Joe Bonamassa (arriba) y Jack Broadbent (abajo), con sus instrumentos de trabajo.
Introducción
Hoy va la cosa de virtuosos de la guitarra. todos de rabiosa actualidad, porque han pasado recientemente por nuestro país. Todos son muy recomendables y, por si no les conocéis, os pongo piezas escogidas. Uno de mediana edad, dos jóvenes y dos ancianos que se mantienen en forma
Joe Bonamassa
(el consagrado)
Neoyorkino, nacido en 1977, puede ser considerado, sin exagerar lo más mínimo, como el número 1 actualmente entre los guitarras de blues y blues-rock. Hablo, por supuesto, de los que están en activo (Eric Clapton sigue vivo). Ávido de aprender de los grandes, ya de joven figuró de telonero de BB. King y en sus discos acometía sin pudor versiones de Muddy Waters, Jeff Beck, Buddy Guy o Cream. Es notoria su facilidad para meterse en todos los charcos y salir triunfante. Además de dar charlas sobre blues en los colegios, son memorables sus colaboraciones con el mismísimo Clapton o sus conciertos con la grandísima cantante Beth Hart. Participa, eventualmente, además, en el supergrupo Black Country Communion (en el que canta Glenn Hugues, ex Deep Purple).
Os pongo 2 temas suyos. El primero fue el éxito inicial de su carrera, «A new day yesterday». El segundo, un duelo de guitarras con el también extraordinario Eric Gales. Todo, a ritmo de blues
Jack Broadbent
(el perro verde)
Francamente, confieso que nunca había visto nada igual. La «steel-guitar» es ese instrumento que parece un vibráfono, o más bien una especie de mesa con cuerdas donde se toca con púa y una cejilla. Pero este elemento sobrenatural, británico de 36 años, toca con una guitarra sobre sus piernas usando ¡una petaca metálica vacía!
Criado musicalmente en la calle, sus actuaciones en directo son incendiarias, llenas de ritmo y energía, elevando el blues-rock a una categoría superlativa.
Aquí tenéis un par de temas y, aunque canta bien, lo más impactante es verle en acción. El primero es «On the road again» de Canned Heat, en el Festival de Jazz de Montreux. El segundo, «Black Magic Woman», de Fleetwood Mac (tema que hizo popular Santana)
Marcus King
(el niño prodigio)
La jovencísima estrella de más rabiosa actualidad es este sureño norteamericano de 28 años, amante de la música blues y del country. Entre sus influencias cita a los Allmann Brothers y a BB. King (de quien es un excelso imitador). Su facilidad para tocar es asombrosa, y recuerda al mismísimo Jimi Hendrix. Además de componer y cantar de maravilla, toca todos los palos, desde los dos estilos citados hasta el rock, el jazz, el swing o lo que le echen. Un fenómeno.
Os pongo 2 vídeos. El primero es asombroso, porque, francamente, cuando se pone a puntear sin dignarse a mirar los trastes entras en estado de hipnosis (probad si os atrevéis). El segundo es un tema de BB. King, «Sweet Little Angel» (la guitarra no se llama «Lucille» de milagro)
Robben Ford
(el pedigrí)
Este ya es otro tema. Con 73 años (de la quinta de Bruce), este californiano tiene mucho historia detrás. Tocó en sus años mozos con Miles Davis (eso da pedigrí de músico de jazz), Joni Mitchell y George Harrison. Improvisa y canta muy bien, y con solo una guitarra y un magistral manejo de los pedales consigue sacar los sonidos de casi todos los instrumentos de cuerda. Os pongo 2 temas.
Steve Hackett
(la nostalgia)
Como veis, he dejado las «viejas glorias» para el postre. Genesis fue mi debilidad juvenil (me confieso «sinfónico» de toda la vida), y haber estado en el antiguo Pabellón del Real Madrid viendo «The Lamb lies down on Broadway», con Peter Gabriel y toda esa peña, me da una autoridad moral de la que muchos carecen (je, je, je). Ahí estaba ya Mr. Hackett.
De 74 años, el londinense no solo se dedica a vivir de recuerdos, pues en sus conciertos, además de revivir a Genesis, toca muchos de los temas de su posterior carrera en solitario. Uno de ellos es tremendo, con un crescendo final apoteósico: «Shadow of the hierophant». El otro es el impagable «Supper’s ready», de Genesis (observad al cantante, «clava» a Peter Gabriel). Ahí los tenéis. Ah, y perdonad la larga duración de ambos temas, pero se trata de verdaderas sinfonías con todas las de la ley (y no de esas tontunas del jazz o el blues, je, je, je)