La OMS descartó el efectivo como foco de contagio pero algunos bancos lo desinfectan y algunos servicios y comercios dejan de aceptar metálico
El uso de tarjetas como instrumento de pago ha ido experimentado recurrentes alzas a doble dígito trimestre a trimestre hasta batir nuevos récords en 2019. El ejercicio se cerró con 4.536 millones de transacciones con tarjeta (un 16,2% más que el año anterior) por valor de 161.343 millones de euros (un 9,44% más). Son, en ambos casos, las cifras más altas de la serie histórica recopilada por el Banco de España, que arranca en 2002. Ahora, a falta de ver el impacto de la pandemia del coronavirus Covid-19 en el consumo y la economía en general, los plásticos se imponen como medio de pago ante la negativa de algunos comercios y servicios públicos de aceptar metálico por el riesgo de contagio que pueda suponer el intercambio de billetes y monedas.
“Uno de los cambios sociales que está generando la crisis sanitaria del Covid-19 es la aceleración de la preferencia por el pago sin contacto (contactless)”, incorporado ya en el grueso de tarjetas, ante “el temor a que el efectivo pueda favorecer la transmisión”, recoge un reciente informe de Funcas, la fundación de las cajas de ahorro.
Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha rechazado que el dinero en efectivo esté expandiendo la enfermedad, reconoce que este tipo de virus puede permanecer activo incluso varios días en superficies como el metal lo que, por ejemplo, llevó a bancos de China y Corea del sur a desinfectar el efectivo con tratamientos térmicos o ultravioleta buscando contener la propagación en su fase inicial.
Y la prevención ha calado en las transacciones diarias. “A la espera de estadísticas oficiales, se observa que los consumidores están prefiriendo pagar en medios distintos al efectivo y algunos comerciantes han pasado a no aceptar billetes y monedas”, recoge Funcas, apuntando a que “en España, algunas cadenas de supermercados como Mercadona recomiendan pagar con tarjeta».
Más allá, el pago con tarjeta se ha acabado imponiendo incluso para el abono de servicios públicos como el transporte. Así, en los últimos días, ayuntamientos como los de Madrid, Málaga, Valladolid, Valencia o Zaragoza han suspendido la posibilidad de pagar en efectivo en los autobuses urbanos.
A falta de ver el impacto en las cifras de 2020, el último trimestre del año pasado se cerró con 1.224 millones de operaciones con tarjeta (un 16,35% más que en el de 2018) por 42.802 millones de euros (un 8,65% más).
A esta evolución ha contribuido despliegue de terminales de punto de venta (TPV) por todo el país, que rozan ya los dos millones, y la reducción de cajeros de la banca, que cerró el año con 50.500, 11.000 menos que en 2008. Así, las retiradas de efectivo son cada vez mayores (141 euros de media) mientras que, gracias también al abaratamiento de comisiones, los plásticos se usan cada vez para pagar menores importes (35 euros de media). Al cierre del año había en el país 85,6 millones de tarjetas (37,25 de crédito y 48,35 de débito).