Tres escritores en español

El mejicano Arriaga
El navarro Aróstegui
El madrileño Serrano

Introducción

No se me ocurría otro nexo de unión para titular esta entrada, porque estos señores solo tienen eso en común. Sus obras son variopintas y multicolores: dos «narco-thrillers», dos novelas «after-punks» y un relato autobiográfico, por ponerles adjetivos.

Guillermo Arriaga

El guionista, director y productor, que escribe magistralmente para el cine («Amores perros», «21 gramos» y «Babel», firmadas por Alejandro González Iñárritu; «Los tres entierros de Melquiades Estrada», de Tommy Lee Jones y «Lejos de la tierra quemada», que él mismo se encargó de dirigir), también es un excelso novelista.

El Salvaje

Publicada en 2016, trata de una historia de vidas cruzadas, en la que la acción tiene lugar en tiempos diferentes, y se centra en dos hermanos adolescentes de un barrio marginal de México DF y en un cazador inuit, que persigue a un gran lobo gris, en el territorio del Yukón, en Canadá.

Una novela de venganzas y de supervivencia, en la que no hay respiro, y que habla de intolerancia, de culpa, de perdón y de redención, con unos personajes grandiosos, convertidos en supervivientes, que se revelan contra su destino.

Salvar el fuego

Fechada en 2020, cuenta, también en forma de varias tramas, sin conexión cronológica, la relación entre un hombre arrastrado a la cárcel tras una infancia difícil y una mujer de clase alta devorada, literalmente, por ese amor imposible. La romántica y desesperada historia está contada desde ambos puntos de vista y aderezada con las terribles escenas de la vida del recluso y con la narración de su hermano mayor sobre el conflictivo pasado familiar. La violencia y sus consecuencias, la venganza (nuevamente) y el arrepentimiento cobran también un decisivo protagonismo.

El estilo literario es de alta escuela. Arriaga domina, tanto en este caso como en la anterior obra comentada, varios lenguajes, según el personaje que se exprese: el español académico, el «mejicano» y ese dialecto tan de moda llamado «spanglish».

Gonzalo Aróstegui

Madrid 3 (Tres)

Navarro y residente en Madrid desde los albores del 2000, en ésta, su primera novela, editada en el 2004, cuenta las aventuras y desventuras de un joven de 20 años que llega a la capital a estudiar y ve cómo la vorágine y la movida de la gran ciudad le absorbe y le consume, entre desparrames nocturnos, trabajos eventuales y amoríos imposibles.

La narración, plagada de un humor descacharrante y de escenas surrealistas, transcurre de manera vertiginosa. A caballo entre «Historias del Kronen» y «Trainspotting», las influencias de William Burroughs y de Charles Bukovski son innegables. Estupendo y divertidísimo texto.

En los antípodas del día

Del 2012 data su segunda obra, en la que el protagonista cuenta sus andanzas como teleoperador en una empresa de servicios de TV e internet. Precursora de las acampadas del 15 de mayo, la crítica despiadada de la precariedad laboral centra la narración, que oscila entre los increíbles «diálogos para besugos» con los jefes (en el trabajo), los desvelos de los personajes en el resbaladizo terreno del sindicalismo y la amargura y melancolía por una vida sentimental y familiar perdida. Por momentos, ese Rafa, vampirizado por el curro nocturno, recuerda al Eusebio Poncela de «Arrebato», la película de Iván Zuloaga.

De retórica un tanto barroca y retorcida, con un lenguaje no tan directo como en «Madrid 3 (Tres)», la novela es un testimonio revelador sobre los entresijos del capitalismo y la eventualidad y esclavitud de los contratos temporales. A la sazón, recibió, tras su publicación, la elogiosa crítica de un comentarista radiofónico, y crítico literario, llamado Pablo Iglesias.

Alberto Serrano

Un político en minúsculas

Publicada en 2024, es la historia, contada por el protagonista, de las actividades políticas y administrativas que tienen lugar en la concejalía de una gran ciudad. La narración no tendría mayor relevancia si no se tratase de mi barrio (Latina). Serrano fue, además, edil de Hortaleza, con lo cual tenía a su cargo los dos distritos más poblados de la capital..

