«I love this game»
Así empezaba, dándole un jocoso tono musical a la frase, el inefable Andrés Montes muchas de sus retransmisiones de partidos de la NBA (no os perdáis el emotivo «post» que le dediqué el año pasado, con motivo de su muerte). Y es que aficionados al basket hay muchos, pero gente como la que yo me encuentro en este colegio, más bien pocos.
Porque el encuentro entre 4ºM y 4ºB, interrumpido por la lluvia al final del primer cuarto hace un mes, debía haberse continuado jugando como mandan los cánones, en el momento exacto en el que se dejó, y con los equipos que en ese momento estaban en la cancha. Esta organización había decidido ser flexible con lo de las personas, pero alguien sugirió jugar desde el principio, y la idea fue aceptada con unánime alborozo y general algazara. Amantes del baloncesto y deportistas de rompe y rasga, eso es lo que sois, chicos. Y os quiero un montón.
Lo de menos fue el tanteo. 36-14 ganaron los de 4ºB, pero las muchachas de 4ºM hicieron un papel más que decoroso, llegando incluso a plantear, en la segunda mitad, una valiente defensa individual cuando iban ¡20 puntos abajo! Los chicos la sufrieron especialmente en el último cuarto, el único que ellas estuvieron a punto de ganar (4-3).
Los ganadores jugaron así:
Carlos Martín, capitán y jugador polivalente donde los haya, sube el balón como un buen escolta, rebotea como un buen pívot y entra a canasta como un base. Estuvo luchador y defendió con garra, como suele. Metió tres puntos (poco para lo que mereció).
Adrián Sevilla, en su mejor partido hasta ahora, parecía un veterano de la Gran Guerra. Convertido en alero anotador, tiró bien, penetró con eficacia y robó balones en primera línea que provocaron contraataque mortales. Abusó un poco del tiro de tres (metió el primero y se vino un poco arriba), pero sus siete puntos finales no son «moco de pavo».
Álvaro Rodríguez se dedicó esta vez a jugar, más que a hacer florituras, y rayó, como siempre, a gran altura. Tres canastas fueron suyas, pero además dió un recital de asistencias, pases y velocidad en la circulación de balón.
Pepe Rodríguez defendió y reboteó con contundencia. En ataque se movió bien como «center» e hizo buenos bloqueos. Sigue prefiriendo las entradas a los tiros a corta distancia, faceta, ésta última, que debería explotar más. Metió un tiro libre, aunque mereció anotar más.
Alonso Romero hizo gala, una vez más, de su velocidad y su habilidad para robar balones y contraatacar. Defendió con ardor (es muy complicado regatearle cuando se pone en plan «mosca cojonera») y metió una canasta y un tiro libre. Siempre da espectáculo cuando sale con el balón controlado.
Abel Alameda, pegajoso y duro, como siempre, estuvo veloz y eficaz en el pase, movió el balón con gran seguridad y robó balones con su inigualable técnica ya patentada («agazapado en la madriguera.com»). No tuvo suerte con la canasta contraria, y es que lo intentó poco.
Javier Martín, férreo en defensa, seguro en el movimiento de balón, inteligente siempre en el pase, tuvo esta vez el premio de dos canastitas, que hacen justicia a su fino y estiloso tiro. Toda una garantía, por su aplomo y su sangre fría.
Luis Sanchidrián parecía también llevar toda la vida jugando a esto (uno que les habla puso su granito de arena). Sus dos canastas se me antojan escasas, para su recital de entradas, tiros y rebotes. Destacó en defensa (cuatro tapones que dejaron boquiabierto al «Rey» Raúl)
Raúl López fue el máximo anotador (ocho puntos), a pesar de que no destacó tanto como otras veces. (Son los mismos puntos que había metido, por ejemplo, solo en el primer cuarto ese del partido que tuvo que aplazarse). Dos tapones, rebotes sin cuento, y sus espectaculares penetraciones, que acababan en canasta, asistencia o falta.
La actuación de las «Women in Black» fue como sigue:
María Figueroa, siempre eficaz y segura, defendió bien, colaboró en el rebote y ayudó en el movimiento del balón en ataque. Impagable su colaboración en los bloqueos directos para subir la bola. Tiró poco, y esta vez no obtuvo réditos de su siempre excelente puntería.
Lucía Fernández, impecable en el rebote y fiera en defensa, se las tuvo que ver casi solita con las torres adversarias, a las que su presencia provocó más de una incomodidad (me gustaría ver una estadística de los tiros fallados por Raúl, Álvaro o Carlos con Lucía delante). Una canastita fue su exigua renta, pero se mereció muchas canastas más.
Irene López dió muestras de su clase y sus fundamentos. Sacó la bola con acierto y velocidad, robó balones y repartió juego con su seguridad habitual. Un solo punto que pudieron ser (y debieron ser, su equipo los echó en falta) muchos más.
Celia Martín dió la talla una vez más. Su aplomo e inteligencia en el campo se hacen notar. Ayudó a Irene en el movimiento del balón y estuvo eficaz en ataque: un impresionante triple y una canasta fueron su impronta.
Marta Vallejo, incansable y veloz, colaboró en el rebote, defendió con su espíritu habitual y robó balones, uno de los cuales le sirvió para culminar un precioso contraataque.
Natalia Hernández hizo alarde de sus fundamentos, su rapidez, su técnica impecable para salir con la pelota y sus académicos pases (son de «foto»). No tuvo suerte en ataque, pero es que tampoco se prodigó mucho.
Raquel Chaves luchó lo indecible, defendiendo con valentía, colaboró en el rebote y, esta vez si, dejo muestras de su excelente tiro, con dos bonitas canastas, que pudieron ser más.
Tania Hernández fue la que más se divirtió (es la «disfrutona» del grupo). Luchó mucho y su ayuda en el rebote y en la defensa de los pivots rivales fue excelente. No tiró demasiado y se echaron en falta algunos puntitos de su cosecha.