12/09/2023
- El rendimiento laboral cayó un 5,4% y la retribución creció un 0,5%
- Este comportamiento choca con el experimentado en las crisis previas
Nuestro país ha sufrido tres crisis económicas en las últimas tres décadas, todas ellas con distintos efectos y gravedad sobre el país. La última crisis, provocada por el coronavirus, dejó la mayor caída del PIB de toda su historia, que en 2020 fue del 10,8%, 3 veces mayor que el peor año en la Gran Recesión. Sin embargo, en comparación con las crisis anteriores, la crisis de la pandemia ha revelado un contexto nunca antes visto en periodos recesivos. En esta ocasión, » la productividad cayó, insertando su comportamiento en la normalidad de las economías de nuestro entorno, y que no sucedía en las anteriores crisis. Por primera vez el desplome de la actividad provocó un descenso del empleo de menor intensidad. Y, en segundo lugar, porque los salarios reales se mantuvieron (aumentaron ligeramente), pese a la magnitud de la recesión», explican desde el sindicato UGT.
Para el sindicato liderado por Pepe Álvarez, la causas fundamentales que explican la evolución de ambos valores se debieron al «apoyo decidido» a los Erte y «las ayudas desplegadas por el gobierno a las empresas, que preservaron parcialmente el tejido productivo, el empleo y los ingresos de millones de hogares».
Tomando de referencia todo el periodo de estudio (desde 1992 a 2022), el resultado acumulado de ambos valores supone un crecimiento de 11,3% en productividad laboral y tan solo un 0,9% en los salarios. Esta circunstancia provoca una brecha «con consecuencias distributivas y productivas de gran relevancia: han ganado las empresas y han perdido las personas trabajadoras», apunta UGT.
Según el servicio de estudios sindical, el objetivo para una economía avanzada es que su productividad aumente de manera importante y consistente, puesto que es sinónimo de progreso. Ello implica primar actividades que crean más valor añadido y empleos más cualificados y mejor retribuidos.
«Tras décadas de retraso, estas transformaciones parecen apuntarse en la economía española, que está generando mucho empleo, pero esencialmente estable y en algunas de las actividades con más capacidad innovadora, como viene sucediendo desde que terminara la pandemia», explican, poniendo como ejemplo el aumento del 23,9% de personas afiliadas en Informática o Telecomunicaciones y 14,4% más en Actividades Profesionales, Científicas y Técnicas, entre otros.
Desde el sindicato destacan el buen funcionamiento de las políticas contracíclicas aplicadas a raíz de la pandemia, el cambio de estrategia de las instituciones europeas (con los fondos NextGen EU) y la reforma laboral, «que ha logrado poner la estabilidad laboral en el centro de la creación de empleo».
Para UGT, la principal diferencia entre las medidas tomadas durante la Gran Recesión y las aplicadas durante la pandemia radica en que, en el primer caso, se implementó una política de austeridad económica que redujo el gasto, eliminó las ayudas y exacerbó la espiral de aumento del desempleo y la recesión. Mientras tanto, en el segundo caso, se llevaron a cabo medidas de estímulo a través de una política fiscal expansiva que mitigó el impacto negativo, preservando el empleo y los ingresos.
Crisis del 1993 y Gran Recesión
En las últimas tres décadas en España se han producido tres crisis económicas, cada una de ellas de distinta índole y magnitud. La primera recesión que vivió la economía española se produjo entre 1992 y 1993 (año en que se produjo la caída efectiva del PIB), eminentemente industrial, y aunque breve, generó un fuerte aumento del desempleo (más de un millón de personas) y provocó como reacción hasta tres devaluaciones de la peseta en nueve meses para intentar ganar competitividad.
La segunda crisis aconteció entre 2008 y 2013 (aunque hasta el año 2017 no se alcanzó el mismo nivel de producción precrisis) y fue apodada como la Gran Recesión entre los académicos por su gravedad. Ésta Gran Recesión, iniciada en origen en el sector financiero pero extendida rápidamente al conjunto del tejido productivo, supuso pasar de tasas de crecimiento del PIB por encima del 3% y 4% a caídas del PIB de la misma proporción.