Pero además el interés reside en que muchas veces nos queda lejana la labor de gestión de las personas que ocupan cargos de responsabilidad. Se da el caso de que el autor manejaba un presupuesto gigantesco que puso, según cuenta, a disposición de todos los ciudadanos.

Carente de estilo, y ausentes, prácticamente, las labores de corrección (las prisas y la literatura suelen estar reñidas), el Sr. Concejal va desgranando, no obstante, con un humor y una socarronería magistrales (dignos de un nativo de Carabanchel), las pequeñas y grandes miserias de sus distritos. Y aparecen, como no, los grandes temas: la pandemia, la Filomena, los contratos de emergencia, la ayuda a los refugiados ucranianos, el reparto de alimentos a los vecinos necesitados, la gigantesca morgue instalada en el Palacio de Hielo…

Son especialmente desternillantes las descripciones de las reuniones y asambleas municipales y las peripecias en el trato con sus compañeros. Y destaca, por encima de todo, la nobleza con la que trata a los funcionarios y trabajadores públicos que tuvo a sus órdenes.

Un libro revelador y necesario, que pone en contexto la oscura y, a veces, incomprendida, labor de las personas que trabajan, incluso honradamente, en hacernos la vida mejor.

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«Gerovital» ratonil

La doctora rumana Ana Aslan se hizo famosa hace ya 80 años con un medicamento que, presuntamente, alargaba la vida. Se decía que gente famosísima lo tomaba y, hasta que la FDA americana no tomó cartas en el asunto, el producto fue un «boom» de ventas.

Hoy día, considerado como fraude «a medias» (se usa aún para estimular el rendimiento cerebral en personas sanas), al Gerovital ya no se le considera, como entonces, el «elixir de la juventud», y la doctora en cuestión cayó en el desprestigio de la publicidad engañosa.

Viene a cuento el asunto por el sensacional experimento realizado en el Laboratorio de Ciencias Médicas de Londres, en colaboración con la Facultad de Medicina Duke. de la Universidad de Singapur. Inyectaron una vez al mes el anticuerpo X203 a ratones de año y medio de edad (el equivalente a 55 años humanos). Dicha sustancia consigue, al parecer, bloquear una proteína denominada interleukina 11, relacionada con el envejecimiento celular. Los resultados fueron un alargamiento de la vida de los ratones en un 25%, además de una disminución de la incidencia de cáncer, una bajada del nivel de colesterol y un aumento de la potencia muscular.

El revolucionario experimento abre una vía de investigación de tremendas implicaciones. Según Jesús Gil, bioquímico del equipo autor del estudio, no hay razones para pensar que los humanos no respondan igual que los ratones. Hay, además, varias compañías farmaceúticas interesadas ya en el asunto (el tratamiento contra el Alzheimer y otras muchas enfermedades están en la diana).

Tienes más información pinchando en este enlace

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Microplásticos (y nanoplásticos) I

Sal marina contaminada con microplásticos

Preocupados desde hace años por la presencia, cada vez más inquietante, de cantidades ingentes de plásticos en la superficie terrestre que, en algunas zonas marinas, se está convirtiendo en un angustioso problema para la flora y la fauna, no apreciábamos la importancia, para la salud humana, sin ir más lejos, de los elementos más pequeños del (reciclable) material.

A saber, se denominan plásticos a todos los fragmentos mayores de 5 mm. Si son iguales o menores de 5 mm se consideran microplásticos. Y nanoplásticos, cuando su tamaño oscila entre 1 y 100 nanómetros (o sea, entre 1 décima y una milésima de micra, que es la milésima parte del mm).

En el organismo, la entrada de plásticos pequeños es un accidente asumible por el tubo digestivo. Como con ese tamaño no atraviesan la barrera intestinal, son expulsados con las heces. Hablo, claro, de los mayores de 5 mm. Pero otro tema es cuando son menores, pues son absorbidos y pueden llegar a las células. De hecho, recientes investigaciones los han descubierto, en cantidades significativas, en las células de numerosos tejidos humanos.

