La precisión
La superioridad de 1ºZ sobre 4ºB (28-12 de marcador final), fue más sobre el papel que sobre la cancha, porque el partido estuvo muy igualado en todo momento. Si digo esto es porque así fue, y para cualquiera que viera el partido, la única diferencia estuvo en la precisión. Fallo en el tiro de los pequeños y canasta fácil de los mayores. Tiro de tres acertado de 1º y error bajo el aro contrario de 4º. Uno tras otro, los sucesivos ataques fueron resolviéndose de esa manera.
Sí, hubo una evidente superioridad de 1º Z en el rebote (en el defensivo, los de Daniel Virué estuvieron intratables), y eso es grave para un equipo con tan bajos porcentajes de acierto como el conjunto que capitanea Carlos Martín. Sin segundas opciones, se fueron hundiendo en el tanteo, hasta la diferencia que señaló el acta, tan injusta como real.
Es cierto que hubo otros detalles. Uno, que en 4º no hay base (en 1º sí y de las buenas, Cristina Blanco). Otro, que en los derrotados no existió el contraataque (y la velocidad hubiera sido una opción). Uno más, que tampoco tuvieron mucho que oponer bajo los aros, pues Víctor Oñoro no está para muchos trotes aún, y Raúl López es poco (aún) para el poderío de los grandes del equipo rival. Y lo último, por si fuera poco, que la «segunda unidad» de 1ºZ estuvo sembrada, comenzando por un estupendo Juan Manuel Barrado y siguiendo por unos siempre eficaces Iván Pascual y Antonio Jumbo. Entre los tres metieron tantos puntos como dos de las estrellas de 4º, Raúl y Álvaro Rodríguez (que fueron, por cierto, los únicos que anotaron, aparte de Carlos, en su equipo).
El primer cuarto acabó con 4-1, ventaja ya apreciable para las tremendas defensas imperantes. El segundo fue un 5-0, con los pequeños fallando, uno tras otro, tiros y penetraciones. Tras el descanso, un 7-3 y un 12-7 (ese último cuarto fue un espectacular duelo en la anotación entre Pedro Tomás Carrasco y Carlos Martín, por fin acertado).
Por 1ºZ estuvieron así:
Cristina Blanco, muy bien en la dirección de los suyos (lo pasaron mal para subir el balón cuando ella no estuvo), muy segura y sin arriesgar en el tiro (decidió que no hacían falta sus puntos). Se tuvo que retirar lesionada en el tercer cuarto.
Antonio Jumbo, recio defensor y veloz con la bola, robó balones y metió una buena canastita.
Juan Manuel Barrado, cada vez más seguro y asumiendo día a día más responsabilidad (la que debe tener, pues es un buen jugador). Buen pasador, excelente defensor y decente anotador (tres puntitos, que pudieron ser más).
Sergio Román, contundente y rocoso, colaborando en el rebote y en el movimiento de balón.
Iván Pascual, el único con fundamentos suficientes para manejar las riendas cuando no está Cristina, estuvo mejor en su campo que en el contrario (no tiró mucho tampoco), pero se le vió sobrio y cumplió con creces.
Carlos Bodega, dominador e imperial bajo los tableros, reboteó, taponó, intimidó y «pescó» unas cuantas canastas (ocho puntos). Su estatura y envergadura impusieron su ley.
Daniel Virué cumplió su cometido de buen jugador de equipo. Colaborador excelente, tanto en defensa como en la circulación de balón. Inteligente y seguro pasador, elige siempre la mejor opción.
Pedro Tomás Carrasco participó en el juego más que nunca. Tuvo que subir muchas veces el balón, tirando de potencia y velocidad. Fue el motor atacante de su equipo (14 puntos). Buenas penetraciones, veloces contraataques y dos tremendos tiros de tres (en el último cuarto) le convirtieron en el líder de los favoritos para ganar el anillo.
Los de 4ºB:
Raúl López tuvo que bailar con la más fea, que esta vez eran dos «Miuras». Es el que más echa en falta a Víctor, a pesar de que le quitó rebotes a las dos «torres gemelas» rivales. Desacertado en ataque (solo tres puntos para su calidad no son suficientes), se cargó pronto de personales y fue eliminado (alguna no fue). Suya fue, no obstante, una de las grandes jugadas del partido, su espectacular tapón a Pedro Tomás. Sus quejas arbitrales tienen cumplida respuesta: 22 personales se pitaron a 1º, y solo 15 a 4º (Pedro, Carlos Bodega y Sergio acabaron con 4, pero aguantaron hasta el final, y eso que yo quería, lo reconozco, echar a alguno).
Adrián Sevilla ayudó y luchó lo suyo, tanto en defensa como en ataque. Es seguro y tiene buena técnica, aunque tiene que participar más en el juego.
Alonso Romero (el «cambiacapas», como dirían en «Juego de Tronos») demostró, una vez más, sus grandes cualidades (aunque entre ellas no están el dominio de esos inquietos pies que le llevan a dar un pequeño saltito cada vez que tira (¡son pasos, y no te los pito!). Se multiplicó en ataque, robó balones, subió el balón, pero sus 0 puntos dejan bien a las claras lo infructuoso de sus (muchos) esfuerzos.
Pepe Rodríguez ayudó mucho en el rebote y defendió bien, pero no encontró posiciones de tiro en ataque, un poco sobrepasado por el poderío de «los dos Manolos» enemigos. A pesar de eso, ante la «ausencia» de Víctor, es imprescindible en este conjunto.
Víctor Oñoro, aún convaleciente, está dando muestras de un sobrehumano valor. Se le nota que sufre, pues él mismo se da cuenta que no puede aún con el ritmo competitivo. Sin embargo, se nota que su sola presencia da firmeza y moral a sus compañeros.
Abel Alameda volvió a ser el omnipresente del anterior partido. Peleón, veloz y aguerrido defensor (¡persiguiendo por todo el campo al hijo de JuanPe!), robó balones y subió la bola con acierto. Se echaron en falta sus puntitos en ataque.
Álvaro Rodríguez tuvo un nefasto día en ataque. Corrió como nunca, movió el balón con acierto y defendió «a cuchillo», pero solo coló 2 míseros tiros libres. Lo hace todo bien, tira cuando hay que tirar, pasa cuando hay que hacerlo, entra a canasta que es un gusto verle, pero siempre se queda corto o se pasa. Es una lástima, porque su juego es el de un anotador de 20 puntos por partido.
Javier Martín dió muestra de sus buenos fundamentos y su inteligencia jugando. Sube bien la pelota, pasa bien y roba balones. Debe jugar más, meter puntos y llevar las riendas de este grupo, que carece de un base definido (a falta de 1, hacer que jueguen juntos Abel y Javi no es mala opción).
Carlos Martín estuvo incansable y luchador. Sus esfuerzos titánicos, tanto en defensa (colaborando en el rebote y en el marcaje de los «ogros») como en ataque, tuvieron el premio de esas tres canastas del último cuarto con las que lideró a los suyos, dando una muestra de raza y de pundonor, a pesar de que la derrota era ya inevitable.
Un base y bloqueos para conseguir tiros más fáciles. By exemple, si Cristina fuera con vosotros, y Víctor ya estuviese bien, otra cosa sería. ¿No crees?
Era una lucha perdida XD