La tasa subyacente, que no tiene en cuenta alimentos frescos y energía, se modera hasta el 5,2%
Sorpresa positiva de la inflación: los precios se encarecieron este mes un 3,5% en comparación con octubre de 2022, de acuerdo con los datos adelantados este lunes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El Índice de Precios al Consumo (IPC) se estabiliza así en la tasa que marcó el mes pasado, y rompe con su aumento sostenido desde que tocase suelo en junio. Aunque las previsiones apuntaban a una subida de la tasa, empujada por el efecto base —la comparación se hace con un mes en el que los precios se moderaron intensamente tras una época de inflación desbocada—, un mejor comportamiento de los alimentos y las bajadas de los combustibles han compensado el efecto estadístico y han contenido las subidas de precios. Además, la tasa subyacente, que no tiene en cuenta los alimentos frescos y la energía, los más volátiles, se situó en el 5,2%, seis décimas menos, y refleja una tendencia a la desaceleración.
De acuerdo con el INE, los precios subieron en octubre un 0,3% respecto a septiembre. El dato recoge en parte un efecto estacional ajeno a los vaivenes recientes: octubre es tradicionalmente inflacionario. De hecho, los precios no se han moderado nunca este mes en los últimos 10 años, porque en él suelen acabar periodos de rebajas y descuentos inmediatamente posteriores al verano, lo que empuja la inflación hacia el final de temporada.
Los alimentos y la energía han sido los bienes que más dolores de cabeza han dado a los consumidores desde el comienzo de la crisis inflacionaria, pero en octubre han dado un respiro. Tras alcanzar cotas récord en el verano de 2022, los precios de los productos energéticos contribuyen este mes a la baja, pero no todos se han comportado igual: aunque se moderan, los precios de la electricidad empujan la tasa hacia arriba, debido —otra vez— al efecto base: bajaron con más intensidad en octubre del año pasado. En el otro lado están los carburantes, que contribuyen al descenso por la disminución de sus precios en comparación con el mismo mes del año pasado.
“Si descontamos el efecto base, estamos en una tendencia de desinflación”, apunta Raymond Torres, director de coyuntura económica del think tank Funcas. Un repunte fuerte de los precios de la energía, y su traslación directa a los de los alimentos son las amenazas a corto plazo que pueden alterar esta pauta. Los alimentos, con excepciones notables como el aceite de oliva, han ido incorporando el abaratamiento de los insumos —como los fertilizantes— y están también en una tendencia “paulatina” a la baja, apunta Torres. Menos influida por los vaivenes de alimentos y energía —pero no del todo, porque el INE no descarta ciertos alimentos procesados igualmente volátiles, como sí lo hace Eurostat— la tasa subyacente marca tres meses de moderación.
“En el contexto internacional actual, el dato adelantado de IPC de octubre es una muy buena noticia”, ha señalado la vicepresidenta primera en funciones y ministra de Economía, Nadia Calviño, en un comunicado emitido tras la publicación del INE. “España se consolida como una de las principales economías de la zona euro con una menor inflación y mayor crecimiento de toda la zona euro”, valoran desde el Ministerio de Asuntos Económicos. Las medidas tomadas por el Ejecutivo, señalan, “están favoreciendo la competitividad de las empresas españolas, la ganancia de cuota de mercado y el aumento del poder adquisitivo de los salarios”.
Bajada lenta
Aunque los servicios de estudios económicos dan por hecho que no volveremos a ver a corto plazo tasas mareantes como el 10,8% registrado en julio del año pasado, la vuelta a la moderación de los precios probablemente no se dé hasta finales de año, debido en buena parte al efecto base. De acuerdo con los datos del panel de Funcas, el consenso entre los analistas es que España cierre el año con un IPC medio anual de en torno al 3,6%. De esta cifra dependerán las nóminas de más 2,18 millones de trabajadores en España, cuyos sueldos están indexados a esta tasa. Además, los jubilados verán sus pensiones revalorizarse de acuerdo con la inflación media registrada entre los meses de noviembre de 2022 y 2023, que Funcas estima que será del 3,9%.
La inflación se irá moderando el año que viene, coinciden todos los analistas, pero no con la fuerza mostrada entre el año pasado y este. Si, de acuerdo con las previsiones, la diferencia entre el IPC medio de este año y el de 2022 (del 8,4%) será de casi cinco puntos, el año que viene las bajadas serán menos abruptas: los servicios de estudios prevén de media para 2024 un IPC general del 3%, y un subyacente del 3,1%. En septiembre, último mes con datos completos, la inflación anual media de la zona euro fue del 4,3%, lejos aún del objetivo del 2% establecido por el Banco Central Europeo (BCE). El consenso es que Europa se enfrenta a una inflación pegajosa: aquella que se mantiene alta durante más tiempo.
Ante este panorama, las predicciones de bajadas de tipos realizadas a principios de año, que esperaban moderaciones ya en la primera mitad de 2024, han quedado obsoletas. Aunque el BCE decidió la semana pasada detener su senda alcista de récord —con hasta 10 subidas consecutivas del precio del dinero—, su presidenta, Christine Lagarde, ha dejado claro que no son descartables nuevos incrementos. Mientras, el enfriamiento económico buscado por Fráncfort ya es una realidad: el PIB de la zona euro creció un anémico 0,1% en el segundo trimestre, dos décimas menos de lo estimado.