Cómo comunicar el divorcio a los niños.

   Preocupados por los efectos que la separación pueda tener en los hijos, los sentimientos de culpa abundan entre los padres que deciden divorciarse.

Qué duda cabe que el divorcio puede suponer una experiencia dolorosa para los hijos. Con el cese de la convivencia entre los padres desaparece una determinada forma de vida en familia, infeliz tal vez, pero conocida y previsible. Con el tiempo la familia se reorganizará y adoptará otra forma igualmente válida.

El divorcio pretende ser una solución efectiva a un conflicto que ya existía antes de la ruptura; aquello que realmente perjudica a los hijos es el grado de conflictividad entre los padres y su forma de resolver estas disputas. En consecuencia, la forma en que los padres manejen la situación que resulta de su separación es fundamental para el bienestar de sus hijos.

Este cambio sustancial en la vida de la familia, no siempre viene acompañado de una explicación clarificadora a los hijos, quienes creen a menudo ser los causantes de la ruptura de sus padres, aumentando con ello su temor y su confusión. Los hijos necesitan que los padres les comuniquen a tiempo y de forma adecuada que van a divorciarse. Informarles de esta decisión supone un primer ejercicio de cooperación entre los padres, que puede contribuir a sentar las bases de la relación parental post-divorcio.

PREPARANDO EL ENCUENTRO: 
La noticia de que sus padres se van a separar produce un gran impacto emocional en los hijos, y no existe un discurso capaz de anestesiar el dolor que este anuncio les va a causar. No podemos recurrir a la improvisación para comunicar un cambio de tal magnitud, sino que debemos de elaborar nuestro relato con detenimiento.
Fundamentalmente este relato debe estar orientado a clarificar a los hijos cuatro puntos esenciales:

Qué cambios van a producirse.
Los hijos no son los culpables del divorcio de sus padres.
El amor de los padres hacia los hijos no cesa con el divorcio.
Los hijos podrán seguir amando a los padres después del divorcio.

Los niños necesitan tiempo para asimilar la decisión de sus padres. Y para favorecer su adaptación es importante “comenzar con buen pie”.

1. Informar a los hijos: Sea cual sea la edad de los niños, ellos necesitan de las explicaciones de sus padres, y están capacitados para aceptar la realidad que les toca vivir. Cuando los niños no reciben tales explicaciones, acostumbran a recurrir a la fantasía y a la imaginación, atribuyéndose en la mayoría de los casos la culpa del divorcio de sus padres (ej. mis padres se han separado porque no me porto bien,…).
Otros padres esperan a hablar con ellos justo en el último momento. Sin embargo, es aconsejable proporcionarles cierto margen de tiempo para poder asimilar la noticia y comunicarles la decisión antes de que uno de los progenitores deje el hogar conyugal. Se recomienda entre una o dos semanas antes de que se haga efectiva la separación. Una vez hablado con ellos, aconsejamos no prolongar este periodo a fin de no alentar fantasías de reconciliación, que podrían añadir confusión e inseguridad en los hijos; también puede propiciar que los éstos se impliquen en la tarea de volver a unir a sus padres. Tampoco es recomendable de informar antes de que se tome una decisión en firme, pues ello podría generar más temor e incertidumbre.
Es aconsejable informar de forma conjunta a todos los hijos. Hacerlo por separado podría hacer más confusa la situación. Si bien en lo sucesivo, será conveniente destinar espacios a solas con cada uno de los hijos, para poder atender de forma individualizada a sus dudas y a sus temores.

2. Presentar la ruptura como una decisión conjunta: Compartir la responsabilidad de notificar la decisión y presentar un discurso único, facilita la adaptación de los hijos a la nueva situación. Cuando esto no sea posible, es conveniente que ambos progenitores ofrezcan la misma versión. Incluso cuando uno de los cónyuges no desea la separación, es importante que no se transmita a los niños este desacuerdo, y se presente la decisión como mutua. Es preferible que la pareja se dé un espacio privado en el que tratar con libertad los temas en los que no exista consenso, evitando que estos trasciendan a los hijos.
Asimismo se han de evitar las manifestaciones de hostilidad o de crítica hacia el otro cónyuge.

