Las hormigas se comen a los elefantes
No suelo hablar de los entrenamientos en este blog, bastante tengo con los partidos, y como sabéis mis seguidores, no solo de esto me ocupo. Sin embargo, debo comentar los asombrosos acontecimientos acaecidos el miércoles 29 de abril en el patio del colegio de Gaviota 14.
Muchas son las razones por las que el baloncesto es un deporte lógico. Los equipos buenos ganan a los malos, Los veteranos ganan a los debutantes. Los rápidos barren a los lentos. Los fuertes y grandes se comen a los pequeños. Y los entrenadores, generalmente, son figuras anecdóticas y sin una gran influencia.
PERO ayer tarde, a las cinco (la hora a la que mueren los toros, decía Lorca), un mágico encantamiento recorrió la cancha. No tiene otra explicación lo que ocurrió.
El «pañuelo-basket», por llamarlo de alguna forma, es un juego que consiste en que dos equipos se enfrentan, en rondas de uno contra uno, corriendo hacia el centro del campo y volviendo a la canasta propia para encestar. El que primero meta, elimina al otro.
Pues bien, los dos grupos que formé estaban igualados. De hecho, cada equipo ganó dos «partidas». Por primera vez en la historia de los entrenamientos de este colegio, la emoción estaba en el juego, sin que nadie se acordase allí de jugar baloncesto «serio». Y las veteranas acabaron sumamente «picadas» con las novatas.
Como tocadas por una varita mágica, las «pequeñas depredadoras» Mercedes Palomo, Laura Pineda y Marta Garrido iban engullendo a los grandes dinosaurios. Mercedes salió dos veces seguidas y se merendó a Carlota Escohotado y a Andrea Díaz sin pestañear. Marta ganaba a Teresa González y dejaba patidifusa a Daniela Chirito. Y Laura barría del mapa a Nicole Marinova o a Desirée Fernández (que, en otro envite, se cargaba a Carla del Tronco). Una tras otra, las grandes tiradoras del equipo caían contra las aprendices. Gente que no llegaba a la canasta al comenzar el curso (¡no olvidemos que estamos hablando de las canastas grandes!) se convirtió en la triunfadora del día. Y no estamos hablando de suerte, porque fueron muchos los tiros encestados por las presumibles «víctimas». La más experta que ganó uno de los concursos fue Teresa. Ganó Laura, ganó Mercedes (absolutamente sembrada) y Marta estuvo entre las triunfadoras también. Camila Pajares se cargó también a alguna grande. Andrea Parrondo, lo mismo. Estupefactas y sorprendidas, Carla y Carlota caían estrepitosamente.
Una pequeña precisión. Si coges el balón y vas despacito, pierdes contra una mayor y más rápida. Y si eres muy rápida, pero muy nerviosa, pierdes con una lenta, pero tranquila y precisa. La inteligencia prima sobre la fuerza y la sangre fría sobre los nervios desatados, y nosotros, y vuelvo a decirlo una vez más, tenemos unos diamantes en bruto asombrosos, Y es que a nuestras novatas les sobra la materia fundamental sobre la que se construyen los sueños.
Sí, sí, luego jugamos un partidillo, y Carlota jugó muy bien, y Andrea jugó muy bien, y bla, bla, bla, bla…