La entidad eleva el precio del dinero hasta el 3,5% sin concretar futuros aumentos
El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido seguir adelante con su hoja de ruta a pesar del pánico desatado esta semana en los mercados financieros por las crisis de Silicon Valley Bank y Credit Suisse. La institución que preside Christine Lagarde ha aprobado este jueves otra subida de los tipos de interés —la sexta consecutiva— de medio punto, situándolos ya en el 3,5% pese a la inestabilidad financiera. En lugar de moderar los aumentos de tipos, la entidad ha decidido dejar en el aire futuros movimientos y prometer la “liquidez” que sea necesaria para responder a una eventual crisis bancaria. “El BCE cuenta con todos los instrumentos de política monetaria necesarios para suministrar apoyo de liquidez al sistema financiero de la zona del euro si fuera necesario”, ha afirmado la jefa del BCE en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno.
Fráncfort prácticamente se ató de pies y manos en febrero, cuando Lagarde anticipó la subida de medio punto que se decidió esta semana. A pesar de que la inflación va perdiendo fuelle, sigue siendo el enemigo número uno de Fráncfort. Y Lagarde ve todavía “camino por correr” en la batalla contra el alza de precios. Pero la francesa, como muchos de sus colegas, vivió en primera línea el colapso financiero de 2008 y sabe cuán rápido puede propagarse una crisis bancaria. Máxime cuando el foco está en Suiza, la gran fortaleza financiera mundial a las puertas de la zona euro. Ante ese panorama, el Consejo de Gobierno ha adoptado la decisión de mantener su hoja de ruta y subir los tipos al 3,5% —y la facilidad de depósito al 3%—, no anticipar futuros movimientos y trasladar a los mercados que tiene todos los instrumentos necesarios para actuar si es necesario.
La decisión de Credit Suisse de aceptar hasta 50.000 millones de euros de su banco central allanaba a primera hora de la mañana la rueda de prensa de Lagarde. “Enviaría una señal terrible al mercado [en caso de no subir los tipos]”, consideraba el director de Análisis Macroeconómico de Pictet, Frederik Ducrozet antes de la comparecencia. La decisión, según Lagarde, se adoptaba por “una muy amplia mayoría”, con apenas tres o cuatro miembros del Consejo que consideraban que era mejor esperar antes de tomar cualquier decisión. Y sin ninguna otra propuesta sobre la mesa. “El Consejo de Gobierno está haciendo un atento seguimiento de las actuales tensiones en los mercados y está preparado para responder como resulte necesario a fin de mantener la estabilidad de precios y la estabilidad financiera en la zona del euro”, ha afirmado Lagarde
La francesa ha abandonado el tono agresivo empleado en reuniones anteriores y ha echado mano a la tradición de artesanos del lenguaje de los banqueros centrales para no dar ninguna pista sobre futuros movimientos. La crisis de Credit Suisse puede cambiarlo todo. Y así lo ha advertido cuando ha dado cuenta de las nuevas previsiones del Eurobanco, más optimistas que en diciembre. Los economistas del BCE creen que están a punto de lograr su objetivo a medio plazo de situar la inflación en el 2% gracias al descenso de los precios de la energía. Ahora proyectan un alza de precios del 5,3% en 2023 (frente al 6,3% de diciembre), del 2,9% en 2024 (frente al 3,4%) y del 2,1% en 2025 (antes, un 2,3%). “Seguirá siendo demasiado alta durante demasiado tiempo”, ha lamentado Lagarde. También hay buenas noticias para el crecimiento, que auguran que será del 1% este año (medio punto más) y algo inferior, el 1,6%, en 2024 y 2025.
El Eurobanco ha insistido en destacar la salud de la banca del Viejo Continente después de que el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, hubiese avisado el martes a los ministros de Finanzas de que algunas de sus entidades podían verse arrastradas por las turbulencias. En la rueda de prensa de este jueves, Guindos ha sostenido que el sector financiero es “resiliente” al haber mejorado su posición de capital y liquidez. También Lagarde ha apuntado en esa dirección y ha recordado que la “arquitectura, el marco y la supervisión” han mejorado respecto a la crisis financiera de 2008. La francesa, además, ha recordado que el BCE se ha equipado en las últimas crisis con los instrumentos necesarios para garantizar la estabilidad financiera de la zona euro.
Los mercados han reaccionado con alzas a la decisión del BCE: el Ibex 35 cerró con una subida del 1,5%, el CAC francés, del 2,03%; el DAX alemán, del 1,57%, y la bolsa de Milán, del 1,38%. El euro, que se había desplomado durante los días de tormenta, se apreciaba de forma tímida. Y las deudas alemana, española o italiana volvían a repuntar. Sin embargo, los analistas fueron, en general, más críticos con la decisión. “En nuestra opinión, el grado de endurecimiento de las políticas del BCE y de la Reserva Federal hasta la fecha ya ha sido suficiente para provocar un aterrizaje brusco. Ambos deben actuar con extrema cautela a partir de ahora, con flexibilidad y amplitud de miras”, afirma Anna Stupnyska, economista global de Fidelity.
Los analistas también ven en la decisión una clara prioridad por la inflación. Sin embargo, Lagarde ha negado que exista ningún “trade off entre la estabilidad de precios y la estabilidad financiera”. “El BCE se la ha jugado en un momento complicado. Después de la crisis financiera del Silicon Valley Bank, atribuida a los efectos de las drásticas subidas del tipo de interés aplicadas por la Reserva Federal, desde el sistema financiero se presionaba para un relajamiento de la política monetaria. Sin embargo, el BCE ha priorizado su lucha contra la inflación. El objetivo del 2% para el 2025 se ha impuesto. A pesar de los mensajes tranquilizadores acerca de la solvencia de los bancos europeos, la incertidumbre en el mercado por el miedo a una nueva crisis financiera global es evidente”, afirma Tomás Gómez, profesor de la Universidad Internacional de Valencia.