3. Dejar muy claro que se rompe la relación como pareja, pero no el vínculo de padres-hijos: Uno de los temores más frecuentes en los hijos de parejas que se divorcian (que han dejado de quererse) es que sus padres dejen de quererlos a ellos también. Es fundamental, por tanto, tranquilizarles al respecto y explicarles que la pareja se divorcia como marido y mujer, pero que ellos no van a perder a sus padres: Papá y mamá van a separarse como marido y mujer, pero no vamos a separarnos de vosotros. El amor de los padres a los hijos es para siempre y no se acaba con el divorcio.
Este mensaje debe reforzarse asegurando que, a pesar de no vivir juntos, los hijos podrán seguir contando con ambos padres. En este sentido, resulta útil explicarles de qué forma los padres van a ocuparse de ellos, cómo se han organizado para seguir cuidándolos teniendo en cuenta que ya no van a convivir. De esta manera, a ellos se les aporta seguridad en el sentido de que van a poder seguir contando con ambos padres, y también en relación con la nueva rutina. Resulta útil dedicar un tiempo a organizar las tareas del día a día que asumirá cada progenitor para evitar confusión. En definitiva, el mensaje que debemos transmitir a los hijos es: Te queremos mucho y nunca dejaremos de hacerlo. Los adultos a veces dejan de quererse como marido y mujer, pero los padres nunca dejan de amar a sus hijos. Hay muchas clases de amor: el amor entre un hombre y una mujer a veces termina, pero el amor de los padres a los hijos no. Siempre nos tendrás a los dos, aunque ahora vayamos a vivir separados. Estaremos a tu lado y te ayudaremos a acostumbrarte a todos estos cambios,…

4. Los hijos necesitan poder seguir amando a sus padres: Del mismo modo que precisan tener la seguridad de que sus padres seguirán amándolos después de la separación, los hijos necesitan saber que podrán seguir amando a ambos padres, es decir, que no tendrán que elegir a uno de ellos. Este es un aspecto fundamental a cuidar en los procesos de separación. De ahí la necesidad de una actuación conjunta, que asegure a los hijos que van a poder seguir contando con ambos padres, y que evite generar conflictos de lealtades.
Con demasiada frecuencia, algunos progenitores instalados en el rencor prosiguen su guerra conyugal más allá del divorcio y convierten a sus hijos en aliados de su lucha particular. En el fragor de la batalla, llegan a descuidar la necesidad de los hijos de seguir queriendo a los dos. Algunos padres creen que poniendo a sus hijos en contra de uno de los progenitores les sirve como venganza hacia su ex-pareja y además se gana el amor de sus hijos. Lo primero es una verdad a medias, porque inevitablemente la rabia se instala en uno y lo hace preso de una relación de pareja que se supone acabada, pero que se mantiene a través de la ira. Lo segundo es totalmente falso, aunque en apariencia pueda parecer una verdad; los padres y/o madres que priman su necesidad de venganza a la necesidad de los hijos de tener el amor y apoyo de sus padres, pueden tener una alianza de sus hijos aparente, puesto que se les está privando de su libertad y empujando a ser leales con uno de los progenitores. En este caso, los hijos sienten que se les ha negado su derecho a vivir su hijedad, por lo que se crea en ellos dos deudas pendientes: una deuda para con el progenitor que castró su deseo de relación con ambos padres y otra con el progenitor al que renunció. Esto tiene un coste emocional muy importante que se traduce en crisis personales, adicciones, problemas de ansiedad, conductas de violencia, falta de estabilidad emocional,…

5. Prestar atención al lenguaje verbal y no verbal: Conviene utilizar un tono sereno y evitar los dobles mensajes. Los niños son expertos en los mensajes no verbales y captan a la perfección la hostilidad que se camufla en frases del tipo: No voy a hablar mal de tu padre/madre, pero tampoco diré nada en su favor. El ignorar al otro es una forma de agresión.

6. Informar de las discusiones y de los conflictos que han podido motivar la ruptura, sin entrar en detalles: La información ha de ser veraz, pero no ha de ser excesivamente explícita. El dar explicaciones exhaustivas responde más a una necesidad de los adultos que de los niños. Un exceso de detalles puede confundir a los hijos y propiciar conflictos de lealtad hacia uno u otro progenitor.
En realidad, aquello que los hijos necesitan oír de sus padres es que, a pesar de haber intentado con todas sus fuerzas solucionar sus problemas, no pueden seguir viviendo juntos; que la decisión de divorciarse ha sido enormemente difícil y que el desenlace les entristece profundamente.
Resulta del todo desaconsejable dar explicaciones del tipo: vuestro padre/madre nos abandona; vuestro padre/madre quiere que me vaya;…