La presencia de micro y nanoplásticos en todos los materiales que nos rodean y en los alimentos que ingerimos es una realidad. Mientras los científicos y los médicos siguen estudiando las patologías que ocasionan y la manera de prevenirlas, no está mal que nos vayamos informando un poco.

Con un click aquí, tienes un artículo donde está todo perfectamente explicado. Y este otro, de propina.

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El rey de la serie B

El director americano Roger Corman, en una imagen de hace unos años

Para verificar la relevancia de Roger Willliam Corman, actor, director y productor de cine recientemente fallecido a los 98 años, no hay más que revisar la nómina de autores de relumbrón que comenzaron a trabajar (y que aprendieron) con él: Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Peter Bogdanovich, James Cameron… O recordar los primeros papeles en el cine de Jack Nicholson, Bruce Dern, Dennis Hopper, Robert de Niro, Charles Bronson

Oscar honorífico por toda su carrera en 2009, el rey de la serie B fue autor de un sinnúmero de películas de terror y ciencia ficción (sus géneros favoritos), aunque tocó todos los palos, desde el western al cine de gánsteres, pasando por el cine social («El Intruso» 1962, «El Viaje», 1967), el histórico («De Sade», 1969) o la comedia («La pequeña tienda de los horrores», 1960).

El mismísimo Capitán Kirk (William Shatner) en su primer papel protagonista, junto a Beverly Lunsford

A él se deben algunos de los títulos más delirantes y estrambóticos de la historia del 7º arte: «Yo fui un cavernícola adolescente» (1958), «El ataque de los cangrejos gigantes» (1957), «Las mujeres vikingo y la serpiente de mar» (1957), «La bestia de un millón de ojos» (1955) o «La diosa tiburón» (1958), son los mejores ejemplos.

Pero, para hacerle cumplida justicia, hay que decir que también fue autor de películas apreciables, como «La matanza del día de San Valentín» (1967), «Mamá sangrienta» (1970), o «El Barón rojo» (1971). Y, por supuesto, es impagable su serie de films de terror basada en obras de Edgar Alan Poe, protagonizadas todas ellas por un eminente Vincent Price: «La máscara de la muerte roja» (1964), «El péndulo de la muerte» (1961), o «La caída de la casa Usher» (1960).

Protagonizada por Jason Robards, la que puede ser considerada la «obra maestra» de Corman
Un Vincent Price en su mejor momento, en «La máscara de la muerte roja»
John Phillip Low interpretó el papel de Manfred von Richthofen

La ingente obra de este genio del cine «de palomitas», se define por sí sola con el título de su autobiografía, publicada en 1990: «Cómo realicé un centenar de películas en Hollywood y nunca perdí un centavo». Y creo no exagerar si aseguro que sin él nunca hubiéramos visto «El Padrino», ni «Uno de los nuestros», ni «Easy Rider», ni «The Last Picture Show» ni «Avatar». Y que Nicholson o De Niro lo hubieran tenido un pelín más difícil.

Nos hizo usted disfrutar. Muchas gracias, Mr. Corman.

(Ante las dificultades para encontrar trailers en español, os pongo decentes versiones de películas enteras)

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La próxima pandemia

El investigador francés Jean Michel Claverie

El calentamiento global tiene estas cosas. Desertización, catástrofes climáticas, aumento de la temperatura, deshielo… Y la próxima pandemia, que podría ser causada perfectamente, por algún bicho hasta ahora congelado.

Precisamente de los peligros del deshielo nos quiere alertar Jean Michel Claverie, profesor emérito de Genómica de la Universidad Aix-Marseille. Nacido en 1951 en París, se hizo famoso hace 10 años al descongelar un gramo de permafrost (el suelo helado del Ártico) y lograr revivir un virus con el que luego infectó a una ameba.

