Liga Interna 2015 – 16 (19)

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 Gigantes del Basket

El título de la popular revista nos sirve hoy para titular un partidazo en toda regla, el que enfrentó a los dos grandes de la Liga, es decir, 1ºZ y 2ºX. Primer encuentro del Play-off Final al mejor de tres partidos, que determinará quién se lleva el título de Campeón este año.

El marcador final, casi 90 puntos entre los dos (41-46, muy por encima de la media de anotación de la competición) podría traducirse en que no hubo defensas casi, pero lo que ocurrió fue precisamente lo contrario, con cinco «perros de presa» (permítaseme la expresión) contra otros cinco (de hecho, iba a poner «Dobermans contra pitbulls», pero me pareció un poco fuerte). No hubo prisioneros, ni en el bando de Stallone ni en el de Schwarzenegger (y no voy a decir quién era cada uno, porque solo se trata de una metáfora (¡que os conozco, que luego ponéis motes!).

Y las muchas faltas cometidas dan fe de ello (y también de la torpeza arbitral para dejar jugar, cosa que suele ocurrir no solo por el estilo habitual del «referee», sino también por la alta tensión que se produce cuando los contendientes se juegan las lentejas). Aparte de lo cual cabe decir que un arbitraje permisivo va en detrimento del baloncesto de ataque (y como dejemos «manga ancha» en defensa, Sr. Bernardino, usted secaría a alguien, pero sin duda usted también sudaría el doble para arañar puntitos.

Un ejemplo de lo extraordinarios que estuvieron los ataques (que las defensas fueron estupendas ya lo he dicho) fue el tanteo del último cuarto (¡18-18!), lo que hace pensar en un marcador de ACB si las normas de cronometraje fueran las mismas para los tres primeros parciales.

Y el caso es que la ausencia de bases en el campo no hacía presagiar nada bueno. Mayoría abrumadora de pivots y algún que otro escolta, lo que suele significar ausencia total de movimiento de balón, pocas asistencias y todo lucha bajo los aros. Pero nada de lo dicho. Allí hacía de base hasta el «Tato». Carlos Bodega o Andrés Valera llevando el mando (sobre todo el primero), y enfrente, Alejandro Mansilla y Raúl Orejana (fundamentalmente, éste último) agotando las posesiones o haciendo contraataques. Y no penséis que esto fue un caos, porque la calidad imperante transformó la presumible anarquía en un espectáculo grandioso.

Fue en los dos primeros cuartos cuando los de Carlos Gutiérrez lograron la ventaja que mantendrían hasta el final. El 19-12 en el descanso les permitía pensar en la victoria. Pero quedaba mucho. El tercer período lo ganaron los de blanco (que así vestían los de 1ºZ) por una canasta (23-28 al final).

Al toque de asalto del cuarto definitivo respondió todo el equipo de Daniel Virué, que, a cinco minutos para el final se puso a un punto. Apretaron los dientes sus rivales, y con tres canastas consecutivas parecieron sentenciar el choque, pero su desgaste en defensa (dos eliminados por personales) hizo que terminaran con tres jugadores en pista. Raúl Orejana tiró entonces de «oficio» (y de «correcaminos»), y con Billy Avellán y Alejandro Mansilla (que no pierden un balón ni queriendo), el triunfo se consumó. Los últimos dos minutos deseperados de 1ºZ, recurriendo a las faltas, solo sirvieron para aplazar el veredicto, aunque mostraron, una vez más, el indomable carácter del equipo que (hoy) perdió.

¡Ah, y otra cosa! El porcentaje en tiros libres convertidos suele ser de una escasez alarmante en los equipos derrotados por pocos puntos (es muy manido alegarlo como causa de la derrota)

Por 1ºZ jugaron así:

Carlos Bodega, 29 puntos, récord de anotación personal en la Liga (si no me equivoco), fue el timonel y el alma de los suyos. Hizo de base, de pivot, de alero, de todo… Cortó pases, dio asistencias, puso tapones, penetró con eficacia, pescó y cosechó bajo canasta ajena, se hartó de rebotes en la propia… En fin, todo un recital al que solo le faltó la victoria.

Pedro Tomás Carrasco ofició de asistente personal de su amigo. Generoso siempre, su extraordinaria visión de juego le permitió surtirle de valiosos balones, que Carlos casi siempre convirtía en canasta. En el último cuarto tomó mayores responsabilidades y sus 5 puntos (para 7 totales) fueron los que dieron emoción y esperanzas a los suyos. Su «canastón» del segundo cuartó fue tremendo, lo mejor del partido (una fulgurante entrada que acabó en un tiro por elevación).

