Pau y Lebron
Uno es un multiusos. Lo mismo entra, que tira, que da asistencias o coge rebotes. El otro es un crack, un depredador del aro contrario, un superdotado para el deporte de la canasta. La primera vez que se encontraron, esta temporada, el partido se resolvió a favor del primero, gracias a un magistral tapón, bajo canasta, a falta de un segundo, sobre la estrella del equipo rival.
¿Hablamos quizás del Chicago-Cleveland de la semana pasada? ¿De nuestro Pau y de Lebron James? No, señores, no, hablamos de Iván Pascual y de Juan Carlos Bernardino, protagonistas indiscutibles del partido, del gran partido que nos ofrecieron 2ºX y 1ºZ.
El primer cuarto fue un monólogo de Juan Carlos contra los de 1º. Por estos últimos anotaron cuatro. Cualquier observador avezado hubiera pronosticado una derrota de 2º ante el que se presume mejor colectivo del Torneo. Aguantó aún el eléctrico Bernardino antes del descanso (15-14 ganando).
En el tercer parcial, a pesar de que se presumía una debacle (por el cansancio propio y la poca colaboración ajena), comenzaron a carburar los de Carlos Gutiérrez. La entrada en juego de Isaac fue un revulsivo, y el partido se convirtió en un «toma y daca». El pitido final certificaba un punto arriba para 1º (27-28).
En el asalto definitivo, la colaboración de sus compañeros (y los restos del resuello que le quedaban a Juan Carlos) pusieron las cosas harto complicadas para las «torres gemelas» y compañía.
Con 4o-42 para éstos se llega a los segundos finales. Misteriosamente, Pedro Tomás está en el banquillo. La jugada culminante, está claro, es para «Lebron». Penetra imparable y bajo canasta, cuando se dispone a anotar con facilidad, surge la mano de su sombra durante toda la segunda parte: Iván le coloca un soberano gorro que hace que su equipo gane el partido. Un final que no hace justicia, por cierto, al magnífico juego realizado durante todo el encuentro por Juan Carlos
Los de 2ºX, que en conjunto tuvieron el lastre de sus excesivas pérdidas de balón, jugaron así:
Carlos Gutiérrez, el capitán, reboteó muy bien y aguantó como pudo el «cuerpeo», las cargas y las «triquiñuealas» para coger la posición de su enemigo natural (y homónimo), siempre al filo del reglamento. Debe mejorar el tiro, porque entrar a canasta ya lo hace bien. Sus cinco puntitos no le hacen justicia.
Alejandro Mansilla defendió correctamente y ayudó a mover con velocidad el balón. Su triple se antoja también insuficiente, porque si mejorase la selección de tiro, hablaríamos de otros números. (¡No te apures, eso lo da la veteranía!).
Billy Avellán fue un baluarte en el rebote (en ambos aros) y colaboró bien en el movimiento de la bola. Dos puntitos fueron su aporte (le valió esa canasta a su equipo para irse ganando al descanso).
De Juan Carlos Bernardino ya he hablado mucho. Sus 26 puntos no fueron suficientes, pero estuvo soberbio, hasta en los tiros libres. Cuatro triples hizo (dos de ellos, de los buenos, de los de 2+1)
Isaac Cruz llegó y «besó el santo». Fue el oxígeno que liberó a sus compañeros del penoso trabajo bajo los aros. Fenomenal en el rebote y un muro en defensa, sus dos canastas del último cuarto mantuvieron vivas las esperanzas de los suyos. Lástima lo de llegar tarde al partido (¡Carlos, que tú solo no puedes con los pivots contrarios, que te hace falta este hombre!).
Los Piolines
Los de 1ºZ estuvieron muy piantes todo el partido, y eso porque se han juntado tres «piolines» buenos: Cristina, Carlos y Pedro Tomás. En ese sentido, la colaboración de Iván también se hizo notar.
Sienta un poco mal, especialmente al final del partido. (¡Carlos, el día que me convierta en un buen árbitro, tiembla, porque no te va a ser tan fácil coger la posición a codazos o empujones! Que una cosa es la veteranía de un pivot avezado y otra es tener un mal árbitro que no se entera de lo que pasa en las zonas).
Un consejo, antes de seguir. Un equipo que preocupa por sus dos «grandes» (Carlos y Pedro Tomás), debe encontrar abundantes buenas posiciones de tiro para sus excelentes lanzadores (JuanMa, Cristina e Iván; solo éste último aprovechó la circunstancia).
Daniel Virué, un ejemplo de comportamiento deportivo, estuvo tan seguro como siempre, ayudando, tanto en defensa, como en el rebote y el movimiento de balón. Le faltó su canastita, aunque con tanto «chupón», hay que reconocer que estaba difícil.
Pedro Tomás Carrasco fue el de siempre. Potencia, dominio de balón, entradas espectaculares y aguerrida defensa, aunque no pudo siempre con la velocidad de su rival (no era el adecuado para ello, aunque puso mucha voluntad en el empeño). Anotó bien, asistió mejor y estuvo generosísimo (demasiado) con sus colegas (mirando desde el banquillo, les dejó sufrir todo el último período, arriesgando el resultado; ¡sí, ya sé que a ti te da igual, pero a ellos no, si llegan a perder te hubieran colgado!).
Juan Manuel Barrado estuvo un poco chulito. (¡Desde que has aprendido a pasártela bajo las piernas no hay quien te aguante, macho!) Bueno, fuera bromas, que estuvo bien. Defendió, robó balones, ayudó a subir la bola y metió su canastita. Sigue tirando poco.
Carlos Bodega, el Felipe Reyes de 1ºZ, te quita el rebote quieras o no. Su dominio amenazó en varios momentos con romper el partido, aunque Juan Carlos y sus secuaces no lo consintieron. Se entendió a la perfección con su «gemelo», con Cristina y con Iván (la banda de los cuatro, parece que han nacido juntos). Le sobraron cierta dureza bajo los aros y algún que otro contraataque «venao» (los suele terminar como Pedro Picapiedra). Tiró del carro en los instantes finales y fue el artífice de la victoria (porque el empate lo evitó el base del equipo).
Antonio Jumbo, cada vez más asentado en el juego, destacó como «ladrón» de balones. Es típico como se agazapa tras los adversarios y salta como un leopardo para llevarse la bola. Pasó correctamente y defendió con su garra habitual.
Iván Pascual, MVP indiscutible del choque, le echo velocidad a la defensa de Juan Carlos (justo lo que había que echarle), aunque también lo pasó mal (¡no te digo las que hacía a mi cuando me tocaba la papeleta!). En ataque estuvo inmenso (entradas y tiros, incluido un triple), y en defensa su jugada final fue definitiva. Y de robos, rebotes y asistencias ni hablamos, porque también se hartó.
Cristina Blanco colaboró en el triunfo culminando un bonito contraataque en los minutos finales. Segura y rápida, como siempre, manejó el «tempo» del partido como solo un base de su calidad sabe hacer. Debe tirar más (¡con más movimiento de balón se consiguen mejores posiciones, señor entrenador!)