En sus recientes investigaciones ha encontrado, bajo el suelo de Siberia, cinco nuevas especies de virus, de hasta 45.000 años de antigüedad (también llamado «virus zombies») y ha informado a la comunidad científica de la potencial amenaza que suponen éstas y otras especies de microorganismos que pueden entrar en contacto con la especie humana o con otros animales que podrían convertirse, eventualmente, en vectores.

Aquí podéis acceder a una interesantísimo artículo sobre Monsieur Claverie, reciente ponente en el Congreso de la Sociedad Europea de Micobiología Clínica y Enfermedades Infecciosas, celebrado en Barcelona.

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El mono sabio

Este es «Rakus», un orangután de Sumatra. Herido, se supone, en una pelea con otro macho, apareció así, con una fea úlcera bajo el ojo, ante los científicos que le observaban. Durante días, el simio estuvo preparando y aplicándose un emplasto con hojas de una hierba medicinal, la «fibraurea tinctoria», de propiedades antiinfecciosas y antiinflamatorias, empleada por aborígenes locales. Rakus masticó las hojas y se aplicó, primero, su jugo sobre la herida, y luego, para protegerla de las moscas, una especie de cataplasma que la cubrió.

El resultado, un mes después, es espectacular, con el orangután mostrando una excelente cicatriz bajo su ojo.

Los biólogos que han presentado el estudio, del Instituto Max Plank de Conducta Animal, en Alemania, añadieron a sus observaciones un aumento de horas de sueño y una disminución de sus actividades habituales, es decir, que Rakus había optado por todo un conjunto de medidas terapeúticas que ni el veterinario más experto habría sugerido.

A pesar de todo esto, los científicos aseguran que esta conducta, con ser rara, no es la primera vez que se da. Hace unos años ya se vio cómo varias hembras y un macho de orangutanes de Borneo se aplicaban sobre la piel la mezcla con saliva de hojas de un arbusto de propiedades analgésicas y antiinflamatorias.

Aquí tenéis un breve vídeo sobre este simio metido a médico y un completo artículo sobre el asunto.

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Variopintos ensayos

Rodrigo Quián Quiroga, neurofisiólogo

Carlos del Amor, escritor y periodista

José Manuel Puertas, periodista

Uno no es dado a leer ensayos, que eso era lo habitual en época universitaria, pero últimamente me ha entrado la vena intelectual de nuevo y me veo obligado a comentaros lo que viene a continuación. Hay para (casi) todos los gustos: neurología, arte, deporte…

El cine y la neurología

«Cosas que nunca creerías (de la ciencia ficción a la neurociencia)», de Rodrigo Quian Quiroga, es el menos «light» de los tres libros. El neurólogo argentino, experto investigador y (muy) aficionado al cine, despliega en su ensayo toda una serie de temas, a partir de grandes películas de ciencia ficción. Así, comenta la inteligencia artificial (y la compara con la humana), después de recordar «2001, Una odisea espacial». Habla del cerebro animal, y de la evolución y el aprendizaje, a propósito de «El planeta de los simios». Divaga sobre el mundo de los sueños tomando «Origen» como punto de partida. Y explica, en fin, el presente y el futuro de la cibernética a partir de «Robocop». Estos y otros sesudos temas van desfilando mientras rememoramos grandes obras del cine reciente (y no tan reciente). Todo ello aderezado con abundantes y prolijas citas de experimentos y publicaciones, y adornado con disertaciones sobre filosofía, psicología, ética y medicina.

Pinturas inventadas

«Emocionarte (la doble vida de los cuadros)», de Carlos Del Amor, es un libro cuya lectura, efectivamente, emociona. El autor recrea las escenas que le sugieren los grandes artistas instalados en su taller o en el escenario en el que realizan sus obras. Desde Goya a Antonio López, pasando por Turner, Vermeer, Anguisola, René Magritte, Friedricht, Van Gohg o Hopper. Con una sensibilidad exquisita, y una desbordante imaginación, Del Amor traslada al lector las intimidades de los genios de la pintura, aportando notas biográficas y numerosas anécdotas sobre sus aventuras y desventuras. Se echa en falta una mayor calidad en las reproducciones, pero en esta época, leer con apoyo informático es mucho mejor: las referencias a otras obras y artistas son tan variadas, que la ayuda de un pequeño ordenador es casi imprescindible. La clase de historia del arte es así magistral, pues están consignados absolutamente todos los estilos.

