Entrevista a Alberto Conejero, joven dramaturgo español.

REVISTA PASTICHE

Entrevista a Alberto Conejero

Oliver Baldwin entrevista para la revista Pastiche nº 12 a Alberto Conejero, el joven dramaturgo español que ha estrenado La Piedra Oscura en el Centro Dramático Nacional. Estudioso del teatro griego, intenta restituir las voces del pasado, aportando una dosis de humor y sumándole su cultura musical a la hora de escribir. Conejero comenta cómo es su proceso creativo, la creación de sus personajes y la cosmovisión de su obra y sus personajes.

[Comienzo de la entrevista]

Alberto Conejero me cita en el Matadero, el lugar que, afortunadamente, comienza a ser un faro de esperanzas en el crecimiento artístico y cultural de este país. No creo que pueda haber mejor lugar para hablar con una de las figuras del presente teatral que más dará que hablar en el futuro de la escena. Alberto me recibe sonriente, amable, pero con esa niebla de timidez que tienen las personas que exhalan sensibilidad. En nuestra conversación nos rodean y sobrevuelan gorriones. Las casualidades dudo que existan, y los augures siempre han sido necesarios.

Acabas de estrenar, como autor y co-director, Cliff en la Pensión de las Pulgas. ¿Cómo ha sido trasladar la obra del papel, de la idea, a la acción?

Este Cliff es la tercera puesta en escena que veo, tras su estreno en España y la de Alejandro Tantanian en Buenos Aires. Es prácticamente mi primera dirección y ha pasado un tiempo prudencial desde que fue escrita, en el 2009, y eso me pareció muy importante, porque necesitaba tener distancia con un texto mío para atreverme a dirigirlo. Y luego, no hubiera ocurrido sin Alberto Velasco, que es el co-director y el verdadero corazón de esta propuesta, un creador joven pero lleno de talento que decidió lanzarse con un texto que en España no había recibido casi atención. Y si Alberto está interesado, salto con red; además de la suerte de trabajar con Carlos, el actor para el que fue escrito, quien conocía bien el texto. Por lo cual el punto de inicio de este trabajo ha sido muy benefactor.

Para mí sobre todo ha sido un trabajo de dramaturgo: ser capaz de disociar el lenguaje y sentidos de la escenificación con el del texto, haciendo cortes e intervenciones. Los autores cuando escribimos lo hacemos para otros, hay una especie de presencia fantasmagórica, con actores y un director en potencia, donde siempre está presente la potencialidad del escenario. En este sentido ha sido una dialéctica entre cuál era mi puesta en escena ideal de Cliff y cuál era la que estaba surgiendo. Y compartir el imaginario es lo hermoso, porque esta puesta en escena es un encuentro de Cliff con el imaginario de Alberto Velasco, de Carlos, mío, porque no soy el mismo que lo escribió hace cinco años, y el de todo el equipo. Esta obra pasa a ser también de otros; mi trabajo ha sido asumir gozosamente que se comparten imaginarios. Ha sido muy fácil la traslación del texto al escenario; porque lo que en el texto son cuatro párrafos desarrollando y dando vueltas a una misma idea, posiblemente en escena con contarlo una vez es suficiente.

Lo importante era encontrar un lenguaje escénico que pudiera soportar la apuesta textual. Soy un autor que viene de la literatura, que llega al teatro desde lo literario y estoy en esa dialéctica, entre lo que lo literario y lo escénico pueden soportar.

Cliff es posible que sea el texto donde he explorado la forma de lo neodramático, que aunque tenga una artistotélica por debajo, por fuera es más rizomática. Es un texto que fácilmente asume el teatro muy físico y audiovisual de Velasco. Esta puesta en escena se acerca mucho a la que soñé para Cliff. Ha sido duro, un combate entre lo literario y lo dramático, pero quizá yo escribiría ahora un texto con un poco más de luz. Quizá lo que más me ha sorprendido ha sido darme cuenta de mi cambio como dramaturgo en este tiempo, de mi Yo de hace cinco años. Posiblemente lo más fuerte ha sido encontrarme con ese Yo.

FUENTE: Elboomeran.com

 alber

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