Quincy Jones

Un cáncer de páncreas ha derrotado, a los 94 años, al gran Quincy Jones. Músico, productor, director de orquesta e individuo comprometido con numerosas causas sociales, el alma de la música negra desde los años 60, con una carrera irrepetible, ha sido idolatrado por el público y la crítica de todo el mundo, que le han reconocido como una de las personas más influyentes en la música (y fuera de ella) desde la segunda mitad del siglo XX.

Quincy Jones músico

Aunque siempre ha reconocido que su principal influencia ha sido Ray Charles, durante sus años jóvenes tocó la trompeta (de manera notable) en orquestas de jazz, como la del vibrafonista Lionel Hampton o la del saxofonista Dizzie Gillespie. Como músico de estudio, llegó a colaborar en la grabación de algunos de los discos de Elvis Prestley.

A final de los 50 formó su propia banda de jazz y en los 60 estuvo en Europa, aprovechando su estancia en París para estudiar composición y teoría musical (con Nadia Boulanger y Oliver Messiaen). También colaboró, años después, con Miles Davis y con su admirado Ray Charles.

Quincy Jones productor

Su tremenda carrera como productor comienza con Leslie Gore, con la que consigue varios éxitos. Como seguro que de nombre no os suena, ahí tenéis su «It’s my party»

Durante esos años trabaja, también con grandes resultados, con Frank Sinatra y con Count Basie. También es muy solicitado como arreglista, con gente muy notoria, como Ella Fitzgerald, Peggy Lee, Nana Mouskouri, Sarah Vaughan o Dinah Washington. Sin embargo, su gran bombazo no llega hasta 1979: produce «Of the wall», de Michael Jackson, que vende 20 millones de copias. Repite con el de Indiana con «Thriller» (1981), que bate todos los récords (65 millones de copias), y vuelve a insistir con «Bad» (1987), que se queda en solo 45 millones de discos vendidos.

Pero antes de la última colaboración con el menor de los Jackson, consigue la proeza de reunir a todas las grandes figuras de la música pop para recaudar fondos contra la hambruna en Etiopía. Sorprendido, según reconoció después, de la gran afluencia de divos, consiguió que grabaran «We are the World». No voy a ponerme a enumerar, os dejo con ellos:

De su trabajo como «hacedor» de «hits» se podría hablar durante horas. Hay dos vídeos que sí quiero que veáis (los de Michael a solas están muy vistos, conformaos con la foto). El primero es de George Benson, su famoso «Give me the night». El segundo, de Paul McCartney, acompañado de un individuo que no caigo ahora en quién es.

Quincy Jones compositor

No contento con trabajar como arreglista, director de orquesta y productor, cuando se aburría se dedicaba a componer bandas sonoras para el cine. La lista de sus películas es asombrosa, pero las más famosas son : «En el calor de la noche», «A sangre fría», «The Wiz» o «El color púrpura». Van 2. En el segundo vídeo, una chica y un espantapájaros se dirigen, en amigable armonía, hacia un camino de baldosas amarillas.

Quincy Jones activista social

También en este terreno su labor fue incansable. En los 60 apoyó a Martin Luther King. En los 70 y los 80 encabezó la lucha contra el hambre en el tercer mundo (que culminó en el «We are the World»). Se asoció en varias obras filantrópicas, durante muchos años, con Bono, el cantante de U2 y se ha destacado, asimismo en la lucha contra el síndrome de Down y en el apoyo a las víctimas del Katrina.

Buen productor, buen músico y buena persona. Te echaremos de menos.

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Guitarristas

Joe Bonamassa (arriba) y Jack Broadbent (abajo), con sus instrumentos de trabajo.

Introducción

Hoy va la cosa de virtuosos de la guitarra. todos de rabiosa actualidad, porque han pasado recientemente por nuestro país. Todos son muy recomendables y, por si no les conocéis, os pongo piezas escogidas. Uno de mediana edad, dos jóvenes y dos ancianos que se mantienen en forma

Joe Bonamassa

(el consagrado)

Neoyorkino, nacido en 1977, puede ser considerado, sin exagerar lo más mínimo, como el número 1 actualmente entre los guitarras de blues y blues-rock. Hablo, por supuesto, de los que están en activo (Eric Clapton sigue vivo). Ávido de aprender de los grandes, ya de joven figuró de telonero de BB. King y en sus discos acometía sin pudor versiones de Muddy Waters, Jeff Beck, Buddy Guy o Cream. Es notoria su facilidad para meterse en todos los charcos y salir triunfante. Además de dar charlas sobre blues en los colegios, son memorables sus colaboraciones con el mismísimo Clapton o sus conciertos con la grandísima cantante Beth Hart. Participa, eventualmente, además, en el supergrupo Black Country Communion (en el que canta Glenn Hugues, ex Deep Purple).

