El objetivo es luchar contra una inflación desbocada
Por primera vez en 22 años, desde mayo de 2000, la Reserva Federal de Estados Unidos ha subido los tipos de interés en medio punto. Y, por si eso no bastara, ha alanzado el plan de reducción de su balance, que también implicará un aumento del precio del dinero. La doble decisión, que ya había sido anticipada por el mercado, se debe a las fuertes presiones inflacionistas que sufre la economía mundial por los problemas de la cadena de suministros global tras el ‘cierre’ de las economías debido al Covid-19 y, ahora, la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia.
Pese a la subida, la política monetaria estadounidense sigue siendo enormemente laxa. Tras la decisión de la Reserva Federal, los tipos de interés quedan en una banda que oscila entre el 0,75% y el 1%, mientras que la inflación está en el 8,5%, según el IPC, o en el 5,5%, de acuerdo con el índice subyacente de gastos de consumo personal, que es la medición preferida de la Reserva Federal.
El comunicado del banco central en el que se comunica la decisión incluye una llamada de atención sobre la evolución de los precios, al declarar que la ‘Fed’ «está altamente atenta» a la marcha de la inflación. El mercado prevé que, dentro de seis semanas, cuando se produzca la próxima reunión de política monetaria de la Reserva Federal, suba también los tipos en medio punto, y ha descontado que los tipos de interés oficiales estarán en el 2,5% a principios de 2023.
Pero la ofensiva del banco central contra la inflación no se ha limitado a los tipos de interés. En una muestra de la gravedad de la situación, la Reserva Federal ha anunciado que a partir de junio empezará a reducir su balance. Eso significa un mayor endurecimiento del precio del dinero, ya que, con esa decisión, la ‘Fed’ coloca bonos en el mercado. Al aumentar la oferta de activos, es necesario que éstos ofrezcan más rentabilidad a los compradores, lo que en el caso de los bonos significa pagar un interés más alto. El balance de la ‘Fed’ se ha disparado, al igual que el de los demás grandes bancos centrales del mundo, como consecuencia de la compra de deuda pública e hipotecaria llevada a cabo durante el Covid-19 para poner más dinero en circulación.
Pero lo que centra la atención de los observadores no son las subidas de tipos, que ya están descontadas, sino en la marcha general de la economía. La clave es si un aterrizaje suave será posible o, por el contrario, la economía va encaminada a una recesión. Así, Allison Boxer, de la gestora de renta fija PIMCO, cree que la Reserva Federal va a tener que moderar sus subidas de tipos en la segunda mitad del año para evitar que EEUU entre en recesión.
El endurecimiento de la política monetaria y la súbita ralentización del crecimiento han tenido ya un impacto claro en la Bolsa. Los valores tecnológicos, como suele ser habitual en estos casos, han sido los más golpeados, con gigantes como Netflix y Meta (la antigua Facebook) perdiendo, respectivamente, casi dos tercios y la mitad de su valor en menos de seis meses. El NASDAQ, que es el mercado en el que las empresas de tecnología tienen más peso, ha caído más de un 20% desde su máximo de noviembre. El S&P500, que es el principal índice de las grandes empresas, ha caído un 13% en cuatro meses. La subida de los tipos y la invasión rusa de Ucrania también ha tejido impacto en el mercado de dividas, donde el dólar está en máximos de 20 años contra el euro.