La riqueza de los hogares se reduce hasta 1,86 billones de euros, mientras que la deuda empresarial se modera hasta 966.700 millones
La inflación que en los meses de verano alcanzó niveles nunca antes vistos en cerca de cuatro décadas, fue el principal factor que explicaría, casi en exclusiva, el empobrecimiento del conjunto de las familias españolas. Con tasas superiores al 10% interanual y su paulatino traslado al resto de componentes, principalmente la alimentación, impulsó el gasto destinado a la cesta de la compra, reduciendo la capacidad de ahorro e impulsando el gasto familiar.
Así lo vino a confirmar el Banco de España en su informe de cuentas financieras, que señala que la riqueza financiera neta de las familias españolas, alcanzó los 1,858 billones de euros al cierre del tercer trimestre del año, frente a los 1,879 billones del mismo periodo de 2021, lo que supone un descenso del 1,1% interanual. Pero el dato aporta mayor negatividad aún, al mostrar como la deuda de los hogares españoles aumentó de 703.084 millones a 707.528 millones de euros, si bien en función del PIB se moderó del 59,8% al 54,4% del PIB.
El conjunto de la riqueza de las familias españolas, medida en activos financieros totales, alcanzó hasta septiembre 2,619 billones de euros, el 0,5% menos interanual, como consecuencia del deterioro en 63.300 millones de euros que compensó la adquisición de activos financieros de 50.400 millones en el último año, especialmente depósitos y participaciones en el capital.
¿Dónde tienen las familias su riqueza? El grueso de los activos se concentró con el 41% del total en efectivo y depósitos bancarios, alcanzando un total de 1,068 billones de euros, de los que 58.848 millones es dinero efectivo en el bolsillo. A continuación, con el 29% del total en participaciones en el capital, mientras que las inversiones en fondos representaron el 14% y los seguros y fondos de pensiones el 13%.
Según las cifras aportadas por el Banco de España, los españoles tienen depositados en fondos de inversión y participaciones en el capital 1,133 billones de euros, en acciones cotizadas 99.345 millones y en no cotizadas 149.494 millones de euros, mientras que las participaciones en fondos de inversión alcanzan los 377.314 millones y algo más de medio billón de euros se encuentran en otras participaciones en el capital.
Los depósitos invertidos en seguros y planes de pensiones cerraron el tercer trimestre en 333.864 millones de euros.
Las empresas mejoran
Un comportamiento distinto al de las familias fue el que experimentaron las finanzas de las sociedades no financieras. Mientras que las primeras empeoraron su situación, las segundas redujeron su nivel de endeudamiento. Su deuda se redujo desde los 971.600 millones de septiembre de 2021 a los 966.700 millones en septiembre de 2022, lo que les dio un respiro en su financiación. Esta evolución se hace patente en términos del PIB, ya que esta variable cayó hasta el 74,3%, frente al 82,7% de septiembre de 2021, permaneciendo aún por encima del 72,5% del cierre del ejercicio de 2019.
Retraso en la compra de bienes
Coincidiendo con el mensaje del Banco de España, el boletín económico que publicará hoy el Banco Central Europeo, recoge un artículo en el que se pone de relieve, como el encarecimiento de la energía y consecuentemente de la inflación ha podido provocar que un buen número de hogares europeos hayan decidido posponer compras de bienes duraderos, en muchos casos de mayor valor económico, para no acentuar aún más sus maltrechas finanzas.
De esta manera se evidencia como tras la recuperación del consumo, una vez levantadas todas las restricciones relacionadas con la pandemia y la disminución gradual de los estrangulamientos de la oferta, pueden frenarse como consecuencia de los efectos derivados de la inflación que está dañando el poder adquisitivo de los hogares en un buen número de países que en estos meses ven como sus tasas de inflación se mueven en niveles no vistos en muchos años, tal y como sucedió en la economía española en los meses del verano.
Recientemente, también el BCE publicaba como los hogares más pobres sufrían la inflación dos puntos más que los de rentas altas. El BCE afirma que la diferencia de la tasa de inflación efectiva entre hogares de rentas más bajas y más altas de la eurozona es la más amplia desde 2008 y se sitúa en los 1,9 puntos porcentuales.
Los factores que explican esta brecha son los diferentes patrones de gasto y la menor capacidad de los hogares más desfavorecidos de amortiguar la subida de los costes de la vida a través del endeudamiento o del ahorro. La fluctuación se mantuvo constante durante 10 años. Entre septiembre de 2011 y septiembre de 2021, la brecha prácticamente no se movió. Sin embargo, se disparó en términos interanuales: de 0,1 a 1,9 puntos porcentuales entre septiembre de 2021 y 2022.