La porción de personas de 15 a 29 años en esta situación cae más de 10 puntos desde 2013, hasta el 12,3%. Los expertos relacionan la mejora con la fortaleza del mercado laboral y la caída del abandono escolar temprano
La mejora del mercado laboral español no solo se refleja en el récord de empleados y el mínimo en 16 años de parados. Poco a poco ganan fuerza los sectores de mayor valor añadido, la temporalidad se ha desplomado desde la aprobación de la reforma laboral y las mujeres nunca habían supuesto una porción tan alta de la ocupación. En la misma línea, otro registro que mejora año a año es la proporción de jóvenes que ni estudian ni trabajan. En 2023 fueron el 12,3% de las personas de 15 a 29 años, según los datos difundidos por Eurostat. Es un mínimo histórico, cuatro décimas inferior al que ya se alcanzó el año anterior y que también mejora las cifras de la burbuja inmobiliaria. En la última década, este registro ha caído más de 10 puntos porcentuales.
El dato español (12,3%) es algo superior a la media de la Unión Europea (11,2%), que ha retrocedido cinco décimas respecto a 2022. Ambas variables tocaron techo en el peor momento de la Gran Recesión, cuando España notificaba un 22,5% y la media de los Veintisiete un 16,1%. Han ido cayendo de forma paralela desde entonces, la cifra española con más contundencia por su mayor margen de mejora. La única excepción fue el año de la pandemia, 2020.
La serie histórica de datos laborales españoles esconde algunas de sus mejores cifras en la burbuja del ladrillo. Es el caso de la tasa del paro, que registró un mínimo del 7,93% en el segundo trimestre de 2007, frente al 11,67% del mismo periodo de 2023. Esto no sucede con la proporción de jóvenes que ni estudian ni trabajan: en 2007 eran el 12,8%, cinco décimas más que ahora. Entonces la media europea era algo superior a la española, al contrario de lo que sucede ahora.
Pese a la mejora del desempleo en los últimos años, España es el país de la UE con mayor tasa de paro global (el doble que la media comunitaria, 6%) y juvenil (26,5% entre los menores de 25 años, frente al promedio del 14,4%). Pero no marca el peor registro en la proporción de jóvenes que ni estudian ni trabajan: lideran Rumania (19,3%), Italia (16,1%), Grecia (16%), Bulgaria (13,8%), Chipre (13,8%) y Lituania (13,5%). El registro español (12,3%) empata con el de Francia, algo que no sucedía desde 2007. Desde entonces el vecino del norte siempre había notificado mejores números que España. Los mejores datos de la UE son los de Malta (7,5%), Suecia (5,7%) y Países Bajos (4,8%).
El secretario confederal de Juventud de CC OO, Adrià Junyent, cree que estas cifras son una prueba más de que “cuando hay trabajo, los jóvenes trabajan”. “La gente no elige no hacerlo si puede. Hay una visión distorsionada de la juventud en ese sentido”, opina Junyent. “Estos datos”, continúa Eduardo Magaldi, portavoz de la organización juvenil de UGT (RUGE), “son resultado inequívoco de una reforma laboral bien hecha, que ha favorecido a las empresas y a los trabajadores. Y a los jóvenes, entre ellos”.
En esa línea, el sindicalista de UGT destaca que la caída de la temporalidad ha favorecido especialmente a los empleados menores de 30 años: “Eran los que padecían la mayor rotación. Sigue siendo así, pero ha mejorado mucho”. Así lo certifican los datos del INE: entre los asalariados de 16 a 29 años hoy tiene un contrato temporal el 33,7%, frente al 55,6% previo a la aprobación de la reforma laboral. En el global de la población trabajadora, esta variable ha pasado del 25,6% al 15,7%.
