La quiebra de Thomas Cook pone en riesgo 4.000 millones en el turismo español

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24 sep. 2019

El grupo de viajes británico era un proveedor clave de clientes para cientos de hoteles en las costas mediterráneas, Baleares y Canarias. El sector turístico inicia una carrera para retener ese negocio.

El consejo de administración de Thomas Cook, el grupo turístico más antiguo de Reino Unido, decidió ayer de madrugada iniciar un proceso de liquidación de la compañía, al no poder afrontar las demandas de sus acreedores para reforzar la liquidez de manera urgente y afrontar la próxima temporada invernal con garantías de supervivencia.

Las malas perspectivas de viabilidad de Thomas Cook hicieron que la empresa fuera directamente a la quiebra, sin tratar de negociar una reestructuración de la deuda con los bancos y bonistas. Durante todo el fin de semana, los ejecutivos de la firma intentaron encontrar nuevas líneas de liquidez por 200 millones de libras (226 millones de euros) que le pedían esos acreedores, sin éxito.

«Pese a un esfuerzo considerable», dijo la empresa, «las discusiones no han llevado a un acuerdo con los acreedores y otros proveedores de liquidez. No queda otro remedio que ir a una liquidación voluntaria con efecto inmediato».

Las firmas AlixPartners y KPMG se van a encargar de administrar el proceso, durante el que intentarán vender los mejores activos de Thomas Cook para repagar una porción de la deuda, que asciende a unos 1.700 millones de libras. Los accionistas, con el grupo chino Fosun a la cabeza, pierden toda su inversión.

Siete millones de viajeros

La bancarrota del grupo, que tiene 178 años de historia, tiene repercusiones inmediatas en el sector turístico español. Cada año, Thomas Cook mueve más de siete millones de personas en los aeropuertos de España, al sumar los que compran viajes organizados (4 millones) y los que solo utilizan sus aerolíneas. La mayoría procede de Reino Unido y Alemania, además de otros países del norte de Europa.

Según fuentes cercanas a la empresa, los ingresos de Thomas Cook por los viajes a España ascienden a casi 4.000 millones de euros anuales, alrededor de un tercio de su facturación total.

Entre las cadenas a las que la compañía compraba capacidad hotelera figuran Meliá, Barceló e Iberostar, además de otros propietarios independientes.

La quiebra deja este negocio en el aire. De cara al invierno, los hoteles en Canarias ya tenían reservas de habitaciones para los clientes de Thomas Cook, que han sido canceladas. Para la temporada de 2020, está por ver si los usuarios habituales de ese touroperador optan por ir a grupos alternativos como TUI, se construyen sus propias vacaciones en Internet o prefieren quedarse en casa. De momento, según la patronal hotelera española Exceltur, la bancarrota puede suponer un impacto negativo de 200 millones para el sector por las facturas que Thomas Cook debe a diversos establecimientos.

«A corto plazo hay una importante tensión financiera para muchas compañías», explica José Luis Zoreda, vicepresidente ejecutivo de Exceltur. El impacto afectará principalmente a los hoteles, pero también alcanzará a empresas de alquiler de coches, agencias de viajes, cátering y excursiones.

Para paliar el impacto a medio plazo, los empresarios piden una política de Estado con incentivos muy potentes, asegurando la conectividad con los territorios más afectados (Canarias y Baleares) y rebajando los costes operativos aéreos. Desde el Gobierno, explican fuentes de Turismo, «estamos haciendo todo lo posible para mantener los paquetes turísticos». Hoy se reúne la secretaria de Estado de Turismo en funciones, Isabel Oliver, con los consejeros de Canarias, Baleares, Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana, además de con los representantes empresariales, para trasladar el plan de trabajo del Gobierno durante los últimos días y trazar una hoja de ruta con medidas paliativas.

Se estima que Thomas Cook tenía el pasado fin de semana unos 30.000 viajeros en Canarias, sobre los 600.000 que estaban de vacaciones en diversos destinos.

La insolvencia obligó a los reguladores de Reino Unido y Alemania a organizar la repatriación de esos clientes. Esos países tienen normativas diferentes. Mientras la flota británica de aviones de Thomas Cook quedó inmovilizada y el Gobierno debe contratar otras compañías para traer a los turistas, en Alemania Condor (participada por Thomas Cook) sigue operando con ayuda financiera del Gobierno de Berlín para dar continuidad a los vuelos hasta que los viajeros estén de regreso.

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