Sea como sea, es un objeto de culto. Para los madrileños, que hay que recordar que somos todos, los de aquí y los adoptados, y para todo el mundo mundial. Malsano e insalubre en el pasado, ha sido lugar de vertido y de lavado, de baño (¡tuvo piscina!) y de práctica deportiva (piragüismo). Maltratado por literatos y poetas, ha sufrido desde siempre arbitrarias y polémicas manipulaciones. Reconducido, engordado artificialmente y, últimamente, abandonado al «salvaje dictado de la naturaleza». Es nuestro río, o nuestro «aprendiz de río», que es noticia reciente por la explosión de fauna y flora de estos dos últimos años.
Sirvan como glosa, de este homenaje que humildemente le dedica este habitante de una de sus orillas, estos tres jugosos artículos.
El Manzanares, según el escritor Julio Llamazares
Reportaje completo sobre la renaturalización del Manzanares, haciendo clic aquí
(Muy recomendable, en este último artículo, acceder a la galería de imágenes, con un estupendo reportaje fotográfico de las especies aparecidas)