Las partidas correspondientes a la ronda 18 (recordemos que una de ellas fue adelantada, en forma de espectáculo mediático) tuvieron una emoción indescriptible, con grandes enfrentamientos, casi todos ellos muy igualados.
La primera prueba de lo que digo la dieron Marta Vallejo y Pedro Sánchez. Sus tablas demostraron el gran momento de juego de la chica de 2ºC, con la que no pudo un rival aparentemente superior (si nos atenemos a su posición en la tabla). También firmaron el empate, tras gran lucha, Isaac Romero y Diego Prats. El primero no pudo demostrar su superioridad, y terminó ahogando al rey enemigo. Diego aguantó a pié firme, y las tablas fueron el premio a su resistencia.
Hori Belchi venció a Alejandro López, en un encuentro en el que el de primero demostró su veteranía competitiva y, el segundo, que ya resiste bien con enemigos de gran nivel. Arturo Gómez consiguió ganar a Yolanda García, en una muestra más de la resistencia y el espíritu de lucha de la «farolillo rojo».
El desenlace más rápido del día se produjo en el tablero que enfrentó a Alejandro Hernández y Javier Sánchez. El «match» se preveía igualado, pero la conducta inexplicable del de 2ºC, provocando intencionadamente la derrota con un «mate del pastor» de su enemigo deja ver a las claras su poco espíritu competitivo. Quizás para la frágil moral del Sr. Sánchez sea demasiado un campeonato de este nivel, o quizás no entiende que en el deporte no hay que sufrir, sino disfrutar. Jugadores como Isaac, Alejandro (a la sazón, su estupefacto rival) o la mismísima Yolanda (todos ellos con muchísimos menos puntos que Javier), asumen los resultados de sus partidas con un envidiable sentido lúdico y un singular «fair- play». Quizás a don Javier le estén dando envidia los poco edificantes ejemplos que han dado, abandonando la competición, otros jugadores que ahora no quiero recordar (y que, evidentemente, no podrán acceder a la entrega de medallas el día de la Fiesta Final).
Mucho más entretenida estuvo la partida entre Jorge Miguel del Corral y Mauricio Morante, que ganó el segundo, tras gran lucha, pero que demostró la sorprendente baja forma ajedrecística que está mostrando este año el rubio campeón de 6º de Primaria. Se puede perder con rivales de 2º (muchos de ellos de grandísimo nivel), pero que esas derrotas te provoquen una catástrofe emocional y estratégica como para ser derrotado por unos cuantos a los que ganaba el año pasado, no es muy comprensible. Y no lo digo por Mauricio, quizás la sorpresa del Torneo, cuya progresión ha sido meteórica y que ha demostrado ser capaz de ganar al más pintado.
Extraordinario, por la tensión, la emoción y el resultado, fue el encuentro entre Ray Barrientos y Francisco Tielas, en la que el segundo se jugaba la tercera o incluso el seguir aspirando a la segunda plaza. Ray, grandísimo jugador, puede perder, evidentemente, con un Fran que juegue como él sabe, pero estuvo soberbio, con un ajedrez sólido que descompuso a su rival. Ya contra Gabriel tuvo el de 2ºA extraordinarios problemas en el manejo de la «presión», pero hay que decir que de sus puntos no tienen la culpa estos «grandes» enfrentamientos, sino un par de partidas, «aparentemente» más fáciles, que prácticamente no disputó. El Sr. Tielas tuvo, además, en un espectacular final de rey-torre (él), contra rey-dama (Ray), al alcance las tablas (intercambio torre-dama), pero desechó la jugada, abandonando poco después.
Gran final tuvo también, y sorprendente, la partida que disputaron Joaquín del Castillo y Álvaro Romero, en la que un empate a puntos (tras una igualadísima y larguísima lucha), no hacía presagiar que, en un último y afortunado movimiento, el segundo de los citados daría jaque mate a su adversario. Y así fue, ni más ni menos. «Ultima jugada de las blancas y última de las negras» (advirtió el árbitro), y el movimiento de las negras fue mortal de necesidad. Por motivos de tiempo (la partida acabó sobre la bocina, y tenía clase inmediatamente después), no pude fotografiar lo sucedido, y sabe Dios que me quedo con ganas de comentarlo extensamente, que merecerlo, lo merecía. Pido disculpas por ello a los contendientes,
Una gran dama siempre intimida
La partida que sí comentaré es la que enfrentó a Gabriel Prieto con Alberto Sebastián. Poco antes del desenlace definitivo, la posición era la siguiente:
Negras: Alberto Sebastián
Blancas: Gabriel Prieto
Observando la situación, nos damos cuenta de que las cosas están aparentemente igualadas. Las negras, que acaban de mover el rey con aviesas intenciones, tienen posibilidades de ataque: si mueven su dama a b2 o a a1 (comiendo el peón), pueden amenazar al rey blanco. No obstante, el caballo de b1 se antoja una defensa formidable Evitaría un posible mate de dama negra en d2 (si la dama enemiga se marchase a la aventura).
Las blancas, salvando ese problema defensivo ya comentado, parecen llevarlo mejor, y, de hecho, su movimiento siguiente lo demuestra: D6g. Alberto pierde su proverbial sangre fría y se descompone ante el ataque. Mueve Cf7??, sin darse cuenta de que la posición del caballo (¡defendido por el alfil!) es fundamental, pues, además de cubrir la casilla f7, domina también la g8, que se antoja (o se antojaba, decisiva). Mucho mejor hubiera sido acercar el otro caballo a e7, que hubiera complicado sobremanera las cosas a Gabriel.
Negras ven inmediatamente el error enemigo, y no perdonan: DxC++. Y así quedó:
Por supuesto que si, completamente de acuerdo en lo último que dices, pero lo de dejarte ganar del otro día (¿para irte a jugar al fútbol?) no tuvo un pase.
Profe
A lo mejor tiene algo de razón ante lo de la moral, pero en las partidas que más motivación le pongo más suerte tiene mi contrincante, mirando las otras partidas que usted ya sabe me gustaría decir una cosa: Hay derrotas que tienen más dignidad que las victorias. Saludos.
Javier.