Konrad Krajewski es cardenal del Sacro Colegio de Roma. Hasta ahí, todo normal. Antes de convertirse en sacerdote, era electricista. Tras una larga carrera en el seno de la Iglesia, ocupa actualmente el cargo de Jefe de los Limosneros del Papa, o lo que es lo mismo, es el principal de los responsables de repartir donativos entre los pobres que pululan por el Vaticano. Esto no le convierte necesariamente en buena persona, pero si añadimos el detalle de que se sabe el nombre de todos ellos, ya tenemos algo a su favor.
Hace unos días tomó una arriesgada decisión. Entró en un edificio abandonado (okupado hasta hoy por 450 personas, entre ellos 100 niños) e investido por su autoridad como técnico en el asunto, rompió el precinto con el que la compañía eléctrica había cortado el suministro una semana antes, y restableció el servicio. La actuación del prelado ha levantado ampollas en el gobierno italiano, que ha puesto el grito en el cielo y ha azuzado la guerra encubierta que mantiene el Primer Ministro con el Papa Francisco, a quien se acusa de estar detrás de la ilegal accción. La polémica está servida, pero de momento, la gente ya llama a Krajevski, el nuevo «Robin Hood».