Los «malotes» del Baloncesto

Para los que vivimos la época «dorada» del baloncesto americano, aquélla en la que convivieron (y compitieron) Michael Jordan, Larry Bird, Magic Johnson o Isaah Thomas, es una delicia leer anécdotas y chascarrillos de los «monstruos» que admirabas, y tratabas de emular, mientras escuchabas embelesado las épicas narraciones de Ramón Trecet o Andrés Montes. La exitosa serie «El último baile», sobre las hazañas del genio de los Bulls, pone en contexto lo que cuenta «Los Bad Boys de la NBA», de José Manuel Puertas. El autor no se ciñe a las épocas recientes, sino que habla incluso de los tiempos prehistóricos, aunque cita algunas figuras aún en activo. Son semblanzas impagables las de Kevin Garnett, Bill Lambeer, Dennis Rodman, Latrell Sprewell, Kevin Durant y muchos otros (hasta 25). Historias, todas ellas, que nos provocan una permanente sonrisa bobalicona y que frecuentemente nos llevan al asombro y la carcajada. Escenas de hombretones multimillonarios comportándose como matones de barrio o como niños malcriados, con el único afán, no solo de ganar el partido, sino de ridiculizar al adversario o vengar las (supuestas) afrentas.

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Premios de Cine 2024

Robert Downey Jr., Da’Vine Randolph, Emma Stone y Cillian Murphy

Un año más de los incombustibles premios de Hollywood y un año más (como en Eurovisión), que nos quedamos sin estatuillas (a pesar de que éramos favoritos, como siempre lo somos en el Festival de la canción, que de ilusión también se vive). Y la ocasión la pintaban calva, con más opciones que nunca: «La Sociedad de la Nieve» y «Robot Dreams». Pero nada, agua…

Las triunfadoras

Los grandes premios han estado repartidos, pero menos. Lo que quiere decir que no ha habido un dominio apabullante de ningún film, aunque la película claramente ganadora ha sido «Oppenheimer», con 7 oscars de 13 nominaciones. «Pobres Criaturas», con 4 de 11, también se ha subido al podio, y, en tercer lugar debo citar «La Zona de Interés», con 2 de 5.

La película ganadora cuenta, en clave biográfica, la historia del genio de la Física teórica, que dirigió y coordinó el equipo de técnicos e investigadores que construyó la primera bomba atómica. El tormento psicológico que sufrió al sentirse culpable de los horrores de Hiroshima y Nagashaki, y el proceso al que fue sometido, acusado de traición, para retirarle la acreditación que daba acceso a los secretos de la máxima seguridad nacional están también perfectamente narrados. Premios a la mejor película, al mejor director (Christopher Nolan), al mejor actor protagonista (Cillian Murphy, inolvidable Thomas Shelby de «Peaky Blinders») y al mejor actor secundario (un irreconocible Robert Downey Jr.), además de a otras categorías técnicas.

«Pobres Criaturas», que, bajo mi punto de vista, es una obra maestra indiscutible, aúna ciencia ficción, terror, humor y drama, en una recreación original, iconoclasta y muy creativa del tema de Frankenstein, llena de apuntes de crítica social (no deja títere con cabeza sobre la educación victoriana, por ejemplo) y del feminismo más irreverente (en contraposición al aportado por «Barbie»). Un guion extraordinario, sin premio, pero estatuillas merecidísimas para una magistral Emma Stone y para el diseño de producción (la puesta en escena, para entendernos).

