jueves 22 octubre 2015

El impulso de la alta dirección, con el consejero delegado al timón del cambio, es un requisito imprescindible para abordar con éxito los procesos de transformación digital, según un informe de PwC.

Las empresas españolas tienen un nivel de digitalización superior a la media global, aunque están aún lejos de las organizaciones punteras, según se desprende de la Séptima Encuesta Mundial sobre el Coeficiente Digital de las Empresas de PwC, que se ha realizado a partir de entrevistas a casi 2.000 directivos en 51 países, entre ellos de 70 compañías españolas.

El informe mide el grado de digitalización de las compañías en función de cómo integran las tecnologías digitales en su organización, para lo que se evalúan diez aspectos digitales clave. Según esta encuesta, las compañías españolas tienen un coeficiente digital de 77,5 puntos, ligeramente por encima de la media global (77,2 puntos) pero por debajo de las compañías que están en la avanzadilla, cuyo coeficiente alcanza los 81 puntos.

«Las compañías con un coeficiente digital alto tienen dos veces más posibilidades de tener éxito en su sector. La digitalización tiene un impacto positivo directo en el crecimiento del negocio y de la rentabilidad», explica César Calleja, socio responsable de Consulting de PWC.

Consejero delegado al timón

Para que esta transformación digital tenga éxito, las empresas deben contar con el compromiso del consejero delegado, que tiene que impulsar este proceso. «Las compañías españolas están un poco más retrasadas en este aspecto», apunta Calleja. En el mundo, el 86% de los consejeros delegados encuestados considera crucial que sean ellos quienes lideren estos procesos.

Además, es necesario que la estrategia digital sea compartida por todo el comité de dirección. En las empresas españolas lo habitual es que la digitalización esté muy ligada a la figura del director de Tecnología (CIO en su acrónimo en inglés), aunque está apareciendo desde hace un par de años una nueva figura, la del director Digital (CDO). «Hace falta una figura transversal que haga de pegamento a nivel operativo, un papel que también puede asumir el CIO», explica Calleja.

Una de las carencias en las empresas españolas, apunta Calleja, es que no se impulsa la estrategia digital en toda la organización. En la encuesta, las compañías nacionales obtienen una puntuación por debajo de la media (3,7 puntos sobre cinco frente a 4,2).

Además, estos procesos necesitan de una clara hoja de ruta digital que marque el camino y aglutine iniciativas de los distintos departamentos de la organización.

Otra carencia respecto a organizaciones de otros países está ligada a la necesidad de mirar fuera de las organizaciones (en proveedores, competidores, universidades, etc.) en busca de ideas innovadoras que adoptar en la compañía.

Explotar los datos

También hay grandes oportunidades de mejora en el uso de la información. «Una de las claves es explotar la información interna y externa. Hasta ahora, se hace sobre todo para saber qué ha pasado, pero menos para saber qué es lo que está pasando y lo predecir qué va ocurrir en el futuro», explica Calleja.

En este sentido, las empresas españolas registran la puntuación más baja de los diez atributos digitales identificados por PwC, con 3,3 puntos, lejos de la media global de 3,7.

La digitalización exige también que las compañías sean proactivas en temas de seguridad y privacidad. «Todavía no se llegan a entender las amenazas de ciberseguridad. Las empresas tienden a creer que lo están haciendo bien, cuando la realidad es que tienen deberes pendientes», opina Calleja. Así, las compañías españolas obtienen una puntuación de 3,8, por detrás de la media global de 4,2 puntos.

El informe de PwC destaca que, cuanto mayor es la inversión digital, mayor debe ser la necesidad de conocer su rentabilidad y de poder medir sus efectos. Aquí es donde las empresas mejor preparadas destacan más, con una puntuación del 4,4.