La sonda Rosetta esta dejando al cometa 67P Churiumov-Guerasimenko literalmente «en bolas», enseñando, una tras otra, sus vergüenzas. Superficie rocosa, zonas arenosas entre lo que parecen acantilados, pero, sobre todo, un interior poroso, semejante a una piedra pómez. Aseguran los expertos que la poca densidad que se ha encontrado en este cuerpo celeste le haría flotar sobre el mar.
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