Agua líquida en una zona parcialmente iluminada, no tan caliente como la cara que se enfrenta a su estrella, ni tan fría como la que se oculta totalmente de ella. Eso es lo que han descubierto un grupo de científicos de la University College de Londres, estudiando imágenes suministradas por el telescopio Hubble.
Algunos expertos aseguran que esto solo es un pequeño adelanto de lo que ocurrirá dentro de un par de años, cuando se lance el James Webb, mucho mayor y más potente que el Hubble. Más y más planetas así (y más lejanos) aparecerán en el horizonte estelar.
De momento, solo nos queda esperar que construyamos naves capaces de moverse a la velocidad de la luz. ¡Solo tardaríamos 111 años!