Os pongo 2 temas suyos. El primero fue el éxito inicial de su carrera, «A new day yesterday». El segundo, un duelo de guitarras con el también extraordinario Eric Gales. Todo, a ritmo de blues

Jack Broadbent

(el perro verde)

Francamente, confieso que nunca había visto nada igual. La «steel-guitar» es ese instrumento que parece un vibráfono, o más bien una especie de mesa con cuerdas donde se toca con púa y una cejilla. Pero este elemento sobrenatural, británico de 36 años, toca con una guitarra sobre sus piernas usando ¡una petaca metálica vacía!

Criado musicalmente en la calle, sus actuaciones en directo son incendiarias, llenas de ritmo y energía, elevando el blues-rock a una categoría superlativa.

Aquí tenéis un par de temas y, aunque canta bien, lo más impactante es verle en acción. El primero es «On the road again» de Canned Heat, en el Festival de Jazz de Montreux. El segundo, «Black Magic Woman», de Fleetwood Mac (tema que hizo popular Santana)

Marcus King

(el niño prodigio)

La jovencísima estrella de más rabiosa actualidad es este sureño norteamericano de 28 años, amante de la música blues y del country. Entre sus influencias cita a los Allmann Brothers y a BB. King (de quien es un excelso imitador). Su facilidad para tocar es asombrosa, y recuerda al mismísimo Jimi Hendrix. Además de componer y cantar de maravilla, toca todos los palos, desde los dos estilos citados hasta el rock, el jazz, el swing o lo que le echen. Un fenómeno.

Os pongo 2 vídeos. El primero es asombroso, porque, francamente, cuando se pone a puntear sin dignarse a mirar los trastes entras en estado de hipnosis (probad si os atrevéis). El segundo es un tema de BB. King, «Sweet Little Angel» (la guitarra no se llama «Lucille» de milagro)

Robben Ford

(el pedigrí)

Este ya es otro tema. Con 73 años (de la quinta de Bruce), este californiano tiene mucho historia detrás. Tocó en sus años mozos con Miles Davis (eso da pedigrí de músico de jazz), Joni Mitchell y George Harrison. Improvisa y canta muy bien, y con solo una guitarra y un magistral manejo de los pedales consigue sacar los sonidos de casi todos los instrumentos de cuerda. Os pongo 2 temas.

Steve Hackett

(la nostalgia)

Como veis, he dejado las «viejas glorias» para el postre. Genesis fue mi debilidad juvenil (me confieso «sinfónico» de toda la vida), y haber estado en el antiguo Pabellón del Real Madrid viendo «The Lamb lies down on Broadway», con Peter Gabriel y toda esa peña, me da una autoridad moral de la que muchos carecen (je, je, je). Ahí estaba ya Mr. Hackett.

De 74 años, el londinense no solo se dedica a vivir de recuerdos, pues en sus conciertos, además de revivir a Genesis, toca muchos de los temas de su posterior carrera en solitario. Uno de ellos es tremendo, con un crescendo final apoteósico: «Shadow of the hierophant». El otro es el impagable «Supper’s ready», de Genesis (observad al cantante, «clava» a Peter Gabriel). Ahí los tenéis. Ah, y perdonad la larga duración de ambos temas, pero se trata de verdaderas sinfonías con todas las de la ley (y no de esas tontunas del jazz o el blues, je, je, je)

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Los drones buenos

Estamos acostumbrados a ver el efecto letal de los drones cuando se utilizan con fines militares. Los telediarios están llenos de imágenes tremendas, de los efectos devastadores de los malignos artefactos, hasta el punto de que identificamos ya el sustantivo con su uso mortífero, como si ya hubieran dejado de existir los robots teledirigidos en otros muchos ámbitos de la vida (ya dediqué, en este blog, una entrada al Da Vinci cirujano a distancia).

Por otro lado, los científicos están hartos de sufrir las críticas de la gran industria (y del público, en general) sobre la falta de aplicaciones prácticas que tiene la investigación básica.

