Si no hubiera visto hace poco en el teatro Español de Madrid una versión de «Luces de Bohemia» no se me hubiera ocurrido ese título. A los «esperpentos» de Valle Inclán, poco se les puede discutir. Tampoco voy a ponerme a criticar , en general, la filantropía. Ya lo hacen muchos en las redes. Es una práctica aceptable y ética, una muestra de generosidad de quienes tienen mucho dinero, y, a veces, buenas ideas también para gastar algunos duros. Por supuesto es, además, una hábil maniobra de ingeniería financiera y una operación de marketing magnífica, que mejora estratosféricamente la imagen de la empresa o el individuo protagonista.
Una máquina de protonterapia es un complicado artilugio de tratamiento contra el cáncer, el último grito en las técnicas de radioterapia. La maldita enfermedad, cada vez más cercada por las nuevas tecnologías, como el PET (Tomografía por Emisión de Positrones) que diagnostica tumores a nivel celular, o estos mismos aparatos, que lanzan protones contra los tumores.
Y ahora viene lo del «esperpento filantrópico». El problema es que toda esta parafernalia es carísima. Amancio Ortega, hombre estupendo donde los haya (nadie duda de su buena voluntad) ha donado nada menos que 10 de estos aparatos (cada uno vale unos 28 millones de euros) a la Sanidad Pública española, sin tener en cuenta que no hay profesionales con la formación precisa para su manejo. Y no es cuestión decidir si el dinero estaría mejor gastado en la construcción de un hospital en Gaza o en el suministro de maquinaria pesada para las zonas afectadas por la DANA en Valencia, porque una cosa no quita las otras. A todos nos consta que el empresario gallego está implicado en muchas otras obras benéficas, pero ello no es óbice para denunciar el grave problema de formación de los médicos en las nuevas tecnologías, ejemplo donde los haya de las tremendas servidumbres de la medicina patria, sanitarios admirables luchando por salvar un sistema que se les escapa.
No hablaré, de momento, de las graves carencias de médicos en muchas especialidades o del afán privatizador de algunos políticos. De momento.
Con un clic, ahí tenéis un interesante artículo sobre la protonterapia. Y, a continuación, puedes descargar el del día 10/12/2024, que me dio pie para hacer esta entrada: