Cuando en 1998, Michael Bay, con la inestimable ayuda de Bruce Willis, Ben Afflek y Liv Tyler recreaba, en «Armaggedon», la heroica misión espacial que intentaba evitar la caida del un gigantesco meteorito en la Tierra, ya se sospechaba que la cosa tenía visos de ser posible a medio plazo. Lo que en «Deep Impact» (1998) no pudo ser (a pesar de Morgan Freeman), ni tampoco en la recientísima (2021) «No mires arriba» (a pesar de Leonardo Di Caprio), parece que se ha producido ahora.
Al menos el impacto se ha producido. La sonda DART, del tamaño de una nevera, lanzada por la NASA en noviembre pasado, ha tardado menos de un año en llegar a 11 millones de kilómetros de distancia de nosotros, para dar en la diana, un asteroide llamado Dimorfo, que orbita alrededor de otro más grande denominado Dídimo. Y las palmas de los técnicos de Cabo Cañaveral, al dejar de recibir la señas de la sonda, echaban humo. Con el peculiar espíritu competitivo «typical USA», los responsables de Defensa Planetaria (Sí, sí, es un departamento de la Agencia Espacial estadounidense!) anunciaban, triunfantes: ¡La Tierra 1, Asteroides 0!
Hay que esperar, no obstante, a los próximos días, para obtener las pruebas de que se ha conseguido realmente desviar la trayectoria de Dimorfo, en cuyo caso estaríamos en camino de acabar con una de las amenazas para el futuro de la civilización. ¡Ya solo quedarían otras veinte o treinta!
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