Alta tensión y gran emoción competitiva ante la final del grupo B de la Liga, entre las muchachas de 4ºM (with special guess star) y los individuos de 1ºH, sobre todo ante la noticia de que Carlos Gutiérrez salía a disputar (!!!).
El partido, eso sí, fue competido, con alternativas en el marcador y defensas «a cara de perro». La ausencia del pívot de las chicas en el primer cuarto no fue aprovechada suficientemente por sus rivales, y su entrada en la cancha, si bien no se tradujo en una gran anotación, si que produjo lo suficiente, en cuanto a intimidación y rebote, y gracias a ello, 4ºM se iba al descanso solo con una canasta abajo (6-4).
Mientras los participantes se refrescaban, un decepcionado Francis se quejaba al árbitro: «¡Es que no me pasan!». Y el caso es que algo de eso había, porque los pobres 4 puntos del simpático dominicano en los dos primeros períodos se debían sin duda a lo chupones que estaban sus compañeros. ¡Que no, que es broma! Había razones poderosas, eso sí, como las pérdidas de balón de 1ºH (destacado en esta faceta Antonio Blanco) o su mala selección de tiro (espectaculares los triples fallados por Daniel Pascual, uno normalito, pero dos impresionantes, dignos de los muy-muy antepasados de Pedro Picapiedra).
La segunda parte mostró a un Francis más dominador, sin encontrar colaboradores válidos entre los suyos (los dos últimos cuartos fue el único que anotó), mientras los de 4ºM se mantenían con una actuación más que notable de todo el equipo, pues aportaron puntos Celia Martín, Raquel Chaves, María Figueroa y Carlos Guti. El final se antojaba angustioso para 1ºH, pero llegaron los imponderables (es decir, lo no valorable por la ciencia), mayormente las pérdidas de balón de las veteranas de la Gran Guerra, o visto desde el otro lado de la trinchera, los dos estupendos robos de balón de Francis y las dos extraordinarias intercepciones de Daniel Uría. Cuatro ataques perdidos, ¡en los dos últimos minutos!, que sorprendieron al Sr. Gutiérrez esperando bajo la canasta contraria y que supusieron puntos fáciles para los mayores. El resultado definitivo, 17-13, expresa la importancia de esas inexplicables circunstancias, justificables quizás (pero poco, pues eran ocho a repartir el tiempo de juego) por el cansancio de Celia e Irene en esos momentos finales.
Gran papel de los ganadores, con un excelente Campeonato, y merecidísimo primer puesto. Bueno también el concurso de 4ºM, y uno sigue pensando que pueden ganar, a poco que la suerte acompañe, a sus rivales de hoy, y a cualquiera que se cruce en su camino.
Por los de negro, jugaron:
Celia Martín, la capitana, estuvo protagonista. Llevando el balón, moviendo al equipo, entrando a canasta cuando veía hueco o tirando cuando la situación era favorable. 7 puntos para un partido notable, algo oscurecido por el cansancio de los momentos finales, culpable sin duda de alguna que otra pérdida de balón.
Irene López, muy luchadora, como siempre, defendió con potencia y ayudó en la subida y el movimiento de la pelota, pasando siempre con inteligencia. Declinó el papel de base en favor de su amiga (mal hecho, es como cuando Sergio Llul hace de escolta, que descansa y anota más). Debió probar fortuna con el tiro, pero no lo intentó apenas.
Lucía Fernández cumplió, tanto en la defensa como en el rebote. Se le vió más suelta y eficaz con Guti en pista, situación que no se prodigó en este partido (eran muchos a «repartir»). Se echó también en falta su poder anotador, con esas canastas de «pescadora» tan típicas de la «Felipe Reyes» de 4ºM. También repartió algo de estopa, cuando no hubo más remedio (había que imponer algo de respeto a ese descarado penetrador enemigo).
Raquel Chaves colaboró de forma excelente, tanto en campo propio como en ajeno. Aguerrida en el marcaje, ayudando bajo los aros y entrando a canasta cuando la situación era propicia (como buen «power-forward»). Producto de ello, su puntito de tiro libre.
María Figueroa, pasando con acierto y colaborando en la subida del balón, hizo un partido más que decente. Aprovechó su buen tiro para conseguir una bonita canasta, que hubiera sido de oro (fue en los momentos de la presión) de haber ganado su equipo.
Tania Hernández estuvo bien, con una colaboración en el rebote notable y una defensa potente. No tiró, pero intentó bloquear a sus compañeras y pasó siempre de manera eficaz.
