El corazón impreso

Pequeñito pero resultón, porque… ¡funciona!

De momento no serviría ni para implantárselo a un feto, si tal cirugía fuese posible, porque es tan pequeñín que cabe, con frasco y todo, en la palma de la mano, pero todo se andará. La impresión 3D ha demostrado ya con creces sus aplicaciones prácticas. A su relación con la arquitectura ya le dediqué una entrada (ver «¡Imprímame una casa, por favor, señor arquitecto!» del 17/10/2015), pero los campos de la ciencia (y del arte) donde puede ser de utilidad son innumerables. Desde luego, decir que es la máquina del futuro (¡y no los móviles!) no es muy descabellado.

En cuanto a los trasplantes, qué se puede decir… Que el uso de los corazones artificiales o de los de cerdo para tratar dolencias graves tiene los días contados. Que incluso dejarán de trasplantarse corazones humanos (y otros órganos, sin duda), porque la donación no será necesaria, al tratarse de órganos creados a partir de células del propio paciente. Y que las empresas farmacéuticas están temblando, pues lon inmunosupresores (medicamentos que evitan el rechazo) no serán ya necesarios.

Si quieres acceder a un vídeo sobre el tema, haz clic aquí.

Si quieres ampliar tus conocimientos sobre el tema, este es un buen reportaje (añade vídeo también)

 

 

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