04-Mayo-2023
La autoridad monetaria modera el paso ante las turbulencias financieras y el enfriamiento del crédito
Más de cinco millones de familias españolas están pendientes cada mes y medio de Fráncfort. Para quienes a final de mes tienen que afrontar el pago de la hipoteca, las decisiones del Banco Central Europeo (BCE) no son baladíes: de media, sus recibos han subido 268 euros en el último año. Sin embargo, los mercados empiezan a vislumbrar el final de ese ciclo. Los tipos de interés han vuelto a subir por séptima vez consecutiva y se sitúan ya en el 3,75%, en máximos desde el estallido de la crisis financiera. Y lo más probable es que todavía quede algún incremento más. Pero el precio del dinero no se ha encarecido en 0,50 o 0,75 puntos, como venía siendo la norma desde que empezara la escalada en julio del año pasado. El BCE ha decidido una subida de un cuarto de punto tras constatar signos de ralentización en las alzas de precios y las restricciones en la concesión de crédito.
Los mercados ya esperaban que el BCE siguiera la estela de la Reserva Federal y aflojara el ritmo de las subidas, aunque la presidenta de la institución, Christine Lagarde, ha vuelto a negar ese supuesto seguidismo. El BCE, se ha despachado con ironía la francesa, es “data dependent”[dependiente de los datos], pero no “Fed-dependent”[dependiente de la Fed]. Y al contrario de lo que barrunta Washington, la jefa de la autoridad monetaria de la zona euro ha dejado claro: “No nos estamos tomando una pausa”. Lagarde ha considerado que “las perspectivas de inflación siguen demasiado altas” y que llevan siéndolo “demasiado tiempo” y ha sugerido que, si se mantienen las perspectivas elaboradas por sus economistas el pasado mes de marzo, habrá más subidas. En plata: la mayoría de los analistas coincide en que quedan dos aumentos de 0,25 que podrían producirse antes de verano. “Queda camino por andar”, ha afirmado la presidenta del BCE, quien ha recurrido al filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson para zanjar la cuestión: “No es el destino, sino el viaje”.
Fráncfort ve que no queda demasiado recorrido hasta el final de ese viaje. Y en plenas turbulencias financieras al otro lado del Atlántico, opta por pasos firmes, pero también más cortos. La propia Lagarde ha admitido que en el seno del Consejo de Gobierno ha habido un debate entre quienes querían un aumento de medio punto y quienes defendían incrementar los tipos solo en un cuarto de punto. La discusión finalmente se ha saldado con la primera victoria que pueden anotarse las palomas en las últimas siete reuniones con una decisión adoptada finalmente por un amplio consenso. Desde el cónclave de marzo, el sector más heterodoxo se ha ido cargando de razones de cara a este encuentro.
Más allá de las turbulencias de la banca estadounidense, han podido esgrimir que, si bien la inflación subyacente sigue alta, esta ha bajado por primera vez desde junio de 2022, hasta el 5,6% en el conjunto de la zona euro. Y lo más relevante: la concesión de crédito se ha hundido, también por una menor demanda. Y eso sugiere que el BCE está logrando enfriar la economía. “Las anteriores subidas de los tipos se están transmitiendo con fuerza a las condiciones de financiación y monetarias de la zona del euro, mientras que los desfases y la intensidad de la trasmisión a la economía real siguen siendo inciertos”, ha afirmado Lagarde.
Lagarde, que ha sido criticada en más de una ocasión por sus errores de comunicación, esta vez ha echado mano de la diplomacia y la prudencia de las que se armó en su etapa al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI). El BCE vuelve a dejar a los mercados a ciegas de cara a la reunión de junio. No hay ninguna hoja de ruta para los próximos meses. La institución parece haber escarmentado y no quiere atarse las manos de nuevo por si los bandazos financieros vuelven a viajar desde el otro lado del Atlántico. El vicepresidente, Luis de Guindos, ha tranquilizado de nuevo a los inversores al recordar el carácter “idiosincrático” de esas crisis en EE UU, pero ha advertido de que en ese terreno “no hay espacio para la complacencia”. No en vano, Fráncfort se quedó helado cuando a finales de marzo el pánico financiero se plantaba en Alemania y hundía la cotización de Deutsche Bank.
Detrás de las decisiones del BCE, además, hay rostros. Hay familias pendientes del euríbor, que en un año ha pasado del terreno negativo a ir enfilando el camino hacia el 4%. Se trata de una diferencia de 268 euros para unos bolsillos que sufren ya los estragos de la inflación cuando van a llenar la cesta de la compra. “Somos conscientes de que hay hogares que tienen una hipoteca a tipo variable, de Finlandia a Portugal y de los países bálticos a España”, ha afirmado Lagarde. Sin embargo, la francesa no ha podido ofrecerles más consuelo que recordar que el aumento del precio del dinero obedece a esa batalla contra la inflación. Y, tal vez en su único desliz durante la rueda de prensa, la francesa les ha recordado que una subida a tiempo de los tipos de interés permitirá que pronto pueda dar marcha atrás y bajarlos para aliviar su cuota. A continuación, eso sí, ha matizado que no se compromete a una fecha para ese hito.
La jefa del BCE no quiere hablar de plazos. Según ha dicho, los tipos ya están en territorio restrictivo, pero no es suficiente. Sin comprometerse a nada, advierte de que aún le falta rematar la jugada para luego mantener esos tipos elevados hasta que la inflación ceda. Y para ello, seguirá atando corto la evolución de los márgenes empresariales y los salarios. Pero Lagarde, que recientemente dijo que el trecho a recorrer es “pequeño”, empieza a señalar ya el final del ciclo. El BCE también ha acordado seguir con la reducción de su balance, que desde marzo se está rebajando a un ritmo de 15.000 millones de euros mensuales. A partir del 1 de julio, la institución dejará de reinvertir deuda del programa de compra de activos (APP, por sus siglas en inglés), lo cual significa alrededor de 25.000 millones de euros menos al mes.
Tras terminar la rueda de prensa, los analistas se han reafirmado en que queda alguna subida, pero que el margen ya se agota. “El BCE entra claramente en la etapa final del ciclo de endurecimiento monetario y el pico de los tipos de interés puede estar más cerca de lo que la presidenta Lagarde trató de hacer creer a los mercados en su rueda de prensa”, afirma Carsten Brzeski, jefe global de Macro de ING. La mayoría de los inversores cree que habrá dos subidas de 0,25 puntos más, hasta llevar la facilidad de depósito del 3,25% al 3,75%. “Aunque es probable que el BCE no haya terminado, el pico máximo está cerca. Es probable que suba los tipos un poco más, hasta un máximo del 3,5%-3,75% y que acelere el ritmo de corrección del balance en julio”, afirma Silvia Dall’Angelo, economista de Federated Hermes. También Nomura ha rebajado su el objetivo hasta el 3,75%. En una jornada de pérdidas, los mercados de valores remontaron tímidamente y el euro cedió frente al dólar.