es más escolta, y su «enemigo», más base) fue el alma de los suyos, la clave del triunfo. Juega con «su» Raúl con los ojos cerrados: le pasa, le asiste, le bloquea o le saca las castañas del fuego si está en aprietos. Sus entradas fueron fulgurantes y letales (hizo dos tremendas, con tiro adicional, que dejaron a la defensa rival hecha unos zorros). 14 puntos para un partidazo tanto en ataque (con mención especial para la segunda prórroga, en la que tras un memorable «pique» con Carlos, se acabó con empate a 6), como en defensa, pues fue «el potro de tortura» para su homónimo, la razón principal de su baja anotación.
Alejandro Mansilla estuvo inteligente y tranquilo, como siempre. Su sangre fría y su seguridad, su búsqueda continua de la mejor opción (el bloqueo, el desmarque o el pase), le convierten en una pieza imprescindible. Si le añadimos a todo ello su interesante faceta como correoso defensor, sus hábiles intercepciones de balón y su buena selección de tiro (no falló en el primer triple que intentó), debemos concluir en que cuajó una más que notable actuación. Uno, que es la mar de exigente, le pediría alguna penetración más (sabe hacerlo). Pues eso.
Pepe Rodríguez estuvo omnipresente, tanto en ataque como en defensa. Rebotes e intimidación no le faltaron, y, aunque no tuvo suerte cara al aro, su presencia en la zona supone una tranquilidad añadida para los suyos. Le falta defender algo más duro (en un partido como este, es «mu regulero» acabar solo con una falta), e intentar los tapones con algo de ferocidad (¡Raúl, cuéntale!).
Raúl López metió solo 18 puntos (de los 38 de su equipo), dato en el que me baso para afirmar que estuvo excelentemente defendido. De todas formas, ser el jugador franquicia tiene esto, que uno se la debe jugar en los momentos «álgidos». Y así fue, pues fue el autor de las dos canastas del triunfo (la anulada del tiempo normal, y la definitiva del final). Por ello la crítica especializada le ha nombrado MVP del partido. Yo tengo que ponerle un pero: no recuerdo esta vez ninguno de sus escalofriantes «pinchos de merluza», y esto le hace bajar su media en su faceta más intimidante (llevaba tres por partido). Eso sí, no faltaron sus entradas de fantasía ni sus tiritos a media distancia. Estupendo.
El elemento decisivo
Una gran tormenta con rayos y truenos venció a los españoles. Eso fue Alonso Romero, el (ex) capitán de 1ºX, que estuvo algo gris e irregular mucho rato, quizás en parte confundido y desubicado, aunque no cometió esta vez ninguno de sus pasos (ni de salida, ni de llegada). Llegó el último cuarto, y solo había encestado una vez ( a lo que había que añadir un robo un balón), y ahí, en el territorio de los héroes, metió una canasta con la que logró el empate que llevó a su equipo (perdón, quiero decir a 1ºB) a la prórroga. En el segundo de los tiempos añadidos robó un importantísimo balón, con lo cual dejó claro cómo se maneja este genial individuo ante la presión. Si además añadimos una potente y aguerrida defensa y una estimable ayuda en la subida y los movimientos de balón, solo hay una cosa más que decir, sobre todo teniendo en cuenta que las desgracias se cebaron en el equipo contrario: si llega a jugar con los suyos…
Y ahí lo dejo. Ahora vais y lo twiteais.
FERNANDO ERES UN GRANDE