En este contexto, haber conseguido introducir en el cuerpo de un animal miles de robots infinitamente pequeños para solucionar lesiones de difícil o imposible acceso, guiándoles desde el exterior hasta el lugar en cuestión, nos llena de esperanza y de grandes expectativas. Y es que la ciencia de la miniaturización ha alcanzado unos niveles impresionantes. El microsubmarino de «Viaje Alucinante» se ha convertido en artefactos 20 veces más pequeños que un glóbulo rojo. Y lo más importante, que esto ya no es ciencia-ficción.

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Tres escritores en español

El mejicano Arriaga
El navarro Aróstegui
El madrileño Serrano

Introducción

No se me ocurría otro nexo de unión para titular esta entrada, porque estos señores solo tienen eso en común. Sus obras son variopintas y multicolores: dos «narco-thrillers», dos novelas «after-punks» y un relato autobiográfico, por ponerles adjetivos.

Guillermo Arriaga

El guionista, director y productor, que escribe magistralmente para el cine («Amores perros», «21 gramos» y «Babel», firmadas por Alejandro González Iñárritu; «Los tres entierros de Melquiades Estrada», de Tommy Lee Jones y «Lejos de la tierra quemada», que él mismo se encargó de dirigir), también es un excelso novelista.

El Salvaje

Publicada en 2016, trata de una historia de vidas cruzadas, en la que la acción tiene lugar en tiempos diferentes, y se centra en dos hermanos adolescentes de un barrio marginal de México DF y en un cazador inuit, que persigue a un gran lobo gris, en el territorio del Yukón, en Canadá.

Una novela de venganzas y de supervivencia, en la que no hay respiro, y que habla de intolerancia, de culpa, de perdón y de redención, con unos personajes grandiosos, convertidos en supervivientes, que se revelan contra su destino.

Salvar el fuego

Fechada en 2020, cuenta, también en forma de varias tramas, sin conexión cronológica, la relación entre un hombre arrastrado a la cárcel tras una infancia difícil y una mujer de clase alta devorada, literalmente, por ese amor imposible. La romántica y desesperada historia está contada desde ambos puntos de vista y aderezada con las terribles escenas de la vida del recluso y con la narración de su hermano mayor sobre el conflictivo pasado familiar. La violencia y sus consecuencias, la venganza (nuevamente) y el arrepentimiento cobran también un decisivo protagonismo.

El estilo literario es de alta escuela. Arriaga domina, tanto en este caso como en la anterior obra comentada, varios lenguajes, según el personaje que se exprese: el español académico, el «mejicano» y ese dialecto tan de moda llamado «spanglish».

Gonzalo Aróstegui

Madrid 3 (Tres)

Navarro y residente en Madrid desde los albores del 2000, en ésta, su primera novela, editada en el 2004, cuenta las aventuras y desventuras de un joven de 20 años que llega a la capital a estudiar y ve cómo la vorágine y la movida de la gran ciudad le absorbe y le consume, entre desparrames nocturnos, trabajos eventuales y amoríos imposibles.

La narración, plagada de un humor descacharrante y de escenas surrealistas, transcurre de manera vertiginosa. A caballo entre «Historias del Kronen» y «Trainspotting», las influencias de William Burroughs y de Charles Bukovski son innegables. Estupendo y divertidísimo texto.

En los antípodas del día

Del 2012 data su segunda obra, en la que el protagonista cuenta sus andanzas como teleoperador en una empresa de servicios de TV e internet. Precursora de las acampadas del 15 de mayo, la crítica despiadada de la precariedad laboral centra la narración, que oscila entre los increíbles «diálogos para besugos» con los jefes (en el trabajo), los desvelos de los personajes en el resbaladizo terreno del sindicalismo y la amargura y melancolía por una vida sentimental y familiar perdida. Por momentos, ese Rafa, vampirizado por el curro nocturno, recuerda al Eusebio Poncela de «Arrebato», la película de Iván Zuloaga.

De retórica un tanto barroca y retorcida, con un lenguaje no tan directo como en «Madrid 3 (Tres)», la novela es un testimonio revelador sobre los entresijos del capitalismo y la eventualidad y esclavitud de los contratos temporales. A la sazón, recibió, tras su publicación, la elogiosa crítica de un comentarista radiofónico, y crítico literario, llamado Pablo Iglesias.

Alberto Serrano

Un político en minúsculas

Publicada en 2024, es la historia, contada por el protagonista, de las actividades políticas y administrativas que tienen lugar en la concejalía de una gran ciudad. La narración no tendría mayor relevancia si no se tratase de mi barrio (Latina). Serrano fue, además, edil de Hortaleza, con lo cual tenía a su cargo los dos distritos más poblados de la capital..

