La técnica del mandala

La palabra mandala viene del sánscrito y significa «círculo».  Se define igualmente como «Círculo Sagrado», «anillo mágico», «rueda», «centro», «aquello que es la esencia»…

A pesar del origen oriental de la palabra, existen y existieron en todas las civilizaciones y culturas, partiendo de las más primitivas hasta las más modernas: los indios navajos, los pueblos indígenas de centroamérica, los aborígenes de Australia, las tribus de África y la zona del Tíbet.

Colorear mandalas nos ayuda a relajarnos, potencia la concentración, la relajación y la creatividad, nos da equilibrio y serenidad.

Un mandala es un «descodificador» de información. Actúa a nivel inconsciente sacando información al consciente que nos ayuda a resolver nuestros conflictos internos de una manera suave.

Los mandalas tienen aplicaciones terapéuticas, ayudando a equilibrar los dos hemisferios cerebrales: el racional y el creativo.

Su principal objetivo es fomentar la concentración de la energía en un solo punto durante la meditación.El mandala funciona como símbolo y recoge en imágenes un conocimiento enigmático que puede ser descifrado por el discípulo.

Los mandalas tradicionales, los grandes mandalas de la tradición hindú, suelen ser imágenes enórmemente complejas, que incluyen letras sánscritas (propias del idioma hinduista) formando mantras (oraciones) y dibujos de devas (deidades) que se quieran asimilar. A veces, parecen laberintos auténticos. El denominador común es el círculo (uno o varios) que rodea un núcleo interno. Además puede ir acompañado de otras figuras geométricas como el cuadrado o el triángulo.

El anillo externo del mandala consiste en una «barrera de fuego», que por una parte prohibe el acceso a los que no son iniciados, pero por otra, simboliza un conocimiento que dicen «quema la ignorancia». En seguida viene un «anillo de diamante» que es el símbolo de una conciencia suprema, la boddhi, la iluminación. Dentro del anillo de diamante está inscrito un círculo alrededor del cual están representados ocho cementerios, que simbolizan los ocho aspectos de la conciencia. Sigue después el anillo de hojas, que simboliza el renacimiento espiritual. En el centro de este último círculo se encuentra el mandala propiamente dicho, también llamado palacio (vimana), es decir, el «lugar en el que se disponen las imágenes de los dioses».

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