Natalia Hernández añadió su inteligencia a su velocidad para sacar el balón bien jugado. Ayudó también en defensa, colaborando en el marcaje al «bicho», pero no tuvo suerte en ataque (apenas tiró).
Carlos Gutiérrez, en el que había de ser su «gran día», tuvo más protagonismo en el juego que en el resultado final. Su irrupción en el segundo cuarto provocó una remontada de los suyos, que, tras un parcial de 6-0, se colocaron a una canasta al llegar al descanso. Impresionante en la intimidación, estuvo más acertado en el rebote que en la anotación, y sobre todo, dejó clara la sospecha de lo incierto que hubiera sido el desenlace sin las 4 decisivas pérdidas de balón de sus compañeras.
Iván Herranz esta vez, estuvo más acertado que su hermano (también jugó más). Hizo circular bien el balón, lo subió con velocidad y lo pasó con criterio e inteligencia. Metió una bonita canasta en el primer cuarto, lo que quiere decir que ya empieza a «afinar».
Rubén Marquina, correoso en defensa y veloz con el balón, ofreció energía en todas sus acciones y colaboró bien en todas las facetas del juego. A pesar de que su labor parece oscura, puntúa como el que más, con pases, rebotes, e incluso intentando bloquear. Excelente.
Antonio Blanco sigue estando irregular con la pelota jugada (¡cómo le gusta botar!), tiene dificultades soltar la bola (¡es dificilísimo pasar en carrera!) y últimamente está traicionando sus «fundamentos» (¡sorprendente, hace más dobles que pasos!), pero en el rebote es una cosa de otro mundo. Le cogió tres rebotes antológicos a Guti, dos en propia y otro en canasta rival (si éste saltó mucho o poco, o no saltó, es una cosa que me reservo), que levantaron al público de sus asientos. Fue autor, asimismo, de alguna que otra poderosa intercepción de balón.
Víctor Herranz no pudo destacar esta vez, pues jugó poco. Luchó como siempre y colaboró en la subida y en la circulación de la pelota. También le dio tiempo a coger un par de rebotes y a cometer dos faltas (casi siempre por el ansia de robar balones). No tiró apenas.
Gonzalo Marín jugó con su potencia y dureza habituales. La falta de hombres altos en el equipo hace que tanto Antonio como él tengan que multiplicarse bajo los aros, y en defensa sufren lo indecible (acabaron ambos con 4 faltas). Colaboró mucho, tanto en defensa como en el rebote, y pasó siempre con seguridad e inteligencia.
Daniel Uría fue decisivo, tanto por su eficaz ayuda en el rebote como por sus ágiles movimientos en el campo propio, que le conviertieron en un peligro cada vez que le sobrevolaba un pase. Sus dos magistrales cortes en el minuto final son una muestra de sus portentosas facultades. Es un «clon» de Alejandro Fernández, lo cual no es un insulto, ni muchísimo menos.
Fidel García-Gesto, el profe, manejó la bola con su proverbial «savoir faire», su sangre fría y sus excelentes fundamentos. El que fuera base del legendario equipo de los profesores, aunque no tuvo suerte cara al aro, penetró con habilidad e hizo una buena selección de tiro, dejando claro que lo suyo, en buena lógica, deberían haber sido 10 puntitos.
Daniel Pascual no estuvo tan acertado como en otros partidos, pero en su favor cabe decir que seleccionó mejor los tiros y los triples no cayeron desde la estratosfera esta vez. Uno de ellos casi entra, incluso. Ayudó a mover y a subir el balón el balón, y en el pase mostró su seguridad e inteligencia habituales. Con sus fundamentos, debe penetrar más, y aprovechar su velocidad para «matar» en los contraataques (si practicasen la suerte él y Francis, las canastas caerían como fruta madura).
Francis Nuñez, 15 puntos de los 17 de su equipo, estuvo tan acertado como en los últimos partidos, con sus habilísimas penetraciones, sus poderosos rebotes y sus fulminantes contraataques. Determinantes fueron sus ya comentados robos de balón de los momentos finales, pero, puestos a elegir, me quedo con la inteligencia que demostró cuando tuvo que atacar la zona dominada por la imponente presencia de Carlos Gutiérrez. Lo que en el primer cuarto habían sido penetraciones hasta la cocina, se convirtieron en «medias entradas», con tiros a corta distancia sin llegar hasta abajo. Metió dos seguidas así, y puso a cavilar a toda la defensa enemiga. Muestra de que, detrás de un jugador excepcional, hay un cerebro privilegiado (al menos para el baloncesto).