La «Zona de Interés» es la película que nos «robó» el oscar a la mejor película extranjera. Escalofriante y minimalista narración sobre el ambiente familiar del director de un campo de concentración de las SS, con ausencia de escenas explícitas y solo sonido (irreprochable galardón también) y «detalles» que los protagonistas ignoran en pro de su fingida felicidad (y/o normalidad).

La pedrea

Entre los pocos premios que dejaron para los demás los films ganadores cabe citar el de mejor guion adaptado, para «American Fiction», la historia de un escritor que, harto de los clichés que definen a los novelistas afroamericanos, decide crear (bajo seudónimo) una novela para demostrar que cualquiera puede escribir un «bodrio». Por supuesto, la novelucha acaba convirtiéndose en un «best seller». Estupenda sátira y gran trabajo de Jeffrey Wright (a quien vimos en la serie «Westworld».

«Anatomía de una Caída» es el drama, con elementos judiciales, sobre una mujer acusada del asesinato de su hijo, muerto en misteriosas circunstancias. Destacan la dirección de Justine Triet, la interpretación de Sandra Hüller y el guion (oscar al mejor original).

1 de 5 se ha llevado también la deliciosa comedia «Los que se quedan», que cuenta la historia de un profesor que debe quedarse las navidades cuidando de unos cuantos alumnos «abandonados» por sus padres. El contacto con ellos y con el personal del colegio (especialmente con la cocinera, oscar incuestionable para Da’Vine Randolph) le cambiará la vida. No hubieran sido inmerecidos los premios para Paul Giamati y para el excelente guion.

Las derrotadas

Debo meter a «Barbie» en esta categoría porque sus expectativas eran muchas, con 8 nominaciones. Empalagosa (aunque simpática y desenfadada) reconstrucción del mundo con el que crecieron generaciones y generaciones de niñas, y discutible intento de reivindicación feminista. Un solo premio (a la mejor canción, para Billie Ellish) debe saberle a muy poco a la directora, Greta Gerwig, que se debe conformar, de momento, con los 2 que ya tiene en el salón de su casa).

Sin embargo, la gran perdedora de la noche fue «Los Asesinos de la Luna». Injustamente es decir poco, y si no fuera porque el director es Martin Scorsese (el Santo Job), no habría que insistir más. «Taxi Driver», «La Edad de la Inocencia» o «Uno de los Nuestros» ya fueron ninguneadas. Pero es que con «Gangs of New York» ya se fue de vacío con 10 nominaciones. Y lo ha vuelto a hacer. Otro 0 de 10 para una gran película sobre los misteriosas muertes sucedidas a principios del pasado siglo en la tribu de los indios Osage, riquísimos propietarios de terrenos con abundante petróleo. Robert de Niro, Leonardo di Caprio, Jesse Plemons y Lily Gladstone están eminentes en sus papeles.

Otro gran disgusto se ha llevado Bradley Cooper, artífice máximo de una correcta biografía de Leonard Bernstein: «Maestro». Ningún oscar de los 7 posibles, para satisfacción de los melómanos puristas, que no han visto con buenos ojos los afanosos intentos del protagonista por dirigir una orquesta como mandan los cánones. Carey Mulligan borda, sin embargo, el papel de la sufrida esposa.

Sobre «Napoleón» (0 de 3) no tengo ya nada más que decir (ver reciente entrada dedicada). La puse a caldo, cosa que se merece. Ridley Scott ha tenido tiempos mejores. Que se conforme con la buena taquilla, y aquí paz y después gloria.

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Escándalo antropocénico

Si existiese el adjetivo, el título sería correcto, pero como lo que está en cuestión es el sustantivo, no ha lugar, me puedo inventar lo que yo quiera. La Real Academia Española ya admitió el término recientemente, pero el asunto está preocupando seriamente a los geólogos, que son el «alma mater» en esto.

Ahora, lo que yo no sabía es que en una ciencia tan prestigiosa y reputada pudiera existir una polémica tan «política». Que haya geólogos «de derechas» y «de izquierdas» ya es la cuadratura del círculo. Y como esto me lo he inventado también, que los que escribimos tenemos licencia, como mínimo, para exagerar (o no), vayamos al meollo de la cuestión.