7. Asegurar a los hijos que no tienen ningún tipo de responsabilidad en la ruptura: Aunque no lleguen a explicitarlo, muchos hijos se sienten culpables de la ruptura de los padres. Conviene pues que los padres los tranquilicen al respecto, y les repitan cuanto sea necesario que el divorcio no es culpa suya; se trata de clarificar que nada de lo que puedan haber dicho o hecho los hijos ha tenido que ver con la decisión de los adultos de optar por el divorcio.
A fin de reforzar este mensaje, es recomendable evitar las disputas en presencia de los hijos, pues podrían reavivar el temor a ser el origen de las desavenencias entre sus padres. Aun existiendo el firme propósito de no discutir delante de los hijos, en ocasiones será inevitable que se produzca algún tipo de discusión, en cuyo caso podemos decirles: Lamento que papá y mamá hayan discutido; a veces nos cuesta no hacerlo, pero seguiremos intentando resolver nuestras diferencias de una forma más pacífica; quiero que sepáis que nuestra discusión no se debe a nada de lo que habéis dicho (o hecho) vosotros. Otras veces, el ambiente se tensa y es tan solo uno de los cónyuges quien no logra mantener la calma, en cuyo caso, el otro puede dirigirse a él o ella en un tono neutral y aplazar la conversación para más tarde.

La capacidad de los niños para afrontar la separación es fortalecida cuando ven que el divorcio tiene un propósito, es una solución estudiada con cuidado a favor de la familia y se hace desde el respeto mutuo entre padres.
Si las parejas se divorcian legalmente, pero no emocionalmente, la separación no queda resuelta. Su futuro y el de sus hijos puede verse comprometido si no elaboran adecuadamente este duelo. Así, algunas parejas de divorciados siguen vinculados por una relación de hostilidad crónica, que puede prolongarse incluso más allá de haber formado nuevas familias. Paradójicamente, en una situación crónica de conflicto las personas están más unidas que nunca; el malestar de las parejas y de sus hijos se eterniza e impide dedicar la energía a la construcción de un nuevo futuro.

ESTRATEGIAS PARA AYUDAR A LOS NIÑOS A AFRONTAR EL DIVORCIO DE LOS PADRES
   Esencialmente, padres y educadores pueden ayudar a los niños a través del proceso, permitiendo que expresen las emociones. Desde la educación emocional, padres y educadores deben procurar transmitir que aceptan todas las emociones, y que no les asustan ni sus propios sentimientos, ni los de sus hijos o alumnos. Y, con respecto a la tristeza, comunicar que los sentimientos de pena son adecuados, y que pueden ser expresados.

Ideas clave para ayudar a los niños a afrontar el “duelo”:

1. Aceptar la tristeza en uno mismo.

2. Aceptar las manifestaciones de pena en el niño y no ignorar, ni minimizar su tristeza.

3. Exprésales tú cariño.

4. Los límites siguen siendo necesarios (ahora más que nunca), desde la firmeza y con cariño (ej. tener una hora para comer, para dormir, que se hagan cargo de sus responsabilidades: estudio, algunas tareas de hogar,…, trato de respeto a ambos padres,…). Esto les demuestra que te importan y estás atento a su educación, además de proporcionarles estabilidad, seguridad y tranquilidad.

5. Respeta su propio espacio, tratando de no sobreproteger. No los compadezcas, ni los ayudes a sentirse víctimas. Potencia sus recursos para que se adapten a la nueva situación.

6. Observa a tus hijos para detectar cambios llamativos en su conducta o en su respuesta emocional y así poder resolver los problemas en su inicio. Si están excesivamente apagados, agresivos,…

7. En ocasiones, los hijos para equilibrar el sistema, tienden a tomar roles que no les corresponde, con la consiguiente responsabilidad, como ocupar la figura del padre o de la madre en el hogar. Es importante que se les recuerde que ellos son los hijos y sus progenitores los padres.

8. No usar a los hijos para saber cosas de tu ex-pareja.

9. No hagas promesas que no puedas cumplir.

10. No les digas mentiras, ni los engañes. En estos momentos necesitan saber que pueden confiar en ti.

11. Ten presente que hay asuntos que son exclusivamente de adultos y que no tienen por qué participar de ellos.

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