13/02/2024
El 29,2% del empleo creado desde el estallido de la pandemia corresponde a trabajadores extranjeros, según los datos de la Seguridad Social. Desde abril de 2020 han sumado 696.224 afiliados medios y alcanzan un máximo histórico de 2,67 millones a cierre de 2023. A pesar de que la inmigración apenas supone un 12% del total de los ocupados, su tasa de crecimiento triplica a la de los nacionales: un 35% frente a un 10%.
El cuarto mes de 2020 fue el peor momento de la crisis en cuanto a empleo. La afiliación tocó fondo con 18,45 millones de ocupados, frente a los 19,53 millones que registraba en julio de 2019, momento considerado el máximo prepandemia. Pero el mercado laboral se recuperó con rapidez, superando los umbrales previos a la irrupción del Covid19 solo un año después. En 2023 ha alcanzado un récord de 20,8 millones de afiliados.
En este tiempo, los afiliados españoles han sumado 1,68 millones de nuevos trabajadores, mientras que los inmigrantes han incorporado 696.224. Que a pesar de su reducido peso en el total del empleo (un 12,8%) aporten un tercio de las nuevas afiliaciones implica que han experimentado un dinamismo mucho mayor que los nacionales. Algo que confirma la tasa de crecimiento acumulada en el periodo: la de los foráneos más que triplica la de los nacionales.
En este impulso coinciden varios factores. El primero, obviamente, es el intenso ‘rebote’ de la actividad tras la pandemia, que ha superado la simple recuperación para rebasar con creces la moderada tendencia que parecía seguir antes de la crisis sanitaria. El segundo, la más tardía recuperación de los sectores más afectados por los confinamientos, que han aprovechado con intensidad la llegada de trabajadores foráneos tras la apertura de las fronteras.
¿Compensan la falta de mano de obra?
Esto podría explicar por qué, si bien la evolución del empleo nacional y migrante había seguido una tendencia similar antes y en los primeros meses de la pandemia, a partir de 2021 su comportamiento se diferencia cada vez más. Esto coincide con un momento en el que los empresarios se quejan de la falta de mano de obra entre los nacionales.
Esta demanda se produce especialmente en sectores con mayor mano de obra migrante. La hostelería, que emplea al 19% de los afiliados extranjeros, el comercio que llega al 17,2%, la construcción, que llega al 11,9% y las ‘actividades administrativas’, epígrafe que incluye trabajos de oficina que se consideran de baja cualificación (y escasa remuneración), entre ellos, las actividades de ‘call centers’.
Precisamente, al analizar la composición del empleo extranjero creado entre abril de 2020 y cierre de 2023, comprobamos que los que más peso tienen en la creación de empleo foráneo en este periodo son también el comercio (14,6%), las actividades administrativas (13,7%), la construcción (13,1%) y la hostelería (10,9%). Lo que avala la tesis de que la contratación de inmigrantes se intensifica según los confinamientos se relajan.
El de la falta de mano de obra es uno de los grandes debates del mercado laboral tras la pandemia, a pesar de que España tiene la mayor tasa de paro en Europa. Una situación que llevaría a las empresas a tirar de foráneos, ante la supuesta negativa de los nacionales a aceptar determinados empleos. Aunque este análisis admite un matiz adicional.
Aunque, tal y como contamos en elEconomista.es, la tasa de dimisiones ha repuntado tras la reforma laboral, especialmente entre los indefinidos, sigue provocando cinco veces menos bajas que el final o interrupción de un contrato temporal. Y lo cierto es que, si desglosamos el desempleo por nacionalidad, se aprecia que los españoles siguen registrando una tasa de paro del 10,7%. Eso sí, la de los inmigrantes supera el 17%.
Tener empleo es la forma más habitual de obtener y renovar un permiso de residencia, por lo que no es difícil concluir que su mayor tasa de paro les convierte en un caladero potencialmente mayor para ciertos empleos, sobre todo los peor remunerados. Su base de cotización, su salario bruto, es un 22 % inferior al de los trabajadores nacionales, según revelan los datos de Seguridad Social.
En este sentido, es llamativo el caso de la construcción: aunque ha incorporado 78.496 nuevos afiliados desde la pandemia, solo 250 provienen del plan de contratación en origen puesto en marcha por el Gobierno para traer trabajadores cualificados en un sector en el que las patronales hablan de hasta 700.000 vacantes por cubrir. Aunque eso sí, el incremento se ha producido en todas las ramas de actividad, salvo en las embajadas y organismos extraterritoriales, donde ha descendido en 96 personas.
Colombia, Venezuela Marruecos… ¿e Italia?
¿De dónde vienen estos inmigrantes? Si comparamos las nacionalidades, las que más aumentan son los marroquíes (105.481 nuevos afiliados), los venezolanos (85.312) y los marroquíes (69.519). Sorprende que el cuarto puesto lo ocupe Italia, que ha sumado 56.563 afiliados medios netos. Los chinos, en comparación, solo han incorporado 37.518 afiliados. Muy por detrás quedan los ucranianos, que pese al éxodo tras la guerra solo han incorporado 21.653 trabajadores al mercado laboral.
Una explicación a lo que ocurre con los italianos es que muchos sean inmigrantes con doble nacionalidad, seguramente de segunda generación, que han optado por buscar trabajo en España ante las políticas antimigratorias desarrolladas en los últimos años en un país cuya situación económica no es tan diferente de la española, en términos de paro y calidad del empleo.
Su caso es más llamativo si lo comparamos con el de los ciudadanos rumanos, que suponen el 12% de la mano de obra migrante en España (los italianos son ya un 6,5%), pero solo han aumentado en 3.400 personas tras la pandemia, un repunte que equivales al 0,49% del total acumulado de trabajadores extranjeros. En cualquier caso, aunque es pronto para hablar de cambios permanentes en los flujos migratorios laborales tras la pandemia, la afiliación foránea se sigue concentrando mayoritariamente en países de habla hispana.