Campeonato de Ajedrez 3º – 4º ESO (8)

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Jornada 12ª

Pepe Rodríguez, cuyo calendario no está siendo muy favorable últimamente, se enfrentó a Álvaro Granizo, en una partida que se presumía difícil. Y lo fue, pues para doblegar a Pepe (sólido siempre, salvando el lapsus de la pasada jornada), necesitó, primero, jugar tranquilo y seguro, y segundo, más de media hora. Fue un bonito mate, con rey, alfil y torre.

Santiago Prieto y Yolanda García se vieron las caras en el segundo tablero. Se esperaba más de la jugadora que ostenta, de momento el farolillo rojo, pues siempre resiste heroicamente hasta el final. No fue así esta vez, pues esa «apisonadora» que ejerce de líder no se anduvo con contemplaciones, y su dominio fue abrumador. Yolanda juega mejor cuando baraja las opciones posibles antes de mover, y tiende a contagiarse de los adversarios de ritmo rápido, que fue, en buena medida, lo que le pasó.

Marta Vallejo y Silvia Rodríguez competían, de nuevo, por encabezar la «clasificación femenina» del torneo. La primera llegaba envalentonada, tras su brillante triunfo sobre su amigo Pedro la semana pasada. La de Bachillerato venía de 2 derrotas consecutivas. Jugaron una tensa y complicada partida «posicional». Hubo un momento en que la lucha por el centro del tablero se convirtió en un «maremagnum» de piezas defendidas y amenazadas. La gran tensión que produjo la situación la solventó mejor Silvia, que maniobrando con una prudencia y una habilidad extremas, consiguió la victoria.

El novio de la muerte

Dicho sea sin ánimo de ofender, este es el título del Himno de la Legíón, en el que se habla, en términos temerarios e incluso abiertamente suicidas, de la labor de entrega a las armas y a la bandera del valeroso cuerpo del ejército español. El paralelismo me ha venido a la mente al recordar algunas de las partidas de este individuo en cuestión, llamado Pedro Sánchez, cuyos asombrosos despliegues ofensivos le otorgan brillantes victorias, a pesar de descuidar su defensa, despreciando el peligro con un valor admirable,

Paso, por tanto, a comentar el enfrentamiento más vistoso y espectacular, que fue el que tuvo ocupados, en el cuarto tablero, a Alberto Sebastián y a Pedro Sánchez. Crecido venía el primero, con tres triunfos consecutivos, y desmoralizado se le presumía al segundo, tras su derrota ya comentada con Marta.

Tras una ventaja inicial de Pedro, Alberto comenzó a dominar a los puntos, pero su situación era engañosa, más que nada por el eficaz despliegue en ataque de su rival, que hizo recordar al de sus mejores partidas. El momento culminante fue el siguiente:

Negras: Pedro Sánchez

Blancas: Alberto Sebastián

Mueven blancas, que parecen estar ganando… Pero… ¿están ganando? Es esperanzadora la posición de la reina en b7, y parece que en cualquier momento puede desencadenar un ataque mortal, coordinada con el alfil y el caballo. Pero lo escandaloso de la situación, como habréis adivinado, es la ingravidez en la que parece flotar la torre negra que, olvidada del mundo, parece querer pasar desapercibida. Pedro la puso ahí con la esperanza de Dg2+ y Dd2++, pero la verdad es que canta mucho, sobre todo porque está desprotegida, en esa diagonal que domina la reina enemiga.  Si Alberto no hubiera estado enfrascado en su ataque, hubiera capturado esa pieza, y la ventaja hubiera sido ya decisiva. En ese momento, el rictus del que jugaba con negras era del más puro terror, mirando pero sin mirar, respirando pero sin hacer ruido, observando de reojo al profe con desesperación… Gran despliegue sobre el tablero, pero el legionario heroico (en forma de torre) se disponía a ganar el cielo…

Por lo demás, la posición defensiva del rey negro no parece especialmente grave a corto plazo. Analizada en profundidad la situación, es insuficiente la artillería rival (son notorios el «encierro» en el que malviven las torres blancas, y la forzosa inactividad del alfil de a3), que  solo permite jaques (de caballo y dama), con pocos visos de prosperar eficazmente, por las buenas posibilidades de huida que tiene el jefe enemigo. Pero es que, además, el alfil de g6 es un peligro, el caballo negro puede colaborar en un momento dado y hasta el peón de h4 puede convertirse en alférez de complemento si sigue a h3.

En el peor de los casos, y, ante el presumible ataque de la reina enemiga, el enroque largo no hubiera estado mal, porque suponía un aplazamiento «sine die» de la ofensiva negra. Incluso Dc8 hubiera tenido un pase (inmovilizando al rey en d6), con la continuación de Dc5+.

No, no, no… Alberto mueve Pb4?? Pedro no ve solamente salvado al batallón entero de su «legión», sino que decide desenfundar sin más miramientos su «sable láser»: DF2+. El mate fue inmediato.

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