Pero además el interés reside en que muchas veces nos queda lejana la labor de gestión de las personas que ocupan cargos de responsabilidad. Se da el caso de que el autor manejaba un presupuesto gigantesco que puso, según cuenta, a disposición de todos los ciudadanos.

Carente de estilo, y ausentes, prácticamente, las labores de corrección (las prisas y la literatura suelen estar reñidas), el Sr. Concejal va desgranando, no obstante, con un humor y una socarronería magistrales (dignos de un nativo de Carabanchel), las pequeñas y grandes miserias de sus distritos. Y aparecen, como no, los grandes temas: la pandemia, la Filomena, los contratos de emergencia, la ayuda a los refugiados ucranianos, el reparto de alimentos a los vecinos necesitados, la gigantesca morgue instalada en el Palacio de Hielo…

Son especialmente desternillantes las descripciones de las reuniones y asambleas municipales y las peripecias en el trato con sus compañeros. Y destaca, por encima de todo, la nobleza con la que trata a los funcionarios y trabajadores públicos que tuvo a sus órdenes.

Un libro revelador y necesario, que pone en contexto la oscura y, a veces, incomprendida, labor de las personas que trabajan, incluso honradamente, en hacernos la vida mejor.

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«Gerovital» ratonil

La doctora rumana Ana Aslan se hizo famosa hace ya 80 años con un medicamento que, presuntamente, alargaba la vida. Se decía que gente famosísima lo tomaba y, hasta que la FDA americana no tomó cartas en el asunto, el producto fue un «boom» de ventas.

Hoy día, considerado como fraude «a medias» (se usa aún para estimular el rendimiento cerebral en personas sanas), al Gerovital ya no se le considera, como entonces, el «elixir de la juventud», y la doctora en cuestión cayó en el desprestigio de la publicidad engañosa.

Viene a cuento el asunto por el sensacional experimento realizado en el Laboratorio de Ciencias Médicas de Londres, en colaboración con la Facultad de Medicina Duke. de la Universidad de Singapur. Inyectaron una vez al mes el anticuerpo X203 a ratones de año y medio de edad (el equivalente a 55 años humanos). Dicha sustancia consigue, al parecer, bloquear una proteína denominada interleukina 11, relacionada con el envejecimiento celular. Los resultados fueron un alargamiento de la vida de los ratones en un 25%, además de una disminución de la incidencia de cáncer, una bajada del nivel de colesterol y un aumento de la potencia muscular.

El revolucionario experimento abre una vía de investigación de tremendas implicaciones. Según Jesús Gil, bioquímico del equipo autor del estudio, no hay razones para pensar que los humanos no respondan igual que los ratones. Hay, además, varias compañías farmaceúticas interesadas ya en el asunto (el tratamiento contra el Alzheimer y otras muchas enfermedades están en la diana).

Tienes más información pinchando en este enlace

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Microplásticos (y nanoplásticos)

Sal marina contaminada con microplásticos

Preocupados desde hace años por la presencia, cada vez más inquietante, de cantidades ingentes de plásticos en la superficie terrestre que, en algunas zonas marinas, se está convirtiendo en un angustioso problema para la flora y la fauna, no apreciábamos la importancia, para la salud humana, sin ir más lejos, de los elementos más pequeños del (reciclable) material.

A saber, se denominan plásticos a todos los fragmentos mayores de 5 mm. Si son iguales o menores de 5 mm se consideran microplásticos. Y nanoplásticos, cuando su tamaño oscila entre 1 y 100 nanómetros (o sea, entre 1 décima y una milésima de micra, que es la milésima parte del mm).

En el organismo, la entrada de plásticos pequeños es un accidente asumible por el tubo digestivo. Como con ese tamaño no atraviesan la barrera intestinal, son expulsados con las heces. Hablo, claro, de los mayores de 5 mm. Pero otro tema es cuando son menores, pues son absorbidos y pueden llegar a las células. De hecho, recientes investigaciones los han descubierto, en cantidades significativas, en las células de numerosos tejidos humanos.

La presencia de micro y nanoplásticos en todos los materiales que nos rodean y en los alimentos que ingerimos es una realidad. Mientras los científicos y los médicos siguen estudiando las patologías que ocasionan y la manera de prevenirlas, no está mal que nos vayamos informando un poco.

Con un click aquí, tienes un artículo donde está todo perfectamente explicado. Y este otro, de propina.

