Madrid – 27 MAR 2024
La subyacente sigue bajando y se coloca en el 3,3%, cuatro puntos menos que hace un año
A modo de montaña rusa, los precios suben y bajan mes a mes. En esta ocasión, el encarecimiento de la energía, en concreto de la electricidad, ha hecho que la inflación aumente en marzo, hasta el 3,2%. Se trata de cuatro décimas más respecto a febrero, según el dato adelantado publicado este miércoles por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin embargo, la subyacente —que excluye la energía y los alimentos frescos— continúa por la senda de la moderación al pasar del 3,4% al 3,3%. Esta cifra refleja el proceso de desescalada en los grandes grupos que condicionan el IPC. Por comparar, hace un año esta tasa era del 7,5% —4,2 puntos más que a día de hoy—.
El repunte mensual se achaca, según el Ministerio de Economía, a la normalización del IVA de la luz del 10% al 21%, tras casi tres años con la tasa impositiva reducida. La decisión del Ejecutivo de regularizar este impuesto se debe a la reciente caída en el precio de la electricidad, ya que cuando se diseñaron las medidas anticrisis el Gobierno condicionó la rebaja a que la cotización del mercado mayorista permaneciese por encima de los 45 euros por MWh. Desde febrero, la media ya se situó por debajo de ese límite y los mercados futuros apuntan a que se mantendrá así al menos hasta abril como consecuencia de la gran producción de las renovables y del hundimiento en la cotización del gas natural y de los derechos de emisión de dióxido de carbono (CO₂), que presiona a la baja todo el mercado en las horas en las que ese combustible fósil marca el precio de la luz.
Combustible más caro
Al IVA se suma el encarecimiento del combustible, que acumula ya nueve semanas consecutivas de aumentos ininterrumpidos. “En este periodo, el petróleo ha avanzado en sentido opuesto al de los otros productos energéticos”, explica Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas. En efecto, mientras que la electricidad y el gas se han abaratado hasta caer por debajo de los niveles previos a la crisis inflacionaria, la gasolina y el diésel han recuperado valor. El motivo principal son los constantes recortes de oferta llevados a cabo por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a fin de mantener al alza los precios internacionales del oro negro.
Con todo, el precio del combustible en España sigue por debajo de la media de la eurozona, donde según el último Boletín Petrolero, el litro de gasolina costaba 1,79 euros. Son casi 20 céntimos más que en las estaciones de servicio nacionales, donde cuesta 1,62 euros. Lo mismo se aplica para el diésel, en parte gracias al menor coste de la materia prima, pero sobre todo porque las tasas impositivas son menores que en el resto de la Unión Europea.
Más allá de los vaivenes mensuales, lo que más preocupa a los analistas es el coste de los servicios —como restaurantes y hoteles—, que siguen ejerciendo presión sobre la inflación subyacente. Torres detalla que su comportamiento ha sido asimétrico y se resisten a bajar porque están unidos a los componentes que condicionan la evolución de la inflación; en concreto, a los salarios y beneficios empresariales. Por el momento, no queda claro si es un efecto de segunda ronda o se trata de una evolución puntual derivada de los ajustes de precios que se hacen a inicios de cada año. Lo cierto es que la subida espectacular de los billetes de las aerolíneas, así como de los paquetes turísticos y de los alojamientos, apuntan a que esta será la Semana Santa más cara de la historia. Ya en febrero, los hoteles, hostales y servicios de alojamiento similares se encarecieron un 9% respecto a 2023; los campings y albergues juveniles lo hicieron casi un 6% y los paquetes turísticos nacionales un 18,7%, según el INE.
De forma contraria a lo que ocurre con los servicios, los precios de los alimentos siguen moderándose como resultado, en parte, del efecto base. Si en marzo de 2023 se habían encarecido un 16,5%, en febrero de este año la tasa era apenas del 5,3%, según el INE. A falta del dato definitivo de este mes —que se conocerá en un par de semanas—, los analistas prevén que el indicador baje todavía más. A su favor juega que los costes agrícolas llevan varios meses con una tasa de variación interanual en negativo, lo que debería aliviar las presiones sobre el coste de la cesta de la compra y situar la tasa media anual de este grupo por debajo del 4% en 2024 —el año pasado estuvo por encima del 11%—, según CaixaBank Research.
Más allá de estos datos, los economistas perciben signos de mejora en la cesta de la compra. La proporción de insumos con una tasa de inflación inferior al 2% va en aumento y a día de hoy solo hay un producto con un nivel interanual superior al 20%: el aceite de oliva.