La opinión dominante hasta ahora es que estamos metidos hasta las trancas en esta nueva era geológica, y que pruebas y más pruebas se acumulan a favor de la hipótesis de que la Tierra ha cambiado de manera irreversible por causa humana. Esto es lo que decía el ABC hace 8 años, cuando todo el mundo estaba de acuerdo (o eso parecía)

Pues bien, en el contexto, quizás (una cosa más que me invento), de las teorías conspiranoicas tan de moda, unos cuantos estudiosos de la materia han efectuado una votación, más o menos oficiosa (y parece que «no vinculante», de momento), para eliminar el vocablo «antropoceno» de la terminología geológica.

El escándalo está servido. Os pongo aquí un enlace a la reciente noticia. Los sesudos señores de nuestra querida Academia deben estar estupefactos. Continuará…

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Norman Jewison: el arte de un artesano

Este viejecito de aspecto afable, y con un aire a Steven Spielberg, acaba de fallecer. Se llamaba Norman Jewison, y si ese nombre no os dice nada, os diré que estuvo tres veces nominado al Óscar al mejor director, y como no se lo llevó, la Academia se tuvo que sacar de la manga uno de esos premios a las figuras injustamente olvidadas, el Irwing Thalberg, en 1999.

Porque su carrera fue apabullante. Si se me permite, en un plano muy parecido a ese en el que están grandes nombres como Stanley Kramer o Sidney Lumet o Sidney Pollack, yo lo definiría como «El rey de los artesanos», a pesar de las connotaciones peyorativas de ese sustantivo tan denostado. Y es que valía tanto para un roto como para un descosido, «bordando» todos los temas que tocaba. Triunfó en la comedia disparatada («¡Qué vienen los rusos!«, 1966), en el drama («Agnes de Dios«, 1985), en la comedia amable y sentimental («Hechizo de luna«, 1987), en el cine musical («El violinista en el tejado«, 1971), en la ópera rock («Jesucristo Superstar», 1973), en el cine social y comprometido («En el calor de la noche», 1967) y hasta en la ciencia ficción («Rollerball», 1975).

Gran director de actores, consiguió de todos sus protagonistas tremendas interpretaciones. A él deben estarle agradecidos Steve McQueen («El rey del juego», 1965), James Caan (por la ya citada «Rollerball»), Al Pacino («Justicia para todos», 1979), Jane Fonda («Agnes de Dios») o Denzel Washington («Huracán Carter», 1999).

Como su filmografía no tiene desperdicio, aquí os pongo la reseña de Wikipedia

Y vayamos con sus mejores películas (para este inmodesto cronista):

«El violinista en el tejado» fue el único gran papel de Chaim Topol en el cine, pero… ¡vaya papel! Uno de los grandes musicales de la historia.

El drama de un policía racista (Rod Steiger, merecidísimo premio de interpretación secundaria) y un detective negro (Sidney Poitier), que colaboran en la investigación de un crimen, se plasmó en imágenes, de manera magistral, en «En el calor de la noche», ganadora de 5 Óscar en 1967. El diálogo de los protagonistas en la estación es impresionante:

En «Agnes de Dios», una psiquiatra visita un convento en el que una de las monjas afirma que fue visitada por Dios antes de quedarse embarazada. El duelo de actrices entre Jane Fonda (la susodicha psiquiatra) y Anne Bancroft (la madre superiora) es memorable:

Y dejo para el final la niña de mis ojos. Ya sé que en lo alto del pedestal de este tipo de películas están títulos como «Arde Mississipi (Alan Parker, 1988) o «Algunos hombres buenos» (Rob Reiner, 1992), pero a mí la película de Jewison «Historia de un soldado» (1984) me parece una obra maestra del cine social, político, judicial, policíaco y del mundo mundial. Aparece Denzel Washington, pero Howard E. Rollins y Adolph Caesar están superlativos.

Cine inolvidable, inolvidable Norman Jewison.

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