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El rey de la serie B

El director americano Roger Corman, en una imagen de hace unos años

Para verificar la relevancia de Roger Willliam Corman, actor, director y productor de cine recientemente fallecido a los 98 años, no hay más que revisar la nómina de autores de relumbrón que comenzaron a trabajar (y que aprendieron) con él: Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Peter Bogdanovich, James Cameron… O recordar los primeros papeles en el cine de Jack Nicholson, Bruce Dern, Dennis Hopper, Robert de Niro, Charles Bronson

Oscar honorífico por toda su carrera en 2009, el rey de la serie B fue autor de un sinnúmero de películas de terror y ciencia ficción (sus géneros favoritos), aunque tocó todos los palos, desde el western al cine de gánsteres, pasando por el cine social («El Intruso» 1962, «El Viaje», 1967), el histórico («De Sade», 1969) o la comedia («La pequeña tienda de los horrores», 1960).

El mismísimo Capitán Kirk (William Shatner) en su primer papel protagonista, junto a Beverly Lunsford

A él se deben algunos de los títulos más delirantes y estrambóticos de la historia del 7º arte: «Yo fui un cavernícola adolescente» (1958), «El ataque de los cangrejos gigantes» (1957), «Las mujeres vikingo y la serpiente de mar» (1957), «La bestia de un millón de ojos» (1955) o «La diosa tiburón» (1958), son los mejores ejemplos.

Pero, para hacerle cumplida justicia, hay que decir que también fue autor de películas apreciables, como «La matanza del día de San Valentín» (1967), «Mamá sangrienta» (1970), o «El Barón rojo» (1971). Y, por supuesto, es impagable su serie de films de terror basada en obras de Edgar Alan Poe, protagonizadas todas ellas por un eminente Vincent Price: «La máscara de la muerte roja» (1964), «El péndulo de la muerte» (1961), o «La caída de la casa Usher» (1960).

Protagonizada por Jason Robards, la que puede ser considerada la «obra maestra» de Corman
Un Vincent Price en su mejor momento, en «La máscara de la muerte roja»
John Phillip Low interpretó el papel de Manfred von Richthofen

La ingente obra de este genio del cine «de palomitas», se define por sí sola con el título de su autobiografía, publicada en 1990: «Cómo realicé un centenar de películas en Hollywood y nunca perdí un centavo». Y creo no exagerar si aseguro que sin él nunca hubiéramos visto «El Padrino», ni «Uno de los nuestros», ni «Easy Rider», ni «The Last Picture Show» ni «Avatar». Y que Nicholson o De Niro lo hubieran tenido un pelín más difícil.

Nos hizo usted disfrutar. Muchas gracias, Mr. Corman.

(Ante las dificultades para encontrar trailers en español, os pongo decentes versiones de películas enteras)

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La próxima pandemia

El investigador francés Jean Michel Claverie

El calentamiento global tiene estas cosas. Desertización, catástrofes climáticas, aumento de la temperatura, deshielo… Y la próxima pandemia, que podría ser causada perfectamente, por algún bicho hasta ahora congelado.

Precisamente de los peligros del deshielo nos quiere alertar Jean Michel Claverie, profesor emérito de Genómica de la Universidad Aix-Marseille. Nacido en 1951 en París, se hizo famoso hace 10 años al descongelar un gramo de permafrost (el suelo helado del Ártico) y lograr revivir un virus con el que luego infectó a una ameba.

En sus recientes investigaciones ha encontrado, bajo el suelo de Siberia, cinco nuevas especies de virus, de hasta 45.000 años de antigüedad (también llamado «virus zombies») y ha informado a la comunidad científica de la potencial amenaza que suponen éstas y otras especies de microorganismos que pueden entrar en contacto con la especie humana o con otros animales que podrían convertirse, eventualmente, en vectores.

Aquí podéis acceder a una interesantísimo artículo sobre Monsieur Claverie, reciente ponente en el Congreso de la Sociedad Europea de Micobiología Clínica y Enfermedades Infecciosas, celebrado en Barcelona.

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El mono sabio

Este es «Rakus», un orangután de Sumatra. Herido, se supone, en una pelea con otro macho, apareció así, con una fea úlcera bajo el ojo, ante los científicos que le observaban. Durante días, el simio estuvo preparando y aplicándose un emplasto con hojas de una hierba medicinal, la «fibraurea tinctoria», de propiedades antiinfecciosas y antiinflamatorias, empleada por aborígenes locales. Rakus masticó las hojas y se aplicó, primero, su jugo sobre la herida, y luego, para protegerla de las moscas, una especie de cataplasma que la cubrió.

