El BCE advierte de que el IPC no refleja correctamente los precios en las crisis

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18/05/2020
  • El banco señala ahora un cambio brusco en los hábitos de consumo que no se recoge en el índice
  • El informe muestra que se aumenta la compra de alimentos, actividades de ocio y comunicación

La inflación es difícil de medir en tiempos de crisis, hasta el punto de que el Banco Central Europeo (BCE), que entre otras misiones tiene la de velar por que los precios no se demanden en la zona euro, ha advertido a los analistas de que «deben ser conscientes de los problemas de medición (transitorios) y monitorizarlos». Para ello, ha desarrollado un trabajo en el que compara el efecto sobre la inflación de la crisis económica derivada de la pandemia del Covid-19, con la financiera de 2008-2009.

Los cuatro autores del informe advierten de que las dificultades para medir con rigor la inflación en las crisis se derivan de los cambios, a veces bruscos, de los patrones de consumo. «En épocas de acusada contracción económica, como la que ha provocado la pandemia del coronavirus Covid-19, dichos cambios pueden producirse en plazos más cortos [de un año]».

Periodo de un año

Sin embargo, los índices de precios al consumo se elaboran sobre la base de ponderaciones del consumo constantes a lo largo de un año natural. Los responsables de las estadísticas de cada país establecen lo que comúnmente se denomina la «cesta de la compra» de una familia media y dan a cada producto un peso determinado que sirve para ver cómo influye sus subidas o bajadas de precios sobre la inflación de cada mes.

En las crisis se produce un patrón más o menos común sobre los cambios en los hábitos de compra, según apunta el BCE, lo que provoca que el peso de ciertos productos y servicios sea superior o inferior al que tiene asignado en la «cesta de la compra». Así, los datos publicados estos dos meses de profunda crisis no estarían marcando realmente la evolución del coste de la vida.

El BCE explica que los hogares ajustan sus patrones como respuesta a «las perturbaciones en las rentas y en los precios relativos». Como regla general, el estudio señala que en tiempos de crisis, por la caída de las rentas se evitan los bienes relativamente caros, en favor de los menos caros, y aumentan los productos considerados esenciales. Y, por efecto de los precios relativos, se produce una sustitución de un tipo de producto por otro (por ejemplo, alimentos frente a actividades recreativas, pero también en variedades dentro de un mismo artículo (marcas distintas). Es clásica la sustitución de las carnes de oveja y vacuno por la de pollo o conejo y los productos de marca por los de marcas blancas. Cambios que se producen con mucha rapidez.

Bajando a ejemplos más concretos, el estudio del BCE analiza cómo variaron las ponderaciones de los diez grandes grupos de productos durante la crisis de 2008-2009 o, lo que es lo mismo, cuáles aumentaron ventas y cuáles las redujeron. En el episodio de recesión -concluye el informe-, el porcentaje de gasto en bienes duraderos y semiduraderos, así como en vivienda y servicios se redujo. Por el contrario, se incrementó la proporción del gasto en actividades recreativas y comunicaciones, así como en energía, alimentos y bienes no duraderos.

Confinamiento

Sin embargo, los autores advierten de que es difícil establecer un paralelismo en lo que a inflación se refiere entre la crisis financiera de hace doce años y la actual del Covid-19. El confinamiento en los hogares de millones de ciudadanos y la suspensión de la venta de ciertos productos por el cierre físico de los comercios pueden estar influyendo en los actuales patrones de consumo de forma diferente a la crisis de 2008. Como consecuencia del confinamiento, el estudio señala que el consumo se ha desplazado de los productos energéticos y los bienes duraderos y semiduraderos a los bienes no duraderos y los alimentos.

«Es posible que estos cambios en los patrones de consumo no tengan precedentes, pero también es muy probable que sean transitorio», concluye el informe.

Otro factor, en el que no incide el estudio del Banco Central Europea, es la mayor penetración del ecommerce durante el confinamiento que en la crisis de 2008. Lo que ha beneficiado a determinados productos como queda patente en los datos del IPC del abril en España que arrojan un aumento de más de dos dígitos en el precio del calzado y vestimenta gracias a las ventas por Internet, todo ello a pesar de que las tiendas físicas han permanecido cerradas el pasado mes de abril.

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