Juan Manuel Barrado, siempre seguro y fiable, defendió muy bien (¡sin casi personales!) y ayudó incansable con sus movimientos y sus pases en ataque. No tuvo muchas oportunidades de tiro, y se echaron en falta sus canastas a tres o cuatro metros.

Daniel Virué, excelente en defensa y toda una garantía en la circulación de balón, estuvo muy suelto y acertado en ataque (uno aun recuerda la algarabía con que fue saludada su primera canasta, el año pasado). Ya no es una sorpresa que anote un triple. Pero es que se atrevió a hacer una entrada a canasta. El «garrotazo» que obtuvo se saldó con un tiro libre convertido (por encima de la media de su equipo en este aspecto).

Mención aparte merece el «cambiacapas», como diría el admirado George RR. Martin (¿quién será ése?). Andrés Valera acudió de urgencias a la llamada, esta vez, de sus ex-compañeros. Como vale (ra) tanto para un roto como para un descosido (ha jugado ya formando parte de 2ºX), pues ahí estuvo. Sus hoy enemigos, que tenían fichaje de postín, no tuvieron otra que aceptar su presencia. Su actuación fue más que notable. Defendió con intensidad y cogió un montón de rebotes, pero en ataque penetró y tiró con poca fortuna (a pesar de los ánimos de una conocida «fan» desde la grada). Provocó una falta en una entrada, y de ahí salió su tiro libre convertido.

Los de 2ºX jugaron de aquesta manera:

Billy Avellán, complemento excesivo de sus gigantes colegas, tuvo que adaptarse a labores de ala-pivot y de alero, lo que hizo a la perfección. Su inteligencia en el campo y la precisión con la que ejecuta las órdenes de los «capos» le hacen un elemento valiosísimo. Corta pases, intimida que es un gusto y es un gran reboteador. Metió un tiro libre tras provocar una personal bajo el aro.

De Carlos Gutiérrez, el compañero más deseado (cuando el recientemente fichado Raúl se enteró de que compartía turno con él, se puso a aplaudir con las oreja (nas), hay que decir que estuvo sobrado. En el rebote, en los tapones y hasta en ataque (¡ya mete las de debajo!), la «joya» de 2ºX colaboró de manera extraordinaria con su «center». Sus tres canastas totales, pero sobre todo dos de ellas, en los momentos de la verdad, son la prueba de su creciente cotización (se van los de 2º, y le van a llover las ofertas). Le falta todavía aprender a coger la posición en la zona rival (cuando lo consiga va a ser la bomba)

Juan Carlos Bernardino, más feliz que unas castañuelas por volver a ver al amigo con el que compartió anillo el año pasado, fue el arma letal de siempre, y esta vez, más descargado de trabajo, se pudo dedicar a aplicarse en defensa y a contraatacar y penetrar (y hasta a fallar entradas a solas, cosa que le encanta, y que hace muy bien). 21 puntos de nada, para deseperación de sus enemigos, que casi nunca pudieron con esa quinta velocidad con la que se maneja cuando «chupa».

Alejandro Mansilla estuvo soberbio en defensa. Voluntario destacado de la ONG «Me pido a las estrellas del otro equipo», persiguió y agotó la paciencia más de una y más de tres veces tanto de Pedro Tomás (que optó, muy inteligentemente, por las asistencias, antes que vérselas con «éste pavo») como de Carlos Bodega. Su triple esta vez se salió de dentro, pero obtuvo su puntito en el acta gracias a un tiro libre.

Raúl Orejana, el hombre que puede hacer saltar la banca (aunque hay que recordar que los de 1ºZ ya han sido derrotados en su ausencia), se presentó con sus «nuevos» compañeros como si no hubiera pasado el tiempo. Sus 17 puntos demuestran que sigue entendiéndose  a la perfección con Juan Carlos (y con cualquiera) y su carácter en el campo (que brilló con especial intensidad en los momentos finales, cuando solo quedaban tres) fue decisivo. Se encontró bien descargado de funciones reboteadoras (por Carlos Guti, pero también por Billy), pero no desdeñó poner tapones ni tampoco mostrarse saltarín y potente bajo las zonas.

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