El resultado, un mes después, es espectacular, con el orangután mostrando una excelente cicatriz bajo su ojo.

Los biólogos que han presentado el estudio, del Instituto Max Plank de Conducta Animal, en Alemania, añadieron a sus observaciones un aumento de horas de sueño y una disminución de sus actividades habituales, es decir, que Rakus había optado por todo un conjunto de medidas terapeúticas que ni el veterinario más experto habría sugerido.

A pesar de todo esto, los científicos aseguran que esta conducta, con ser rara, no es la primera vez que se da. Hace unos años ya se vio cómo varias hembras y un macho de orangutanes de Borneo se aplicaban sobre la piel la mezcla con saliva de hojas de un arbusto de propiedades analgésicas y antiinflmatorias.

Aquí tenéis un breve vídeo sobre este simio metido a médico y un completo artículo sobre el asunto.

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Variopintos ensayos

Rodrigo Quián Quiroga, neurofisiólogo

Carlos del Amor, escritor y periodista

José Manuel Puertas, periodista

Uno no es dado a leer ensayos, que eso era lo habitual en época universitaria, pero últimamente me ha entrado la vena intelectual de nuevo y me veo obligado a comentaros lo que viene a continuación. Hay para (casi) todos los gustos: neurología, arte, deporte…

El cine y la neurología

«Cosas que nunca creerías (de la ciencia ficción a la neurociencia)», de Rodrigo Quian Quiroga, es el menos «light» de los tres libros. El neurólogo argentino, experto investigador y (muy) aficionado al cine, despliega en su ensayo toda una serie de temas, a partir de grandes películas de ciencia ficción. Así, comenta la inteligencia artificial (y la compara con la humana), después de recordar «2001, Una odisea espacial». Habla del cerebro animal, y de la evolución y el aprendizaje, a propósito de «El planeta de los simios». Divaga sobre el mundo de los sueños tomando «Origen» como punto de partida. Y explica, en fin, el presente y el futuro de la cibernética a partir de «Robocop». Estos y otros sesudos temas van desfilando mientras rememoramos grandes obras del cine reciente (y no tan reciente). Todo ello aderezado con abundantes y prolijas citas de experimentos y publicaciones, y adornado con disertaciones sobre filosofía, psicología, ética y medicina.

Pinturas inventadas

«Emocionarte (la doble vida de los cuadros)», de Carlos Del Amor, es un libro cuya lectura, efectivamente, emociona. El autor recrea las escenas que le sugieren los grandes artistas instalados en su taller o en el escenario en el que realizan sus obras. Desde Goya a Antonio López, pasando por Turner, Vermeer, Anguisola, René Magritte, Friedricht, Van Gohg o Hopper. Con una sensibilidad exquisita, y una desbordante imaginación, Del Amor traslada al lector las intimidades de los genios de la pintura, aportando notas biográficas y numerosas anécdotas sobre sus aventuras y desventuras. Se echa en falta una mayor calidad en las reproducciones, pero en esta época, leer con apoyo informático es mucho mejor: las referencias a otras obras y artistas son tan variadas, que la ayuda de un pequeño ordenador es casi imprescindible. La clase de historia del arte es así magistral, pues están consignados absolutamente todos los estilos.

Los «malotes» del Baloncesto

Para los que vivimos la época «dorada» del baloncesto americano, aquélla en la que convivieron (y compitieron) Michael Jordan, Larry Bird, Magic Johnson o Isaah Thomas, es una delicia leer anécdotas y chascarrillos de los «monstruos» que admirabas, y tratabas de emular, mientras escuchabas embelesado las épicas narraciones de Ramón Trecet o Andrés Montes. La exitosa serie «El último baile», sobre las hazañas del genio de los Bulls, pone en contexto lo que cuenta «Los Bad Boys de la NBA», de José Manuel Puertas. El autor no se ciñe a las épocas recientes, sino que habla incluso de los tiempos prehistóricos, aunque cita algunas figuras aún en activo. Son semblanzas impagables las de Kevin Garnett, Bill Lambeer, Dennis Rodman, Latrell Sprewell, Kevin Durant y muchos otros (hasta 25). Historias, todas ellas, que nos provocan una permanente sonrisa bobalicona y que frecuentemente nos llevan al asombro y la carcajada. Escenas de hombretones multimillonarios comportándose como matones de barrio o como niños malcriados, con el único afán, no solo de ganar el partido, sino de ridiculizar al adversario o vengar las (supuestas) afrentas.

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