Liga Interna de Baloncesto (10)

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El lobo estepario

El partido entre 2ºB y 4º se presentaba, en principio, interesante. Carlos Bodega y Pedro Tomás Carrasco, con ayuda cualificada, contra los campeones. La baja del magnífico, aunque frágil, jugador de 4ºB (que estuvo a punto de ser cubierta, gracias a la exquisita deportividad de los mayores, nada menos que por Samuel Jara) resultó, a la postre, decisiva. La carga física (y psicológica) que le supuso a Carlos tener que ser el responsable de la anotación, de los rebotes, de tapar agujeros en la defensa y de parar los contraataques fue demasiada. Y eso que desde que salta y está fuerte es un elemento de cuidado, valiente y luchador, además.  Pero Raúl  Orejana es mucho. Saltarín y potente, pero, sobre todo, con una preparación física tremenda, capaz de correr los contraataques (¡y de conducirlos!) en el último cuarto como si acabara de nacer.

Y es que jugar cinco contra cinco suele ser extenuante, y el campo, en la segunda parte, sobre todo, se vuelve muy grande. Los profes sabemos de esto (el año pasado fuimos apalizados en el último cuarto por estos tiparracos mal encarados, niñatos jóvenes y potentes; no os lo toméis en serio, son la envidia y el resquemor)

52-20 para 2º, pero el caso es que, mirando las estadísticas , sobre todo las de anotación, Carlos no estuvo tan solo. Estuvo, en realidad, menos solo que nunca (8 puntos suyos por 12 del resto de su equipo), pero su desgaste le pasó factura, pues Andrés Valera, Billy Avellán y Raúl Mínguez fueron cosidos sin piedad por el pivot enemigo y por su colega ayer (no hubo pique, ¡se dieron asistencias incluso!) Juan Carlos Bernardino (23 puntos cada uno). Los últimos parciales (13-2 en el tercero, y 19-4 en el cuarto), expresan a las claras la discreta actuación del capitán de 4º, que llegaba casi siempre tarde a defender esas transiciones rápidas de sus rivales (lo que motivó, incluso, un grave enfado de su compañero Raúl), entre otras cosas porque había sido él el que se había jugado el tiro en el ataque (con escasa fortuna, cero puntos en la segunda parte).

Los de 4º jugaron así: Raúl Mínguez, eficaz en defensa y en el rebote, seguro en el manejo del balón y con su canastita en ataque, estuvo luchador. También combatieron con acierto Andrés (6 puntos), espléndido en ataque y Celia Gallego (2 canastas), que esta vez sí que lo intentó, y metió un gancho de izquierda precioso («in the face»of Orejana). Billy cogió rechaces y defendió lo que pudo, con su potencia y poder de intimidación habituales. Y Carlos, que jugó bien hasta que perdió la fe (o el resuello), abandonó a sus compañeros demasiado pronto (hay algo peor que la derrota, y es darse cuenta de que los demás están luchando y tú no). Como entrenador, perfecto, se dió cuenta rápido del error que suponía colocar a su equipo al hombre (contra un enemigo de gente rápida y resistente ¡y sin tiro lejano! hay que hacer zona: reboteas y te cansas menos defendiendo)

En 2ºB, Isaac Cruz aportó rebotes y seguridad, moviendo bien el balón y defendiendo con eficacia (y dureza, lo cual tampoco es necesariamente malo). Miguel Arjona tuvo un tercer cuarto inspirado (tres canastas, celebradas de manera reveladora por la anotadora) y una actuación muy correcta, colaborando bien bajo su aro y controlando el movimiento de balón en ataque, pues Juan Carlos está más cómodo de escolta que de base. Éste aportó sus momentos geniales, sus fintas y su velocidad, su repertorio habitual de bonitas canastas («entregas postales con regularidad»: por su clase y su forma de jugar, me recuerda cada día más al «cartero», Clyde Drexler ) y sus asistencias.

Mención aparte merece esa figura que aparece de pronto, oculta hasta ese momento entre los matorrales, sacando las zarpas con fiereza para atrapar su presa, que siempre es una buena bola de contraataque. Este lobo de las estepas, del terreno donde solo los listos y los que arriesgan triunfan, que responde al nombre de Álvaro de Llano, era un tipo tímido, discreto y reservado (fuera de la cancha), y hoy día es un jugadorazo de equipo, aguerrido y potente, que roba balones que es un gusto, que se lanza botando como una exhalación «hasta la cocina», que da asistencias y que se permite hasta meter alguna canasta de fantasía que otra. Sí es cierto que alguna vez naufragó saliendo «a por uvas», pero fue un martirio continuo para Celia (que tuvo  momentos de verdadero pánico con él), para Billy o para Raúl (el de 4º). Genial y espectacular, una de las revelaciones del Campeonato.

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