Norman Jewison: el arte de un artesano

Este viejecito de aspecto afable, y con un aire a Steven Spielberg, acaba de fallecer. Se llamaba Norman Jewison, y si ese nombre no os dice nada, os diré que estuvo tres veces nominado al Óscar al mejor director, y como no se lo llevó, la Academia se tuvo que sacar de la manga uno de esos premios a las figuras injustamente olvidadas, el Irwing Thalberg, en 1999.

Porque su carrera fue apabullante. Si se me permite, en un plano muy parecido a ese en el que están grandes nombres como Stanley Kramer o Sidney Lumet o Sidney Pollack, yo lo definiría como «El rey de los artesanos», a pesar de las connotaciones peyorativas de ese sustantivo tan denostado. Y es que valía tanto para un roto como para un descosido, «bordando» todos los temas que tocaba. Triunfó en la comedia disparatada («¡Qué vienen los rusos!«, 1966), en el drama («Agnes de Dios«, 1985), en la comedia amable y sentimental («Hechizo de luna«, 1987), en el cine musical («El violinista en el tejado«, 1971), en la ópera rock («Jesucristo Superstar», 1973), en el cine social y comprometido («En el calor de la noche», 1967) y hasta en la ciencia ficción («Rollerball», 1975).

Gran director de actores, consiguió de todos sus protagonistas tremendas interpretaciones. A él deben estarle agradecidos Steve McQueen («El rey del juego», 1965), James Caan (por la ya citada «Rollerball»), Al Pacino («Justicia para todos», 1979), Jane Fonda («Agnes de Dios») o Denzel Washington («Huracán Carter», 1999).

Como su filmografía no tiene desperdicio, aquí os pongo la reseña de Wikipedia

Y vayamos con sus mejores películas (para este inmodesto cronista):

«El violinista en el tejado» fue el único gran papel de Chaim Topol en el cine, pero… ¡vaya papel! Uno de los grandes musicales de la historia.

El drama de un policía racista (Rod Steiger, merecidísimo premio de interpretación secundaria) y un detective negro (Sidney Poitier), que colaboran en la investigación de un crimen, se plasmó en imágenes, de manera magistral, en «En el calor de la noche», ganadora de 5 Óscar en 1967. El diálogo de los protagonistas en la estación es impresionante:

En «Agnes de Dios», una psiquiatra visita un convento en el que una de las monjas afirma que fue visitada por Dios antes de quedarse embarazada. El duelo de actrices entre Jane Fonda (la susodicha psiquiatra) y Anne Bancroft (la madre superiora) es memorable:

Y dejo para el final la niña de mis ojos. Ya sé que en lo alto del pedestal de este tipo de películas están títulos como «Arde Mississipi (Alan Parker, 1988) o «Algunos hombres buenos» (Rob Reiner, 1992), pero a mí la película de Jewison «Historia de un soldado» (1984) me parece una obra maestra del cine social, político, judicial, policíaco y del mundo mundial. Aparece Denzel Washington, pero Howard E. Rollins y Adolph Caesar están superlativos.

Cine inolvidable, inolvidable Norman Jewison.

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