El olfato, en la especie humana, tiene los días contados. En una época en la que ya no nos es esencial para nuestra supervivencia, el «patito feo» de nuestros sentidos es citado como cualidad solo a efectos simbólicos y metafóricos. Tiene buen olfato un hábil detective (by exemple, Gerónimo Stilton, o Sherlock Holmes, o Sherlock Jack). A la policia con poderío se le presupone un sabueso auxiliar (los perros son la destreza olfativa por antonomasia). Si nos referimos a la llamada «hiperestesia olfativa», habrá que citar a Jean-Baptiste Grenouille, protagonista de la truculenta «El Perfume». Y si aludimos al olfato médico para el diagnóstico, es ineludible nombrar a «House», pues el inefable Shaun Murphy (The Good Doctor) tiene más memoria (fotográfica) que olfato.
La enfermera retirada Joy Milmer tiene olfato, pero dirigido solamente (eso sí, con una puntería infalible) a reconocer la presncia de la enfermedad de Parkinson. Su extraordinario caso merece que os recomiende los dos artículos que he seleccionado a continuación.
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