El Ministerio de Trabajo cree que otra razón clave para lograr este mínimo histórico de ninis es la regulación de contratos formativos. “Es una evolución muy positiva que subraya la fortaleza del mercado laboral, que es más atractivo gracias a la reforma laboral. Ofrece posibilidades de estabilidad a las personas jóvenes, que pueden disfrutar de un contrato indefinido sin pasar por una sucesión de contratos precarios”, dice el departamento de Díaz a este periódico. También considera importante la inversión en políticas activas de empleo: “A este colectivo se destinaron más de 600 millones de euros en cada una de las dos conferencias sectoriales de 2021 y 2022. A estas cantidades se suman 3.500 millones de euros del Fondo Social Europeo, en el que superamos con creces las exigencias dictadas por la Unión Europea para el empleo juvenil (casi el doble de lo requerido)”.
Culpabilizar al nini
Junyent aborda uno de los temas recurrentes en este debate: la culpabilización sistemática que han sufrido estos jóvenes por la situación en la que se encuentran, con la carga peyorativa que siempre acompaña al “nini” desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. “Había ninis en esa época porque no había trabajo y por los recortes en educación. No hubo planes para rescatar a los que dejaron de estudiar para ir a la obra. Y en ese contexto, la derecha focalizó la responsabilidad, que es del sistema, individualmente en los jóvenes. Se buscó acusarles de un mal endémico. Es de traca que no encuentres trabajo y te echen la culpa”, agrega el sindicalista de CC OO.
La serie de Eurostat muestra a la perfección el fenómeno de los albañiles jóvenes que se fueron al paro: la proporción de hombres de 15 a 29 años que ni estudiaban ni trabajaban pasó del 9,9% en 2007 al 20,4% en 2009. “En los momentos de crisis, los primeros empleos que se destruyen son los de los jóvenes, los más baratos de despedir para las empresas. Esto se volvió a ver durante la crisis del coronavirus”, recuerda Magaldi.
En 2023 hubo tantos ninis hombres como mujeres en España, el 12,3%. Cabe destacar que respecto a 2022, la variable que mejora es la de mujeres, entonces en el 13,3%. La de hombres empeora ligeramente, con el aumento de una décima respecto al ejercicio anterior. Junyent cree que esta evolución puede estar relacionada con el mejor desempeño académico de las mujeres, como apuntan las estadísticas del Ministerio de Educación año tras año.
Asimismo, los expertos vienen señalando que la mejora global de la tasa de ninis también conecta con la caída del abandono escolar temprano en España, el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que cuentan, como mucho, con el título de la ESO y no están estudiando. En 2008 alcanzaba un 31,7%, cuando en el conjunto de la UE era del 14%. En 2023 fue del 13,6% en España, en torno a cuatro puntos más que el promedio comunitario.
Situaciones variadas
“La característica esencial que define a la categoría nini es su marcada heterogeneidad”, explicaba en un reportaje reciente de este periódico María José Gómez Torres, coautora de un estudio sobre ninisy profesora del departamento de Didáctica y Organización Educativa de la Universidad de Sevilla. “Bajo esta etiqueta se encuentran diferentes grupos de jóvenes con la circunstancia común de encontrarse sin estudiar ni trabajar en el momento de realizarse un sondeo demográfico: aquellos que no desean seguir estudiando, ni quieren trabajar; los que buscan empleo activamente una vez finalizados sus estudios; los que deben dedicarse a cuidar de sus familiares dependientes…”.
“Las personas que pertenecen a la categoría nini se enfrentan a la pérdida de oportunidades sociolaborales, a limitaciones de acceso a servicios y ventajas sociales, y a problemas de salud física y mental que pueden desembocar en episodios de baja autoestima, inseguridad, desafección, dependencias y delincuencia juvenil”, añadía Gómez Torres, idea en la que también abundaba Ana Cristina Ruiz, profesora en el departamento de Psicología Social, Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Málaga y autora de la tesis doctoral Ninis: juventud y exclusión social (2019): “Se encuentran en situación de vulnerabilidad por la carencia de dos de los principales atributos que forman parte del proceso de socialización de los individuos: la formación a través del sistema educativo o el desempeño de un trabajo dentro del mercado laboral”.