¿Una merienda de negros?
Después de lo que ocurrió el año pasado, en esta 89ª entrega de los Premios de la Academia USA se preveía un aluvión de premios para películas con gente de color, y lo hubo, pero menos. Y es que dos de sus grandes baluartes, en las categorías de mejor actor y mejor actriz, los extraordinarios Denzel Washington («Fences») y Ruth Negga («Loving») tuvieron esta vez que poner «carita» de circunstancias.
Eso sí, con tres de los premios grandes, de seis posibles, los dos actores secundarios y la mejor película (al segundo intento, como todos sabréis, porque ha salido hasta en los sucesos), los galardones no se puede decir que no hayan estado dentro de los estrictos límites de lo «políticamente» correcto.
Comentaré el tema, como hice el año pasado, dividiéndolo en tres categorías:
Las ganadoras
La trinfadora, con 6 oscars de 14 nominaciones, puede decirse que ha sido «La La Land», título que parafrasea y homenajea a la ciudad de Los Angeles. Gran musical, en la que el jazz y el baile tienen el protagonismo, se puede interpretar en clave de homenaje a los viejos clásicos del género y a dos de sus legendarias estrellas, Ginger Rogers y Fred Astaire. Las canciones y las coreografías son muy buenas, y Emma Stone y Ryan Gosling (él, mucho mejor que ella, para mi gusto) se defienden admirablemente, pese a no ser bailarines.
«Moonlight», con 3 premios de 8 posibles y «Manchester frente al mar», con 2 de 6, tampoco se pueden quejar, especialmente la primera, que cerró la gala como mejor película. La historia, intensa y emotiva, sobre la búsqueda de la propia identidad, está excelentemente narrada, y la homosexualidad del protagonista, tratada con exquisita sensibilidad.
Por su parte, «Manchester frente al mar», con sus 2 oscars «de peso», el de mejor actor y el de mejor guión original, cuenta la historia de un hombre patético, inadaptado e inmaduro, que ve morir a su hermano y debe hacerse cargo de su adolescente sobrino, sin estar preparado para ello.
Las perdedoras
La primera, «Lion», la gran derrotada (0 de 6), es, a mi juicio, la mejor película del año. El drama de un niño adoptado que al llegar a adulto busca a sus padres biológicos, a los que perdió de pequeño, destila intensidad y emoción, además de contar con un ritmo trepidante lleno de «flashbacks». La película, australiana, cuenta con la interpretación eminente de Dev Patel («Slumdog Millonaire», «The Newsroom») y la presencia, siempre estimulante, de Nicole Kidman.
«Comanchería», con 0 de 4, también se fue, injustamente, de vacío. Con la estructura de un western de esos llamados crepusculares (o sea, gente, destrozada por un pasado cruel, que intenta sobrevivir en un mundo que se acaba), relata la persecución de dos «forajidos» por parte de dos «cazarecompensas». Los cuatro bordan su interpretación, pero me quedo con la del hermano menor, Ben Foster.
Las ignoradas
Dos pelis voy a meter en esta categoría, para cinéfilos exclusivamente. La primera narra la «vuelta a la realidad» de un padre y sus seis hijos, tras pasar 10 años alejados del mundanal ruido, y es toda una tesis sobre la civilización y la alienación que produce, así como una defensa de la vida natural y la educación autodidacta. Viggo Mortensen (nominado) está «fantastic», y el guión, y la película en sí, se merecían algo más.
Cierro mi comentario con una pequeña «joyita», como siempre, del imprevisible y refrescante cine independiente americano (Festival de Sundance, etc, etc). «Animales nocturnos» no es una película romántica, ni una historia de violencia, pero cuenta, magistral y paralelamente, la realidad de la ex-mujer de un escritor, y la ficción de la novela que éste le manda para que le dé su opinión. Impresionantes los tres protas. Amy Adams (mejor aquí que en «La Llegada»), Jake Gyllenhall y Michael Shannon (nominado). La dirección y el guión (ambos de Tom Ford), fueron también injustamente olvidados en las candidaturas.